la verdad de lanzarote | 15-marzo-2013
TOMÁS QUINTANA: El aparato del poder militar y político-administrativo daba coherencia a la inconsciencia del colonizado y los intereses del colonizador, en un entramado de aparente normalidad psico-social, frágil y dependiente, para sustituir el “arado” y las tradiciones por una “bandeja” que servía suculento desarraigo y unas migajas de bienestar. A finales de los sesenta, casi la mitad de la población activa trabajaba en el campo y las compañías extranjeras, con mayor cuota de mercado y respaldo financiero, desplazaban a las empresas canarias centradas, principalmente, en la agricultura, pesca y ganadería.