Quizás debería haber parado el partido. Pues sí, ¿por qué no? Y además requerir la presencia de la Policía Local para desalojar a ese impresentable que sólo "afeaba" el espectáculo.
Sucedió en un Cadete Tahiche-San Bartolomé, en una gélida noche de este pasado jueves.
Nada más iniciarse el partido, ahí estaba él. Sí, él, el de siempre. El cafre habitual que "disfrazado" de aficionado del San Bartolomé esconde sus miserias personales insultando, menospreciando, blasfemando o deningrando todo aquel o aquello que su retorcida mente NIEGA.
Este sujeto en cuestión, en ese futbolero Tahiche-San Bartolomé, ta desde el principio arremetió contra los locales con una falta de educación más propia de un gamberro.
El tope o el colmo sucedió cuando en un lance del partido en la segunda mitad, y con el partido claramente volcado a favor del Tahiche, el susodicho energúmeno "lanzó" con su elegante vozarrón la palabra ¡SUDACA!, en referencia al colegiado. Hubo unos instantes de silencio en los allí presentes. No gustó a NADIE y quiero creer que ni a él mismo.
Al final del encuentro, el árbitro visiblemente contrariado le recriminó, y con toda la razón, la falta de civismo y humanidad que se le presupone a una persona adulta y con un mínimo de sentido común.
Y mucho más en un evebto DEPORTIVO, y mucho más en las competiciones DE BASE, y mucho más si su propio hijo es testigo directo de las barbaridades de su padre.
4 a 1 al final para el Tahiche, goles y espectáculo sobre el campo y protagonista deplorable en la grada.
¡QUÉ PENA! ¡QUÉ ASCO!