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José Luis Poyal Costa

 LA CAMPAÑA ELECTORAL Y LAS HABILIDADES DEL CUCLILLO

Doctor en Derecho, Licenciado en Periodismo, Profesor Universitario.

José Luis Poyal Costa | 18 de octubre de 2015

Faltan dos meses para las elecciones y según los analistas no hay nada decidido, pero ya se ha entrado en plena contienda electoral, utilizando todos los recursos disponibles , en un escenario que rompe el vigente desde 1982 y con un electorado que se mueve entre la decepción, la incertidumbre y la desconfianza generalizada.

El bipartidismo que funciona en las democracias desarrolladas, vale cuando los dos grandes partidos vienen cumpliendo satisfactoriamente sus programas electorales, dentro de la ideología específica de cada uno de ellos. Así funcionaron el PP de Aznar y el PSOE de Felipe González, un partido de centro derecha y otro de centro izquierda, bien definidos cada uno.

En dos legislaturas el mapa se ha distorsionado. El partido que aglutinaba la derecha centrista, se encuentra ahora envuelto en el desorden interno que mina su credibilidad como fuerza capaz de resolver con éxito los desafíos del independentismo, las exigencias de la UE en las cuestiones económicas pendientes y rebajar las cifras del paro.

El otro protagonista, el PSOE, no se ha recuperado de los destrozos políticos que ocasionó el anterior Secretario General, Rodríguez Zapatero, y el sucesor Pedro Sánchez da continuas muestras de que no ha alcanzado la sazón suficiente, propiciando que a  su izquierda aparezcan formaciones populistas y radicales que le disputan su propio electorado.

El sistema se cae, en gran medida por las malas prácticas de los que debieran haberlo fortalecido. La bipolaridad llevada al extremo de imposibilitar el menor acuerdo, ha contribuido al florecimiento de la extrema izquierda y de los populismos transversales que ofrecen soluciones demagógicas para problemas complejos.

Desde esta columna se decía que España se la juega a corto plazo. Se la juega su gobierno, el modelo de Estado, la integridad territorial, las amenazas de reventar el sistema constitucional y el órdago de quien anuncia como remedio, anular todo el conjunto legislativo que ha permitido empezar a salir de la crisis más profunda de la historia reciente.

Hasta las elecciones del 20D pueden ocurrir muchas cosas que hacen difícil el pronóstico, tanto para el partido gobernante como al PSOE y el resto de fuerzas concurrentes.

Al PP sus seguidores le están exigiendo al líder un golpe visible de autoridad, una decidida acción que permita enderezar el rumbo para lograr, al menos, un porcentaje de votos suficientes para con acuerdos, repetir legislatura.

Desde medios cercanos al PP se insiste en que Rajoy aproveche las próximas semanas para articular un discurso coherente, que encaje en la sensibilidad de su electorado , el que lo llevó a la mayoría y el que lo abandonó en los procesos electorales recientes.

Tal como se presentan los acontecimientos del momento, Mariano Rajoy puede ofrecer su anunciada contundencia frente al secesionismo, sin utilizar tanques, con las leyes en la mano, como mejor argumento frente a la acusación de inmovilismo y también como conductor de una renovación económica respaldada por la UE y el FMI. En la misma línea animan a Rajoy a que asalte los puntos débiles de sus rivales. 

Efectivamente en un debate lo tendría muy difícil Pedro Sánchez  para explicar su federalismo asimétrico, su reforma laboral y el plan económico. 

En parecida situación esta Albert Ribera, a la vista de sus contradictorios comportamientos en los ayuntamientos y comunidades en los que participa gestión; J.M.Carrascal ha tenido la feliz ocurrencia de calificar las actuaciones de Cs como similares a las del cuclillo que pone los huevos en los nidos de otros.

Entre el ruido mediático, encuestas y redes sociales, forman un cóctel de intoxicación capaz de tumbar al ciudadano emocional. 

La receta: acudir a la racionalidad, a la mayor información y al pragmatismo.

 

 (*) Periodista, Escritor e Historiador

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