Tomando en consideración el daño que le encontré al puente, que fue primero, que las torres cada una tenía una desviación de unos 3-4 grados hacia fuera, y que se debía a que sus bases estaban y aún están quebradas por falta de cimentación entre las piedras que las sustentan a más o menos nivel de mar a marea llena. Seguí inspeccionando la zona y hallé otros tantos defectos como son los que añado a continuación.
El puente que fue construido antes o a partir del 1772 por el ingeniero José Ruiz Cermeño, se nos derriba en trozos por causa de la erosión y las mareas, y nadie, ningún político, se ha asomado a la ventana de la orilla para ver cómo anda nuestra preciada y representativa joya arquitectónica que clama ser restaurada con urgencia porque padece de muchas graves deficiencias.
Contando solo los pocos desgastes que capté y he captado en tres inspecciones que le he hecho al lugar en los últimos 22 años, he encontrado, como ya he mencionado, lo siguiente: 1. Sus torres están desviadas hacia un lado y otro unos tres o cuatro grados. Más 2. Las bases de sus torres están quebradas y casi vacías de cimentación cerca del nivel de mar. 3. Uno de sus arcos perdió una piedra. 4. En la escalinata grande algunos de sus peldaños han desaparecido. 5. La escalinata pequeña ya no existe. Y 6, los dos muros que conforman todo el puente sus piedras están faltas de cimentación.
Final. He denunciado este deterioro en tres artículos que publiqué y en otras tres menciones vía radio en 22 años, y nada se ha hecho. En ustedes dejo que tomen en cuenta si el puente merece ser restaurado o dejarlo que se caiga para luego no saber cómo erigirlo de nuevo.
Allá ustedes políticos con lo que decidan.