……y. todo ello, sin dejar de ser colonia de España. ¡Ay Cho José, quién te ha visto y quién te ve!
Desde el mismo inicio de la colonización española, Canarias ha sido el vertedero de sus indeseables políticamente. Alonso Fernández de Lugo, con promesas de buenos botines y muchos esclavos, arrastró tras si a todo palanquín que deambulaba por Sevilla y la propia reina Isabel se sacudió hacia Gomera a la ninfómana Beatriz de Bobadilla que le estaba disputando a su católico Fernando, pero si dejamos por el medio a toda una caterva de Gobernadores coloniales, Capitanes Generales y funcionarios del más variado pelaje podemos, en función de la brevedad, pasar a las últimas etapas históricas de la metrópoli y la colonia.
Las persecuciones religiosas en España aumentaron con desterrados la población canaria, como en la diáspora sefardí que causó el decreto de expulsión de finales del XV, del que el historiador Pérez Vidal escribe que“Mientras en la Península se les expulsaba, en el Archipiélago se les daba acogida. Para pasar a las islas no se tropezaba con grandes inconvenientes. Había necesidad de poblar y colonizar las nuevas tierras y los intereses terrenales pesaban mucho entonces en las motivaciones”. También las “cabalgadas” de los españoles por la Costa de Berbería nos aportaron una considerable afluencia de imazighen como esclavos desterrados de su tierra patria.
Ya con Alfonso XIII y durante la Dictadura de Primo Rivera –apoyada por el Rey que, como su nieto Juan y su bisnieto Juan Carlos tenían debilidad por las Dictaduras- Miguel de Unamuno y Rodrigo Soriano y Barroeta-Aldamar son desterrados a Fuerteventura en febrero de 1924, de donde, casi medio año después, terminarían fugándose a Francia desde Caleta de Fuste en un bergantín-goleta , rebautizado como “Libertad” fletado por el diario francés “Le Quotidien” (Soriano, exiliado luego a Uruguay, fundó allí en 1934 con la lagunera Mercedes Pinto la “Asociación Republicana Española” de Montevideo).
En 1932, en pleno Bienio Negro español, a resultas de la insurrección del Alto Llobregat, Buenaventura Durruti y 128 compañeros fueron condenados al exilio en Bata pero, al llegar a Guinea, los reembarcan hacia la colonia de Sahara. En Villa Cisneros –hoy Dajla- son rechazados por el Gobernador del territorio y los anarquistas Durruti, Juan Arcas, Domingo Ascaso y Manuel Prieto terminan ¡cómo no! en tierra mahorera. A ellos se van a reunir, enviados desde Villa Cisneros, primero al hospital de Las Palmas y de allí a Fuerteventura, Manuel Pérez Feliu, Domingo Canela, Tomás Cano y el comunista Joaquín Masmano. Posiblemente –según un excelente artículo de Elías Rodríguez Rodriguez en “Fuerteventura Limpia”- también terminaron exiliados en tierras mahoreras Antonio Fernández Progreso y Diego Parra.
Ya con el fascismo hispano, en 1943, fue confinado en La Palma durante 10 meses Francisco Moreno y Herrera, marqués de la Eliseda y conde de Los Andes, amigo personal de José Antonio y uno de los fundadores de Falange Española que fue diputado por Cádiz en 1933. Lo desterraron por firmar, junto a otros monárquicos, un manifiesto pidiendo el regreso a España de Juan de Borbón, conde de Barcelona. En 1948 le tocó el turno de la deportación a la colonia africana al general Alfredo Kindelán, fundador del Ejército del Aire español. Fue condenado a prisión por Franco por firmar el “Manifiesto de Lausana” y tratar de exigir la restauración de la monarquía borbónica, pero por su edad -67 años- y el apoyo que pudiera tener en otros generales, el dictador sustituye la prisión por el destierro a Tenerife.
Franco continuó usando a Canarias como colonia penal para sus destierros. Es necesario recordar al tan cacareado y denostado por el Régimen franquista “IV Congreso del Movimiento Europeo”, celebrado en la capital bávara, al que la prensa falangista “Arriba” bautizó por ello como “El Contubernio de Múnich” en junio de 1962. El régimen acababa de recibir el rotundo no de la entonces Comunidad Económica Europea, que contestó con un simple acuse de recibo sin comentario, a la carta del ministro español de Asuntos Exteriores Fernando María Castiella solicitando el ingreso de España. Los “contuberniados”, encabezados por el liberal anticomunista Salvador de Madariaga, lograron reunir a casi todo el espectro político español, incluidos los nacionalistas vascos y catalanes. Allí estaban monárquicos juanistas, liberales, democristianos, socialdemócratas y socialistas. Todos salvo los comunistas que, `por entonces, no “contuberniaron”. Incluso fue allí donde Rodolfo Llopis, entonces Secretario General del PSOE, le pidió a Joaquín Satrústegui que le transmitiera al pretendiente al trono, Juan de Borbón, que“si la monarquía restableciera pacíficamente la democracia el PSOE la respaldaría lealmente” tesitura en la que continúa el PSOE a día de hoy. El Conde de Barcelona, a través de José María Peman, dio a conocer su oposición al Contubernio, comunicando incluso que “si alguno de los asistentes forma parte de su Consejo personal, con este acto queda fuera del mismo”, que fue el caso de José María Gil Robles.
Franco intentó descabezar la incipiente oposición de ese centro-derecha que, hasta esa fecha, poco se había movido. Encarceló y desterró a todo contuberniado que agarraba. De esta forma, a tierras mahoreras llegó una nueva remesa de deportados: Fernando Álvarez de Miranda, Joaquín Satrústegui, Jaime Miralles y Jesús Barros de Lis. A Lanzarote desterraron a Juan Casals y Félix Pons; en Hierro confinaron a Íñigo Cavero y a José Luis Ruiz-Navarro y, finalmente, a Gomera nos mandaron a Alfonso Prieto.
El enano Caudillo español no solo nos remitió desterrados carpetovetónicos. Con el permiso del gobierno fascista español, con la garantía de la embajada española en París, y tras una reunión en Madrid en 1960 entre el ex ministro nazi-falangista Serrano Suñer (“el Cuñadísimo”) con el general Raoul Salan –el más condecorado del ejército francés- contrario a la independencia de la colonia francesa de Argelia, España da protección a la idea de luchar contra la “entrega” de Argelia a los argelinos, pensando Franco que ese paso se trasladaría, tarde o temprano, a Rio de Oro-Sahara y al resto de las colonias africanas, Canarias incluida. De todas formas, el enano dictador con la estrategia reptilesca que le caracterizaba, al mismo tiempo que acogía a los disidentes franceses pasaba armas egipcias y españolas para el FLN argelino. Resultado de esa cooperación española, en febrero de 1961, en el Hotel Princesa, piso 12 de la Torre de Madrid en la Plaza de España de la capital de la metrópoli, se funda la OAS, “Organisation de l’Armée Secrète” que llegó a contar con más de 3.000 militantes, un tercio de ellos armados que, en solo su primer año de existencia, realizó en Francia más de 750 atentados y miles de asesinatos en Argelia.
La OAS puso en un serio peligro al estado francés y se estableció un acuerdo Franco-De Gaulle de forma que España seguía protegiendo a los militares de la OAS pero, al tiempo, los mantenía vigilados en sus actuaciones. De esa forma a la isla de La Palma le tocó su cuota de importantes confinados, esta vez franceses. A fines de octubre de 1961, debidamente custodiados por 11 policías españoles, desembarcaron en Santa Cruz de La Palma, tras llegar en avión a Tenerife, los mandos de la OAS Pierre Lagaillarde- fundador junto a Salan de la OAS- los coroneles Antoine Argoud –que se fugaría de La Palma y colaboraría en el atentado de Petit Clamart contra De Gaulle- y Charles Lacheroy, además del “pied noir” Joseph Ortiz y de Michel Fechoz. A ellos se unirían en diciembre Alain Sarrien y Jorge D’Antes. La derrota del ejército colonial francés y la independencia de Argelia el 5 de julio de 1962 privaron de objetivos a la OAS y, al mes siguiente los deportados franceses abandonaron su confinamiento palmero. La OAS se disolvió oficialmente donde se fundó, en España, en 1963. Muchos de sus militantes pasaron a ser mercenarios enrolados por la policía española en los GA y otros grupos de las cloacas del estado. Bastantes otros terminaron en la red clandestina anticomunista GLADIO, dirigida y financiada por la CIA, el M16 y la OTAN en el período de la Guerra Fría contra la URSS.
La última utilización –por ahora- por España de su colonia canaria como penal de destierro fue con los 11 presos de ETA que, en la noche del 22 de diciembre de 1998 fueron trasladados a España en un avión militar.
Los tiempos mandan y Canarias, de un brinco, pasa de ser colonia penal a convertirse en el resort preferido de políticos españoles corruptos pagado con dinero público. No cuento aquí a la caterva varia de ministros y otros caballeros de parecido pelaje que venían a Canarias “oficialmente”. Ni siquiera el de aquel ministro de agricultura franquista que, viendo desde lo alto el terrible destrozo causado en la platanera por un temporal, exclamaba al ver las matas caídas: “Al menos salvarán la madera”. El verdadero iniciador de este turismo tan específico fue, nada menos, que el inefable autor de la esperpéntica frase de “Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político”, el Sr Rajoy, presidente perfecto del estado hecho a la medida española, que en la primavera de 2004, para reponerse de la derrota electoral ante Zapatero, recibe como regalo un viajito y unas vacaciones familiares con Elvira y Marianito Jr. en Maspalomas.
Alega el Presidente que su jolgorio canario fue un regalo del PP para endulzarle el disgusto, pero fue Francisco Correa y la trama Gürtel los que pagaron el escarceo veraniego del presidente español a través de su agencia de viajes “Pasadena S.L.” que, además, era la agencia usada por el PP para sus desplazamientos públicos y privados desde que el corrupto Francisco Álvarez Cascos –ahora con un alzhéimer galopante que hace que no se acuerde de nada de la trama de sobresueldos y corruptelas peperas- introdujo a Correa en la trama de corrupciones, trapisondas y amaños del PP. La trama Gürtel pagó, además de la estancia, los viajes de Mariano, Elvira, Marianito y una criada a su servicio, mientras que el ministerio de la presidencia pagaba los escoltas que lo acompañaron. Pablo Crespo, el adjunto de Correa, comentó que “pagamos a este hijo de puta de Rajoy el viaje para que se largase a Canarias a llorar sus penas porque había perdido las elecciones, y encima se llevó a la familia” (El Plural 1 Feb 2015)
El siguiente político protervo fue el pájaro de José Antonio Monagas, presidente entonces de la Junta de Extremadura y Senador español. Se pueden, sin embargo, perdonar sus 32 viajes a Canarias en 1ª clase de Iberia entre 2009 -2010 a cargo del Senado español porque, dejando a su esposa en Extremadura venía a ver a su novia, la colombiana militante del PP de Tenerife Olga Mª Henao. Claro que, por amor y con el aliciente pecaminoso de extramatrimonial, todo se perdona, pero el Senado español, a partir de ahí reformo su política de viajes pagos de los senadores.
Nos queda por recordar al criollo José Manuel Soria, cuyo acendrado patriotismo español –y sus manejos- lo llevaron de alcalde de Las Palmas, presidente del Cabildo grancanario, senador español y presidente del PP de Canarias, al ministerio de Industria, Energía y TURISMO del gobierno Rajoy. El corrupto Sr. Soria veraneó durante 5 años en el Gran Hotel Volcán de Lanzarote –uno de los 20 ilegales que su ministerio toleraba y amparaba- propiedad del lanzaroteño Enrique Martinón Armas, cabeza del Grupo Martinón, cuya red hotelera se extiende por Canarias, Cuba con Cubanacan (ahí le echó una mano Román Rodríguez cuando presidía el gobierno autónomo canario), República Dominicana y México. Esa amistad del criollo -panameño de vocación- Soria con Martinón, aparte de esas lujosas vacaciones en el Volcán, le valieron al entonces ministro otra no menos lujosa en 2015, en la suite del Breahtless Punta Cana Resort & Spa por la que pagó la ingente suma de 283 € ….por el uso del spa. El resto de la estancia en la suite de lujo, fue el regalo de su amigo Martinón en sus instalaciones dominicanas, como acredita sentencia judicial 51/2017 del Juzgado de Primera Instancia de Madrid nº 99.
La magnitud de la corrupción que afecta a la política española, que ha llevado incluso al presidente del gobierno ante un tribunal –no podemos decir “frente a” porque lo sentaron a su diestra y a la misma altura, sin miradas de cómplices fijas en su nuca- es tal que produce un aire mefítico que afecta a la metrópoli y, cómo no, a esta colonia africana. ¿Seremos capaces de librarnos de tanta deshonestidad, de tanto ladrón de cuello duro?
Mi amigo “Fele” (Félix), un viejo barquero del Pris tacorontero que ya mora en el recuerdo, ante esta deriva de Canarias de colonia penal a colonia veraniega de corruptos, hubiera exclamado “Jéchate a riir, jarto di’agua”
Francisco Javier González
Gomera a 28 de julio de 2017