El municipio de Tías acogerá este viernes 21 de octubre a las 19:00 horas en el Teatro Municipal de Tías un cortometraje de 17 minutos en el que se recogen los testimonios de 12 vecinos de Tías. Un puzle diverso, amplio y con el que se logra saber algo más sobre la vida real de personas que les tocó vivir y padecer los llamados años ruines. El documental, con guion y dirección de la periodista Concha de Ganzo, contará con la presencia de la mayor parte de sus protagonistas. También se presentará un libro donde colabora Rubén Acosta con hermosas fotografías en la que se hace un perfil de cada uno de estos vecinos.
Con este trabajo se trataba de buscar a doce vecinos de Tías para que cada uno ofreciera una mirada diferente sobre este municipio. La mayor, Domitila tiene 99 años, y sus palabras resultan muy reveladoras y provocan dolor. Su relato, a pesar de la forma tranquila en la que lo cuenta, te deja con mal sabor “aquellos años ruines fueron tan malos para muchos”.
Y al hablar de Tías hay que hablar de los pescadores de La Tiñosa, Emilio Pérez y Modesta Marrero ofrecen esa visión entre la nostalgia y la dureza de aquellos que sienten pasión por la mar.
Y algo en común en las mujeres. La mayoría van a la escuela unos años y de inmediato tienen que ponerse a trabajar, en la casa, en el campo, y lo ven normal. Ángela Pérez Fernández cuenta que se hacía las bragas con la tela de los sacos de azúcar que venía de Cuba.
Para ofrecer otros enfoques aparece Lázaro Martín con ese amor desmedido por la iglesia de La Candelaria, que le viene de familia, su padre también se dedicó a cuidar de la imagen y tocaba el órgano.
Blanca Nieves Borges es una artesana de los telares. Tiene un telar en su taller que tiene más de 200 años.
Con Juana Saavedra se rompe la uniformidad del relato, representa a la mujer adelantada a su tiempo en todo: en ponerse minifalda, en separarse, en abrir un negocio y en luchar mirando siempre hacia adelante.
Urbelindo García como encofrador ofrece esa otra realidad que supone el gran cambio. De apenas ganar unas perras, en el campo, en la mar, cuando logra trabajar en el Hotel Fariones llega a tocar el cielo, dice que su sueldo como encofrador era de rico. Hasta su padre se quitaba de la puerta para dejarlo pasar.
Caridad Cejas Machín, campesina indomable, cuida de su hijo con problemas graves, atiende a sus cabras y conduce
Josefina Gopar Hernández, puso una tienda en La Tiñosa, tuvo que aprender algunas palabras en inglés para atender a los primeros turistas.
Antonia García Álvarez, trabajó en el aeropuerto como limpiadora, y cuidó de sus padres, de su tía, y de sus hijos, dos de ellos con discapacidad.
Matula García Hernández, su madre llegó a tener 15 hijos, y ella como hermana mayor tuvo que ponerse a los mandos de la casa, como no llegaba al fuego se subía en un banquito, y jamás se quejó