La organización transformadora insular Somos Lanzarote propondrá en el pleno del Cabildo, así como en las comisiones de política territorial de la institución insular, que se analice y establezca cuál es la capacidad de carga turística de enclaves protegidos como el Archipiélago Chinijo, incluida la isla de La Graciosa, o las playas del espacio natural de los Ajaches, conocidas como “Playas de Papagayo”.
Buscan con ello poner coto la sobrexplotación y masificación que se viene observando en los últimos tiempos y que “irremediablemente está derivando en un proceso de deterioro no solo medioambiental, sino también del propio destino turístico, poniendo en juego su sostenibilidad, tanto desde el punto de vista natural como social”.
Por ello, desde Somos Lanzarote propondrán que tanto el Plan Insular de Lanzarote como los Planes de Uso y Gestión de las diversas zonas protegidas –la mayoría actualmente en tramitación- incluyan un análisis exhaustivo de la capacidad de carga humana de estos espacios, o lo que es lo mismo, que definan, tras un análisis riguroso, a partir de qué límites se pone en riesgo tanto a los ecosistemas como a otros indicadores de calidad ambiental y de bienestar para los vecinos de los entornos afectados, para su control por parte de las administraciones competentes.
Más calidad, menos masificación
Tal y como explica el portavoz de la formación asamblearia en el Cabildo, Tomás López, “la riqueza y fragilidad paisajística y ambiental de Lanzarote, La Graciosa y el resto del Archipiélago Chinijo exigen una planificación inteligente, máxime ante este eventual repunte turístico que estamos viviendo, si realmente queremos proteger nuestros espacios más valiosos y asegurar su sostenibilidad y rentabilidad futura”.
Por ello, junto a otros retos de la planificación territorial como la definición de la capacidad de carga hotelera y extrahotelera o la regulación efectiva del alquiler vacacional, consideran urgente “acercarse a la realidad de los espacios protegidos concretos que están sufriendo los efectos de la masificación, como la Isla de La Graciosa o las playas del sur de Lanzarote, y delimitar, como ocurre en tantos lugares similar valor ambiental, cuánta población de paso cabe sin que con ello se dañe al entorno ni la calidad de vida de la población residente”.
Para Somos Lanzarote es necesario que el Cabildo encargue a los equipos redactores de los diferentes planes un análisis y evaluación exhaustivos de esta capacidad de carga desde una perspectiva ambiental, pero también social y turística, para que sus conclusiones puedan ser luego debatidas y consensuadas con el resto de actores sociales de las islas de Lanzarote y La Graciosa.
A juicio de Somos Lanzarote esta es una de las medidas indispensables para que la isla pueda retomar “la senda de la planificación y el control de sus recursos ambientales y de la mejora de la calidad turística, que resulta a todas luces incompatible con la masificación y el descontrol en el que se ha sumido la industria turística insular”.