Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario
El destino del pueblo kurdo estuvo en manos británicas cuando, después de tomar Bagdad en la I Guerra Mundial, el ejército británico nombró gobernador de Mosul a Mahmud Barsandyi, dirigente kurdo, pueblo que esperaba obtener un Kurdistán independiente como contraprestación por haber luchado contra los turcos, pero el fracasadoTratado de Sévres de 1920 no dió a los kurdos mas que una promesa de independencia rechazada por Irak, próximo a conseguir la independencia como colonia británica. Barsandyi declaró la independencia del Kurdistán y los británicos lo deportaron a la India, restableciéndolo en 1922 como gobernador de Mosul.
El Tratado de Sèvres no abolió el Sultanato, en contra de las expectativas generales, mientras que se le permitía a la reducida autoridad imperial retener Constantinopla y una pequeña franja de territorio alrededor de la ciudad, cerca de la Tracia oriental, en poder de Grecia. También se buscó que las orillas del Bósforo y los Dardanelos se internacionalizaran para garantizar el paso libre y permanente hacia el Mar Negro a través de estas zonas. El interior de Anatolia, el primer asiento histórico del poder otomano, permaneció bajo soberanía turca, pero con algunas zonas de ocupación francesa y griega, como fue el caso de la región de Esmirna.
El Reino Unido, por su parte, como Francia, obtuvo casi todas sus pretensiones territoriales, cumpliendo el acuerdo secreto de Sykes-Picot rubricado con Francia en 1916, que estipulaba zonas de control francesas, británicas e internacionales cuando se terminara la guerra, a medida que el Imperio Otomano resultara derrotado. Efectivamente, al final de la contienda, los británicos ocuparon Irak y los franceses Siria, además de establecer un régimen de control colonial internacional para la región de Gaza y la Ciudad de Jerusalén, casi exactamente como establecía el texto del acuerdo.
Los términos del Tratado de Sévres eran bastante duros y, aunque el sultán aceptó tales concesiones, Mustafá Kemal, ahora opositor de la Autoridad Imperial Otomana, se opuso rotundamente y se alzó en armas posteriormente contra los ocupantes vencedores (mayoritariamente Grecia, Armenia y, en menor medida, Italia, Francia y el Reino Unido) y contra las del Sultán. El fallido proyecto del Tratado de Sévres, que nunca fue ratificado ni entró en vigor, reconocía el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades de los antiguos imperios y preveía la creación de un Estado kurdo. El Tratado y, en concreto, el artículo 62 definió las fronteras y la hipotética composición del futuro Kurdistán. Este tratado suponía la destrucción militar, económica y política total del otrora poderoso Imperio Otomano y el germen del la República de Turquía.
En conclusión, al terminar la I Guerra Mundial, Francia y Gran Bretaña se repartieron los despojos del Imperio Otomano, pasando Kuwait a ser una colonia británica separado del recién creado reino de Irak, que lo reclamaba como provincia, alegando el sometimiento histórico de esa zona al gobierno de Bagdad.
El tratado de Lausana (1923) anuló el de Sévres y, por lo tanto, sus disposiciones en favor de los kurdos y armenios. Turquía reivindicó Mosul pero, en 1925, la Liga de Naciones apoyó la reivindicación británica de que se integrara en Irak, así como la región kurda. Tras el Tratado de Lausana el Kurdistán sería dividido entre Turquía, Siria, Irán, Irak y la URSS.
Tras la II Guerra Mundial y el inicio de la descolonización se trazaron las fronteras actuales de los estados en los que se halla dividido el Kurdistán, creando un conflicto permanente, al que el complejo industrial-militar no está dispuesto a renunciar: los kurdos, dirigidos por Mustafá Barzani, se rebelaron, siendo brutalmente reprimidos, refugiándose unos 10.000 en Irán y Barzani en Moscú; la revolución de 1958 en Bagdad destruyó la alianza entre los tres estados antikurdos de Irak, Turquía e Irán. En 1961 los kurdos se rebelaron nuevamente, iniciando el ejército iraquí una campaña de gigantescas proporciones contra ellos, haciendo uso de bombas y aviones porta-cohetes. El febrero de 1963 el general Aref, con el apoyo de los nacionalistas anticomunistas panárabes del partido Baas se alzó con el poder en Irak, entablando conversaciones con los kurdos, prometiéndoles una especie de autonomía, negociaciones que se rompieron al ser detenidos los negociadores kurdos; el ejército iraquí, apoyado por Siria, donde el Baas también había accedido al poder, desencadenó una campaña contra los kurdos todavía más feroz que la de 1961-2. A principios de 1964 se inició una frágil tregua, renovada en 1970 por el presidente al-Barkr y su vicepresidente, Saddam Hussein, obteniendo Barzani un nuevo acuerdo de autonomía que, nuevamente, fracasó, entre otras razones por la disputa sobre el status de Kirkuk. Cuando Irán e Irak se unieron contra los kurdos, Barzani se refugió en Estados Unidos, pero las relaciones entre ambos países eran malas, lo que ofrecía oportunidades armamentísticas a Estados Unidos, declarándose la guerra entre Irán e Irak durante 1980-88.
El sha de Persia se opuso a la rebelión iraquí de 1958 e intentó que los chiítas y kurdos, a los que apoyó decididamente, tuviesen protagonismo en el gobierno de Irak. En 1980 Irak contraatacó apoyando a los kurdos de Irán en sus reivindicaciones independentistas. Cuando los kurdos iraquíes pidieron el apoyo del exiliado Jomeney, Saddam Hussein los atacó con armas químicas, suministradas por Estados Unidos (genocidas e indiscriminadas armas de destrucción masiva, que luego el trío de las Azores: Bush, Blair y Aznar utilizaron como excusa para invadir Irak).
En 1938 se descubrió petróleo en Kuwait, cuya independencia se negoció en 1961. El Jeque Sabah se proclamó Emir y asumió todos los poderes. Irak se negó a reconocer al nuevo Estado, pues sostenía que era una creación artificial de los ingleses para conservar el acceso al petróleo. Las tropas inglesas se quedaron para defender la ocupación del emirato hasta que fueron sustituidas por tropas de la Liga Árabe.
El 2 de agosto de 1990 Irak recuperó Kuwait, amenazando los intereses gringos y británicos pues, finalizada la II Guerra Mundial, el Emir Ahmad Jabi al-Sabah había otorgado la concesión de las explotaciones petrolíferas a la Kuwait Oil Co. (integrada por la BP británica y la Gulf norteamericana), lo que dió una nueva oportunidad de negocio al complejo industrial-militar organizado bajo el paraguas de la OTAN.
Durante la guerra del Golfo y al finalizar esta los gringos confiaban que kurdos y chiítas se rebelaran contra Saddam Hussein. Los aliados turcos de Bush (padre) se oponían a la independencia o autonomía kurda y los aliados saudíes (sunitas) se oponían a un reconocimiento similar para los chiítas. El gobierno turco aprovechó la oportunidad brindada por la guerra del Golfo para perseguir a los kurdos en Irak.
El 20 de marzo de 2003 los presidentes de USA, Reino Unido y Reino de España, Bush (hijo), Blair y Aznar, respectivamente, representantes políticos de los intereses del complejo industrial-militar, invadieron Irak bajo las falsedades de que poseía armas de destrucción masiva (las había suministrado USA y habían sido utilizadas en el genocidio del pueblo kurdo), apoyaba el terrorismo y lograr la libertad del pueblo iraquí, en una guerra ilegítima al carecer del apoyo de las Naciones Unidas y cuyos responsables aún están pendientes de ser juzgados por crímenes de guerra y genocidio por la Corte Penal Internacional, guerra en la que han muerto casi un millón de civiles inocentes y cuyas secuelas aún perduran mediante el terrorismo yihadista desatado en todo el mundo y de los que, en última instancia, son los únicos responsables, con el regocijo y beneficio del complejo industrial-militar que, atentado tras atentado, incrementa su cuenta de resultados.
Desde el 11 de enero de 2013, fecha de lanzamiento de la operación Serval que ha visto aterrizar al ejército francés en Azawad, el ejército maliense, con al apoyo militar de Francia, atacó posiciones del MNLA (Movimiento Nacional de Liberación del Azawad). Centenares de vehículos del ejército maliense, que gobierna el país tras un golpe de estado, atacaron el miércoles 5 de junio las posiciones tuaregs en Aneffif, produciéndose violentos combates entre las dos partes. Este ataque, en víspera de las negociaciones, cuestiona la voluntad real del ejército de Malí (un estado al que la misma Francia dibujó sus contornos en 1960, del que saquea el radioactivo uranio para sus centrales nucleares) y de Francia por encontrar una salida pacífica y negociada al conflicto del Azawad.
Como respuesta a los atentados del viernes 13 de noviembre de 2015, Francia, en “legítima defensa” contra el grupo que ataca dentro de sus propias fronteras, despachó en apenas 48 horas, el domingo, 10 cazabombarderos Rafale desde Emiratos Árabes Unidos y Jordania para bombardear Raqa. La llegada del “Charles de Gaulle”, con otros 25 aviones de diferentes tipos, incrementa notablemente la capacidad de ataque francesa.
La fuerza aérea rusa ha desplegado más de 50 aviones y helicópteros, que incluyen Sukhoi-34 y Sukhoi-27SM, cazas Su-30sm, bombardeos estratégicos Tupolev-22M3, Tupolev-160 y Tupolev-95S, así como helicópteros Mil Mi-8 y Mi-24.
Fue el pasado 3 de marzo, 19 días antes de los atentados, cuando Bélgica comenzó a debatir en el Parlamento si debía o no enviar aviones F-16 para responder a la petición de EEUU de reforzar la lucha contra el Estado Islámico.
El primer ministro belga, Charles Michel, confirmó el 25 de marzo de 2016 que Bélgica enviará próximamente cazas F-16 para bombardear al Estado Islámico (EI). Bélgica había participado en la campaña de ataques de la aviación contra el EI en octubre de 2014, por lo que se trata de “reanudar” la misión, a partir del 1 de julio con seis cazas, según dijo el ministro belga de Defensa, Steven Vandeput, a la cadena RTL.
Bélgica ocupa el décimo puesto dentro de los países de la Unión Europea en gasto militar al que dedica un 1,12% de su PIB, casi 4.000 millones de euros anuales. España, por ejemplo, ocupa el quinto lugar, dotando a esta partida con algo más de 17.000 millones.
La coalición liderada por EE.UU. ha lanzado más de 5.400 ataques desde el aire contra posiciones de los yihadistas en territorio iraquí desde el 8 de agosto del 2014.
Como en Siria, la mayor proporción de incursiones corresponden a las fuerzas estadounidenses, pero también han llevado a cabo bombardeos Reino Unido, Holanda, Francia, Canadá, Australia y Dinamarca.
Baréin, Jordania, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, por su parte, también han llevado a cabo intervenciones.
Es inevitable mencionar el hecho de que el gasto militar en los países de la Unión Europea ha disminuido un 40 por ciento durante la crisis iniciada en el año 2008 que, sin embargo, todavía supera los 250.000 millones de euros.
¿Son realmente efectivos los bombardeos contra el Estado Islámico? Probablemente no, produciendo miles de damnificados inocentes, incluidos los niños, pero dan mucha “guita”. Por cierto, los bombarderos funcionan con queroseno, una fracción ligera destilada del petróleo.
Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario