HIJOS DE CANARIAS
La sociedad canaria es muy consciente de su situación. Con mayor o menor profundidad pero un sentido común tan obvio como el instinto de supervivencia, una inmensa mayoría del pueblo canario y quienes en este país residen, tienen claras las problemáticas que nos azoran desde siempre. Pero el conocimiento y padecimiento de las mismas no son suficientes para obtener un posicionamiento de rebeldía canalizada ante ellas. En la psique colectiva del pueblo canario la resignación, la evitación y la búsqueda de un mal menor en vez del afrontamiento de plano de la situación problema son una evidencia. El enemigo político, el colonialismo, sabe además qué resortes debe tocar, qué emociones explotar y tiene los suficientes medios para inocular masivamente todo ello para que el independentismo resulte a los ojos de una inmensa mayoría de la sociedad canaria poco menos que el diablo, la utopía, el caos y la sinrazón personificada. Nosotro@s y nuestras resistencias a hacer las cosas de otro modo tampoco es que ayuden mucho a desenredar tamaña farsa y trama maquiavélica. No hay ningún sector de la sociedad canaria que perciba en la independencia una salida a sus penurias, dificultades y anhelos. Es rigurosamente cierto que nada podemos esperar ni ahora ni nunca de aquellos sectores acomodados y enriquecidos porque su status quo está íntimamente ligado a que todo siga atado y bien atado por y para el colonialismo. Pero es que tampoco será viable atraer a nuestras tesis y propuesta política a las clases medias sin un Proyecto de País que les haga visualizar que una alternativa Independentista les serviría para ganar en bienestar, en derechos, en mejores horizontes. Los Independentistas hemos puesto muchas veces nuestras esperanzas en las llamadas clases populares, creyendo que sus penurias, su abandono y maltrato por el poder les haría más atractiva una alternativa que pudiera cambiar radicalmente su suerte y su destino. Craso error de cálculo el nuestro, porque es en el seno de estas últimas donde más ha cuajado el españolismo, casi en cantidad directamente proporcional a la ignorantación extendida por los barrios y zonas menos desarrolladas del país. Una y otra vez los Independentistas hemos creído que describiendo lo mal que estaba el país en su conjunto, mayores posibilidades teníamos de captar y hasta capitalizar esa rebeldía, para comprobar cómo una y otra vez el apoyo a los partidos aliados del colonialismo crecía por turnos o simplemente la antipolítica se convertía en el refugio estéril de una ciudadanía harta pero eunuca.
A los Independentistas nos queda la enorme tarea de levantar un Proyecto de País que haga atractiva, viable y deseable la independencia. Y no hablamos de un programa electoral o de una serie de puntos con que aglutinar a los ya convencidos de la causa. Hablamos de una alternativa sería, meditada, bien justificada y argumentada, sostenida y defendida por cuadros políticos, actores sociales y profesionales que proyecten confianza, credibilidad y solvencia. Un Proyecto de País que explique y ponga sobre la mesa la economía, la sociedad y las garantías que proporcionaría a mejor un Estado canario. Un Proyecto de País que convenciera a canarios de nacimiento, pero también de arraigo, de simpatía e identificación con el País que un día aquí los acogió. Un Proyecto de País que dejara muy claro que no es un viaje a peor, tampoco para lo mismo que ya existe, ni para emular ni copiar recetas de ningún sitio.
Ese Proyecto de País, esa visualización de que somos alternativa y no locura, que somos cambio a mejor y no más de lo mismo, que abrazamos dar respuestas para la mayoría social y no ser un Pepito-grillo de irreductibles, es lo que estamos obligados a construir en los próximos años. Quien quiera seguir viviendo en la nostalgia del buen aborigen, en la revolución televisada, en la resignación y la pataleta infantil que a les acompañe a su tumba estará en su pleno derecho de hacerlo, pero hace mucho que la alarma del reloj que marca la hora del pueblo canario suena y todo tiempo pasado ya sabemos que sólo ha sido para peor.
En 2019, Hij@s de Canarias, comenzará esa ardua pero necesaria tarea. Quien quiera abrazar ese reto, ese trabajo, ese objetivo patriótico, tiene las puertas y ventanas abiertas. Toca hacer y dejar de decir.