Diallo Ablaye, vicepresidente fundador de la fundación de Sur Cooperación internacional, Representante Internacional de la Organización Panafricanista Mundial OPAM-WOPO/OPDH y Secretario de CONAICOP (Consejo Nacional e Internacional de la Comunicación Popular) en la diáspora africana.
Hablamos a menudo del conflicto en Ucrania, del genocidio en Palestina. Sin lugar a dudas, todo lo que hablemos será poco para que todo el mundo lo tenga cada vez más presente y que así se logré la paz. Pero sería terriblemente injusto ignorar lo que está sucediendo en el Congo (RDC).
Seguro que a muchos les surge casi automáticamente la expresión “irse al Congo belga” como para referirse a un lugar sumamente remoto, casi inexistente. No es algo casual, pues la historia del país va unida tristemente a la de Bélgica y el Congo sigue siendo un país en el olvido que no ha conocido paz desde hace muchos años.
Leopoldo II de Bélgica dirigió el Congo como Colonia belga desde 1885 hasta 1908. Se trataba de un proyecto privado encabezado por él mismo. En ese periodo se produjo el exterminio de 15 millones de personas en Congo.
El extractivismo en aquel tiempo se basaba en el Caucho y el Marfil. Entre las muchas barbaridades, el patriarca Leopoldo ll mandaba cortar las manos y los pies de los niños que no recolectaban lo suficiente al final del día y la normalización de las mutilaciones genitales en mujeres y niñas. No fueron pocos los niños mutilados, al punto de que son típicas las manitas de chocolate en Bélgica, como una tradición “simpática”, en memoria de la lejana colonia. “Durante la década de 1890 y gracias a la amplia utilización de esclavos africanos, se construyó la red de explotación sistémica de los recursos naturales del Congo que sigue hasta hoy día manteniendo a los países africanos en la miseria y en un caos permanente. La gestión del territorio se realizaba desde Bruselas, Leopoldo ll instauró un régimen de terror en el Congo, dado que resultaban frecuentes los asesinatos y las mutilaciones de masas. La violencia y el terrorismo fueron los recursos empleados para someter a los autónomos africanos, al igual que lo hacían, Francia, España, Portugal, Reino Unido y Alemania en el resto de países del continente africano donde habían remplazado la barbarie de la esclavitud por la violencia y el terror de la colonización.
Después, en 1908 el territorio adquirió el estatus de colonia Belga, hasta alcanzar su hipotética independencia en 1960.
Pero el genocidio en el Congo continúa en la actualidad. Mujeres y niños son masacrados con machetes, a balazos y luego ejecutados y abandonados en las calles. Miles de personas huyen de la violencia en el este de la República Democrática del Congo (RDC), mientras se intensifican los combates entre el ejército congoleño y el grupo de mercenarios armados llamados M23.
Desde la lejanía podría darnos por pensar que es algo que ya forma parte de su destino, como un designio natural. Pero evidentemente este pensamiento es una estupidez mezquina, pues no hay nada de natural en los genocidios.
Como es evidente, para realizar cómodamente el expolio, Occidente propicia la inestabilidad gubernamental de manera que no puedan prosperar las iniciativas de autogestión y buena gobernanza en los estados africanos. Cuando aparecen líderes potentes, panafricanistas y honestos se les asesina, como es el caso de Patrice Émery Lumumba,Thomas Sankara, Amilcar Cabral , Muamar Gadafi o panafricanistas como Martín Luther King Jr y Malcolm X. Así, los países colonialistas pretenden mantener eternamente esclavizada a la población africana y afro-descendientes.
Hoy en el Congo, ya no se trata del caucho y del marfil sino de la extracción de los enormes recursos que posee el país, como el Coltán, Cobalto, Litio, Zirconio, Bauxita, Oro, Diamantes, Fosfato, Petróleo, Gas, Cobre, etc. Todos los recursos naturales y minerales esenciales a la transición energética que nutren a la industria, la avaricia y la codicia occidental.
La segunda parte de esta injusticia ocurre mucho más cerca de nuestra casa, pero no por ello los africanos son vistos como gente que debería ser acogida y restaurada del mal que Occidente causa en África.
No conformes con el desastre producido, el sistema neocolonial se ocupa de criminalizar y difamar a las víctimas. Actualmente el auge del fascismo y los discursos de odio de la extrema derecha pone en peligro a los ciudadanos africanos, que son regularmente maltratados, humillados, discriminados y sus derechos humanos pisoteados en total impunidad en los países occidentales.
«Los países occidentales quieren los recursos naturales africanos pero no quieren a los ciudadanos negros africanos», escribe Diallo Ablaye en su cuenta de X y AFIRMA QUE HABLA POR CONOCIMIENTO DE CAUSA DADO QUE ÉL MISMO VIVE AMENAZADO DE MUERTE POR HABERSE ATREVIDO A DENUNCIAR LAS GRAVES VIOLACIONES DE DDHH, DEL DERECHO INTERNACIONAL, LOS ABUSOS,EL RACISMO INSTITUCIONAL Y DENEGACIÓN DE JUSTICIA A LA QUE HACE FRENTE DESDE HACE MAS DE CINCO AÑOS EN LA CIUDAD DE BILBAO,EN ESPAÑA , SITUACIÓN QUE MUCHOS MIGRANTES AFRICANOS SUFREN EN SILENCIO POR MIEDO A REPRESALIAS.
Cuando los africanos se ven obligados a abandonar sus países, entonces occidente considera que le molestan estas personas en situación de urgencia. Para ellos niegan el auxilio mínimo humanitario y despliegan un discurso sembrado de difamaciones y odio hacia quienes huyen del desastre y de la miseria que ellos han producido y siguen produciendo en África mediante el saqueo sistemático de sus recursos naturales e injerencias políticas en los estados africanos.
Es de vital importancia dar visibilidad a los crímenes que están ocurriendo ahora en el Congo y en muchos países africanos, propiciar un relato que se ajuste a la realidad, para que cada vez más personas abandonen la visión violenta y racista con la que contaminan nuestras mentes.
El mundo necesita nuevos líderes que trabajen para generar condiciones de reequilibrio en África, pero también necesita de la implicación de todos nosotros. Se requiere actuar en muchos campos en simultáneo: auto-organización y campañas de educación, tanto en África como en Occidente para la convivencia pacífica entre pueblos. Pero una cosa es clara, África no necesita de limosnas occidentales, ya que tiene riquezas suficientes; sólo basta con que detengan el expolio y los crímenes.
Diallo Ablaye es uno de estos líderes que está trabajando por esta causa desde el Movimiento Panafricanista Mundial .Pueden seguirle en las redes sociales.
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