Desde el nacimiento de Drago Canarias allá por 2022 se vienen sucediendo informaciones sin contraste, recurrentes afirmaciones carentes de respeto a la verdad, sin investigación de los hechos y sin perseguir la objetividad, aunque es perfectamente accesible.
Más preocupante es cuando se suceden en el tiempo sin darle la posibilidad a la sociedad canaria, de escuchar y conocer diferentes puntos de vista para poder valorar todas las afirmaciones que se vierten. Suponen también a nuestro entender una falta de respeto a una línea editorial consolidada. Una falta de respeto a más de treinta mil votantes canarios, y a un espacio político que no para de crecer y suscitar apoyos en todas las islas del archipiélago.
Podríamos dar numerosos ejemplos de bulos esparcidos durante esos dos años. Ahora resulta que somos adjudicatarios de la consideración de convocantes o provocantes de una manifestación como la del próximo 20A, y que ante la explicitación de que esto es falso e incierto, saltándose uno de sus columnistas el respeto a la verdad directamente ha recurrido al insulto personal hacia uno de nuestros concejales. Falta de educación y miedo palpable a voces disidentes no es una buena combinación.
Cierto es, que es un insulto canario, y si bien agradecemos que se potencie el léxico canario popular, el retintín y la socarronería, no podemos obviar que el ánimo en el que se dirige uno de los periodistas de “El Día” con más peso dentro del espectro mediático canario es profundamente despreciativo y que atenta contra la representación política que obtenida en las urnas y fruto de la libertad política de nuestra ciudadanía.
Es por ello que, aun siendo sabedores de que las inquinas personales, los odios ideológicos y los trabajos de descrédito sistemáticos encargados desde arriba a determinados periodistas son desgraciadamente comunes, consideramos que se está superando el límite razonable de criminalización de espacios políticos que persiguen un cambio de la realidad económica y social en Canarias. Consideramos que la profesión libre debería al menos invitar a que el periodismo sea eso, información veraz sin inquinas y con posibilidad de que la ciudadanía pueda conocer y contrastar diferentes versiones.