El acto contó con el respaldo presencial del Ayuntamiento de Arrecife, Ayuntamiento de Tias, Sociedad Torrelavega, Rotary Club Lanzarote y la Asociación Mercedes Medina. Disculparon su ausencia la alcaldesa Astrid Pérez, la presidenta del Cabildo de Lanzarote, María Dolores Corujo Berriel, el presidente de la Fundación César Manrique, la presidenta de la Asociacion Social y Cultural Mujer de Lanzarote Mararia y la presidenta de la Asociación de Mujeres Atria.
La familia de don Ginés de la Hoz, presidente de la Sociedad Democracia en el año 1944, estuvo presente con sus tres hijas, Maria Dolores, Maria de la Luz y Maria del Carmen de la Hoz Martín, por sus nietos y por sus bisnietos.
En el acto, el presidente de la Sociedad Democracia, Lorenzo Lemaur Santana, reclamó del Ayuntamiento de Arrecife y del Cabildo de Lanzarote que le sean otorgados a don Ginés de la Hoz Gil las distinciones de Hijo Predilecto de Arrecife y de Lanzarote.
La conducción del acto la llevó la periodista arrecifeña Eva Navarro, presidenta de la Asociación de Personas de Lanzarote y Fuerteventura, que leyó la glosa a don Ginés del Cronista Oficial de Arrecife, Antonio Lorenzo Martín, y la elegía de Benchomo Guadalupe, director del Archivo Municipal de Arrecife. Igualmente leyó una carta de Mercedes Maura Palarea Medina, hija de doña Mercedes Medina Díaz.
David de la Hoz, nieto de don Ginés de la Hoz, agradeció la distinción en nombre de la familia y puso el valor la labor realizada por los abuelos y abuelas que constituyeron el actual Arrecife y que hicieron gala de valores quizás hoy poco cultivados.
GLOSA DEL CRONISTA OFICIAL
Para el acto, don Antonio Lorenzo Martín, Cronista Oficial de Arrecife, dictó su glosa al homenajeado que, ante la imposibilidad de estar presente "por físicos propios de la edad", leyó la conductora del acto, Eva Navarro:
"DON GINÉS DE LA HOZ.
En primer lugar, mi adhesión más profunda a la designación de Socio de Honor
de don Ginés de la Hoz Gil, por la Sociedad Democracia de Arrecife y que hoy
se plasma en la solemnidad de este acto al que lamento no poder asistir por
limitaciones físicas propias de mi edad, y por lo que pido disculpas,
fundamentalmente a su familia.
Don Ginés, de hombría de bien y honestidad
reconocidas, es una de las personalidades más importantes en la historia reciente
de la Isla de Lanzarote. Deportista y fomentador del deporte; promotor de la
cultura y, fundamentalmente político, puso toda su labor en el bien de sus vecinos.
Hace poco tiempo me sorprendió oír el rumor de que alguien, posiblemente por
desconocimiento de esa labor, basado en la controvertida Ley de la Memoria
Histórica, y por el hecho de vivir en determinada etapa de la nación, había
propuesto la desaparición del nombre de don Ginés del callejero de la ciudad. Él,
y doy fe como testigo, que supo enfrentarse a un poderoso Gobernador civil, en
cuyas manos estaba la facultad de nombrar o cesar cargos políticos. La
precariedad económica de la Corporación de su presidencia, le impidió realizar
las ideas que, en beneficio de su ciudad tenía siempre en la mente. Alcalde que
diariamente caminaba, acompañado por algunos amigos y asesores, por las calles
de la ciudad anotando las deficiencias que encontraba para corregirlas.
Creemos
que su obra más trascendente fue el incondicional y fervoroso apoyo al proyecto
de instalación de la primera planta potabilizadora de agua del mar propuesto por
los hermanos Díaz Rijo. También podemos dar fe, por la convivencia como
miembro de su Corporación, de su convencimiento de ser la única fórmula de
resolver la secular sed de la Isla, incluso frente a otras, quizá inoportunas y
dudosas, que surgieron en ese momento.
El tiempo ha dado la razón a quienes
confiaron en el proyecto y hoy Lanzarote se encuentra entre las que acertaron en
la diana.
Creemos que, siguiendo el ejemplo de la Sociedad Democracia, nuestras
Corporaciones Públicas; la de Arrecife por ser uno de sus hijos ejemplares, y la
Insular, dada la enorme importancia de su colaboración en la solución del
siempre acuciante problema del agua, tienen en sus manos el otorgarle los más
altos honores.
Antonio Lorenzo. Cronista Oficial de Arrecife."
BENCHOMO GUADALUPE: "MIRADA DE ÁGUILA, ESTATURA DE FARO"
Acto seguido, la periodista Eva Navarro, con la calidad propia de su dilatada actividad como corresponsal de Televisión Española, leyó igualmente la elegía a don Ginés del director del Archivo Municipal de Arrecife, Benchomo Guadalupe, que reproduzco íntegra y literalmente:
"Don Ginés de la Hoz: Mirada de águila y estatura de faro.
Prólogo. Sobreviene al mundo un 27 de diciembre de 1918 el infante Ginés. El que será el futuro alcalde responsable de grandes proyectos en la expansión de nuestro Arrecife. Justo al día siguiente se celebra en la sala capitular bajo la presidencia de don Nicolás de Paiz el primer pleno que se producirá desde su alumbramiento. Asuntos de la cotidianeidad municipal: Queda desierta la subasta para el abastecimiento de carne de vaca para esta población, por lo que se acuerda contratar dichos servicios con las condiciones más favorables para los intereses del vecindario, quedando libre el expresado abastecimiento de carne para que se puedan sacrificar las reses que se presenten, a condición de qué el precio de la carne no exceda de una peseta ochenta céntimos el kilo.
Buena noticia es asimismo el haber obtenido urbanizaciones del gobierno por el ministerio de instrucción pública para una cantina escolar con destino a los locales de 1º enseñanza de la ciudad.
Es época ardua donde la mortalidad infantil está a la orden del día, de cada diez niños que nacen vivos, dos o tres no conseguían superar el primer año de vida. Dicha situación dramática no puede ser sino el reflejo de una población pre urbana, en la que la mayoría de la población está escasamente instruida por no decir que se hayan inmersos en el analfabetismo amen de la extrema pobreza hacia de esta clase social un ente ajeno a las condiciones higiénicas y los avances médicos.
Empero, sin entrar en lo puramente biográfico y en la frialdad de los números, he preferido reseñar el ser, la persona, el hombre consagrado a la política, con la pureza del término primigenio de dedicación a los asuntos de la ciudad.
Humano: Un corazón generoso es siempre vulnerable. Es digno percatarse de las propias deficiencias, pues así es posible disculpar las de los demás. La vida vale por la serie de rectificaciones y de ajustes que tenemos que introducir, tarde o temprano, en nosotros mismos. La confesión al fin qué es, sino un reajuste, una rectificación sincera de todo humano. ¿Acaso la inteligencia no va de la mano de la bondad y viceversa?
Su pariente Agustín de la Hoz, hubiese dicho de él sobre su labor en la administración que tal vez la sociedad no había madurado lo suficiente o ellos mismos no podían advertir con claridad lo que se les aparecía con un reflejo de futuro. Las resultantes vitales de una sociedad cristalizan por lo común en un hombre, en un grupo humano reducido. El tiempo para ese hombre o grupo, resulta ser siempre una dimensión distinta a la de la masa central del resto de la sociedad. Un hombre nunca vale, ante los demás por sí mismo, sino por su circunstancia, por sus acciones, por su momento. La sociedad le utiliza como caballo de carga, como explorador o vocero, pero solo se deja llevar cuando la pendiente está ya a su favor. La historia en mayúsculas arrastra en sus páginas cientos de ejemplos vivos de ese descompensamiento. Cuántos habrá ahora en ese momento que nos estemos perdiendo, a la sombra de ideologías crepusculares, a los sistemas políticos y sociales temerosos de los que insurrectos puedan levantar la mano y desmontar de un soplo lar argumentaciones de arena que se sustentan sobre el atril de una comparecencia de gobierno.
Personalidad y mérito: La personalidad la conforman todas aquellas particularidades que distingue a una persona de todas las demás. Por desgracia la personalidad más corriente suele ser la del necio, como ya cantaba el trovador cubano Silvio Rodríguez, pues el necio cuando se inviste de autoridad resulta un señor feudalillo agresivo, un enarbolador de la bandera de la necedad superlativa. Esta es la personalidad predominante de tantos y tantas impersonales que la gente aplaude a mandíbula batiente deslumbrada por un discurso aprendido, repetitivo e hiperbólico, más vacuo de contenido para quién posee las dotes de saber escuchar y no solamente oír.
Saber escuchar: Disraell comentó en el parlamento inglés: señores, tenemos tantas cosas que contestar, que vamos a callarnos. Ese es el espíritu que debería pulular en las sesiones gubernativas.
Un filósofo francés adujo que conviene tener voluntad de escuchar. Aunque él la utilizaba en un sentido trascendente, la escucha de Dios. Pero creo que no habría inconveniente en aplicarla también a lo más mundano y cercano. Debería prestarse atención no sólo al diálogo, sino también a la escucha. Es la única forma de que el diálogo no se convierta en lo contrario a sí mismo.
Hubo un tiempo, no muy lejano, el tiempo de don Ginés, donde el diálogo servía para resolverlo todo, un lugar común donde se exponían las respectivas tesis y se combatía dialécticamente. Verdaderos titanes pugilísticos dialógicos. Hoy en contrapartida se apela a la escalada de tono y uso de palabras malsonantes cuando no soeces o manifestación del insulto libre, sin más profundidad discursiva que el descalificativo gratuito y de baja estofa y obviamente sin la menor intención de escuchar al prójimo. La finalidad es imponer la opinión, las más veces sin criterio o fundamento alguno. Podemos presenciar cómo se censura el cigarro que antaño cimbreaba entre los dedos de un señor grandilocuente, pero se aplaude la descalificación y la humillación del contrario. Es al menos curioso que ya desde la época de los sesenta ya se prevenía de la mayoría domesticada, adormecida o desengañada por las tenaces y sutiles maniobras del control que algunos han querido imponer con tan viles métodos. Por ello la urgente necesidad del dialogar, de crear un espacio al margen de la mediocridad imperante donde se expongan verdades a fuego sin temor a represalias, sin el señalamiento practicado con disimulo, ¿o tal vez las cazas de brujas nunca concluyeron
La Popularidad: La personalidad no es una virtud, no es potestad del alma ni radica en el cuerpo; es una consecuencia de algo que puede ser espontáneo o amañado; estimable y sublime o abominable y zafio. Y no es preciso puntualizar ejemplos, por evitar alusiones inciertas ni señaladas. Pues no hay mayor anuncio de culpabilidad que sentirse aludido. A la popularidad se llega o se alcanza, ajetreado y sudando. Y quien la goza sin alarde la consiguió naturalmente y quizás sin proponérselo. ya es bastante que esa popularidad no huela a casi nada. La popularidad fulminante, consecuencia de atrocidades activas, ¿a qué puede oler? Mejor ni pensarlo. La verdadera popularidad no desprende olor sino luz, ilumina. Deberíamos abominar de esa popularidad ganada a golpe de “mando”, entiéndase en toda acepción incluyendo el del televisor. Los mass media del famoseo que sí huelen y no es a rancio ni trasnochado; sino a ventajosa intención de dominio público que debería combatirse con el desodorante del espíritu crítico y la formación cada vez más voluntaria y en el entorno particular; casi a hurtadillas bajo una manta y al amparo de una linterna; no se vaya a pensar que está uno tratando de ilustrarse y adquirir conocimiento. El mismo que a golpe de decreto se ha logrado ir eliminado de la enseñanza reglada en pos de una masa informe y unidimensional, que agradaría grandemente a esa minoría que, no siendo popular, por las ventajas del anonimato, maneja los piolines de esos que sí salen a los medios públicos a vender las noblezas de la carestía cultural a fin de lograr una igualdad de género donde todos y todas sean igual de idiotas; no debería confundirse la popularidad con la fama o el famoseo. Como no se debería confundir a Walt Whitman con el presentador-a de TV de sobremesa de turno. No se les podría meter en el mismo saco, puesto que uno prefiere no inundar su esfera privada y personal y el otro la vende a 5 céntimos el minuto de entrevista y cuanto más morbo produzca más público estará pendiente.
Vivimos la época de los planes de desarrollo económico y sociales. ¿Por qué no también de planes culturales al servicio del desarrollo espiritual del país?
La difícil serenidad. Es difícil y casi imposible hoy en día en un mundo absolutamente hendido de susceptibilidades y donde predomina la inmediatez patológica poder mantener la serenidad antes quienes no son capaces de aguardar al resultado de las acciones. Si a esto le añadimos la blanda piel de la clase política actual incapaz de aceptar la crítica con toda crudeza, siempre y cuando se trate de una descarga de argumentos razonados (y no de insultos mediocres del todo a 100, que también es lo que predomina) que suele esgrimir quien conoce a fondo los problemas exhaustivos de aquellas acciones que se tienen que criticar. La mayoría se atreve a opinar de lo que a priori conocen, pero también de lo que ignoran con una audacia e intrepidez sin límites.
Cuando uno trata de dirigirse por los caminos rectos, elementales de la sinceridad y la verdad, la gente se lleva las manos a la cabeza y dice que uno tiene manía a tal o cual persona. En seguida se nos coloca como enemigos acérrimos, con no se sabe cuánto resentimiento de aquellos a quienes se ha criticado. Llaman palo a lo que en realidad es crítica leal, honesta, justa y ajustada a la realidad. Decir la verdad no consisten únicamente en dar palos, sino en cargar la pluma con la tinta de la más pura razón. Dignificar la vocación política depende grandemente de que desaparezcan las corruptelas periodísticas, la conversión ya acostumbrada de esta clase profesional en activistas políticos que no duelen prendas en posicionarse ideológicamente sin esgrimir más argumentos que los propiamente viscerales.
En conversación epistolar con Agustín de la Hoz en octubre de 1967, éste le argüía: que en la España que vivimos sólo suben los pícaros y decae el hombre honrado. Veo que todo se hace sin pizca de ética, ahogando la buena fama ganada a pulso. La zancadilla reemplaza a la acción positiva y meritoria. Se nos enseña que sólo pueden llegar los que tienen bastante que dar y muy poco que perder. Y tú querido Ginés, no podías dar otra cosa que tus acciones positivas y meritorias, y además tenías que perder muchísimo: tu buena fama. Por eso, precisamente, tú, llegaste al campo como un Adán, desnudo de intereses, y como Adán, satisfecho siempre, estás en paz contigo mismo.
Así es la política en esta tierra. No es más que medro personal y un foco de permanente corrupción, pero, para ti Ginés, la política sigue en ese horizonte formal del coraje y el honor. Porque tú has vuelto de una votación política habiendo cumplido la mayor prueba de modestia que puede tener, en España, un hombre: servir a todos, servir con paciencia y amor. ¡Qué enorme y elegante verdad la tuya! Pero verdad difícil de sentir y de comunicar cuando el “quien es quien” puede nublar, legítima y humanamente, el conocimiento. Por eso, tú, estás en pie y seguro para siempre: tu obra hablará por ti… no conoce otra moneda. No abandones a tu pueblo, lucha siempre con coraje, con honor y grandeza de miras. Nada importa cuando te reclaman con más fuerzas Arrecife y la isla. Adelante con tu tarea bien hecha.
Políticos y oradores. Podría deducirse que para dirigir un país lo que hace falta son personas que hablen poco y actúen mucho, con eficacia práctica al frente de sus departamentos, estudiando a fondo los problemas y dictando medidas eficientes y racionales para solucionarlos. Es decir, técnicos y no oradores es lo que necesita un país. Empero esto es una verdad a medias, puesto que lo que se precisan son buenos políticos. Y los políticos han de ser completos: notables, competentes, preparados en el ejercicio de sus cometidos o en sus colaboraciones en las comisiones pertinentes. Sin embargo, al mismo tiempo han de ser ágiles polemistas y dialecticos para poder plantear con cierta corrección verbal las cuestiones a debatir y sus posibles remedios. Eso sin contar que, en un régimen auténticamente democrático la palabra convincente es indispensable para alcanzar y asumir los cargos públicos electivos y defender la gestión desarrollada frente al acicate de la oposición que es el condimento de la democracia.
En un artículo allá por los finales del siglo XIX, Maeztu escribió que: el hombre es, por definición, lo incalculable. ¿Podía él mismo, entonces, prever la trayectoria de su vida y de su obra? La intención de que hay una verdad y de que está en alguna parte. Esperar sin impaciencia y obrar sin desmayo. La vida del hombre político, el zoon politikon es una trayectoria llena de altibajos con la que debe convivir y aceptar sin ambages. Respecto de sus conciudadanos y con suerte sentirá el rumor de los clamores y glorificaciones hasta los desdenes peyorativos, y posiblemente, con sobradas razones para ello. El político si lo es de raza, sabe que debe ser, en todos los casos, un ciudadano a la intemperie, un servidor de la cosa pública con sinceridad y honestidad. Al menos es lo que nos gustaría creer. Un hombre al que el fantasma del deber se le presentara cada noche, la pesadilla de sentir que hay que continuar remando, aunque haya desaparecido el mar y los remos se agitan contra las arenas. No nos refiramos al político eufórico exultante en su tarima y embriagado de poder, no, es a la melancolía del verdadero político a lo que alude. La nostalgia de lo inasequible, la conciencia del alejamiento de la conquista de las mejoras sociales o del bienestar colectivo. Su meta máxima no debería ser la conquista del poder sino el empoderamiento de la sociedad en un sistema de calidad sin caer por ello en la candidez de la bonhomía y del desengaño.
Realizaciones más destacadas: Transcurre 1969. Se realiza la planificación urbanística de los islotes que bordean Arrecife. El 20 de febrero se traslada a la capital lanzaroteña el equipo técnico del plan de ordenación urbana de la ciudad para comenzar con las sesiones de trabajo con la presencia del alcalde don Ginés de la Hoz. El equipo está compuesto por prestigiosas figuras en cada una de sus especialidades técnicas, unificados para realizar los estudios previos para la redacción del plan parcial que afecta a los islotes que bordean la ciudad para su aprovechamiento turístico. Hito importante para la historia de la capital de Lanzarote.
Un problema grave que se llevaba gestionando desde hacía tiempo es el tema de la recuperación de las aguas residuales con destino a riego. Para don Ginés, el problema era triple, ya que había que diferenciar en las alcantarillas las aguas grises, negras y pluviales. El tema de las aguas negras se incluyó de urgencia en el segundo plan de desarrollo económico y social. En lo referente a las aguas grises y como consecuencia de la contaminación de las aguas, originada por el cierre de la bahía de Naos, se había iniciado un expediente el año pasado para descubrir el origen de dicho mal y evitar perjuicios sobre la salud pública. Según informe del veterinario local, tras tomar muestras de las aguas encontró contaminación bacteriana provocada por materias orgánicas en descomposición en las aguas de la bahía del puerto de Naos con el mal olor resultante; proponiéndose que se procediera a la purificación o auto depuración de las aguas que desaguan en dicha bahía. Tras reunión con el jefe provincial de Sanidad que tuvo como consecuencias el encargo del proyecto adecuado de alcantarillado.
También se ha acometido la construcción de un túnel de desagüe de las aguas pluviales con salida en La Bufona que nace en la calle García Escámez para recoger las aguas en la cota más baja de los barrios del centro, La Vega y Santa Coloma. Problema derivado de esas trombas que suelen caer puntualmente en la isla.
Se hizo urgente la solución de la red de alcantarillado y la planta depuradora derivado de la construcción de edificios en altura, hoteles, apartamentos, le incremento de viviendas y la puesta en funcionamiento de la planta potabilizadora. La División de Explotación de la Dirección General de Obras Hidráulicas en 1968 autoriza al Servicio Hidráulico de Las Palmas para redactar el pliego de bases para la contratación del estudio del saneamiento de Arrecife.
A fin de adelantar las gestiones don Ginés de la Hoz se trasladó a Madrid a la Dirección General de Obras Hidráulicas para activar le expediente no existiendo problemas económicos para dicha construcción de red general de alcantarillado puesto que estaba acogido para la parte no subvencionada crédito del banco de crédito local.
También fue de su preocupación emprender las obras de instalación de un museo en el castillo de San Gabriel, adquirido recientemente por el municipio, destinado a exhibir valores de la isla sobre el mar, la historia, la arqueología, artes plásticas etc. El proyecto incluiría un aula de cultura a fin de celebrar sesiones musicales, muestras artísticas, reuniones científicas, ciclos, charlas y conferencias e incluso poder celebrar algún congreso nacional o internacional con un número reducido de personas debido a las dimensiones de todas las dependencias de la vetusta fortaleza.
Fue de máxima relevancia afrontar el plan general de ordenación urbana, frente a un crecimiento exponencial de la ciudad inusitado, no solo en su centro sino en barrios periféricos, con sus consecuentes problemas. Un crecimiento demográfico surgido desde 1955. Su preocupación máxima, por encima de intereses privados es el bien común, de la población y le futuro de la ciudad el que debe imperar. Tiene muy claro la necesidad de un plan de urbanización donde se deslinden las zonas destinadas a turismo e industria. En conjunción con la actuación sobre los islotes de Arrecife y bahía de Los Mármoles y de Naos, optimizarían las condiciones de obtener un gran dique comercial, por donde se canalizarían las demandas comerciales y turísticas que fueran surgiendo. Un plan harto ambicioso a la par que necesario que a su vez incrementaría el parque móvil que acarrearía a su vez problemas de aparcamiento y apertura de vías rápidas de descongestión del tráfico rodado, cuestión que debe quedar patente en el nuevo trazado urbanístico, denominada por el propio alcalde “operación asfalto”. De ahí ese viaje a la capital de España para gestionar los préstamos pertinentes para abordar todas estas necesidades más el plan de alcantarillado.
Otro de los problemas a los que tuvo que hacer frente fueron las dificultades de la limpieza pública de la ciudad. Arrecife no era ya la ciudad limpia y reluciente de antaño. El crecimiento demográfico incesante, la falta de recursos material y humanos sumados a la indiferencia de los ciudadanos en el cuidado de la misma condujeron a una desagradable situación. Es consecuencia del desarrollo urbano sin la adecuada ordenación y la falta de viales con enlace al casco urbano provoca una falta de regularidad de la recogida de residuos en camiones dando lugar a la acumulación y amontonamiento de residuos.
Es curioso, pero en cuanto a la contratación de personal, la industria pesquera, el sector de la construcción, tanto privado como público etc. absorbe el grueso del personal laboral. En esta época Arrecife no conoce el paro obrero. Por ello el sector de la limpieza o de gestión de residuos como diríamos hoy encuentra dificultades para disponer del personal que precisa. Por entonces no se utilizan cubos o contenedores de plástico, más prácticos e higiénicos, sino de cartón o madera. La construcción de inmuebles, los trabajos para el nuevo tendido telefónico aunado a los vientos alisios predominantes arrastran residuos por doquier. Una solución que propone el consistorio que dirige de la Hoz, es reformar la ordenanza que regula actividad para dotar de elementos mecánicos la misma más la contratación mediante concurso de una barredora mecánica; y una vez comprobada su prestancia, licitar la adquisición de algunas más.
Una de sus aspiraciones es que la isla sea declarada zona de interés turístico. Arrecife, ciudad pintoresca envuelta de mar, ha de aprovechar el carro del desenvolvimiento turístico que se está proyectando en la isla, obras promocionadas por entidades oficiales como por iniciativa privada. Ginés de la Hoz es consciente de que la ciudad es la entrada y punto de partida del visitante foráneo hacia los distintos puntos de la isla toda. Amparándose en la necesidad de un ordenamiento urbanístico, con la visita del ministro de turismo, que por entonces era Manuel Fraga se le planteó aprovechar la zona de la actual avenida para levantar un hotel de lujo, cuya propuesta fue acogida con entusiasmo por el mencionado ministro. Al poco se proyectó el estudio, conjuntamente entre la mancomunidad provincial de cabildos insulares y la corporación que él presidia. Formándose al tiempo una sociedad para promover la edificación del hotel mancomunidad de 18 plantas, emplazado junto al mar a fin de lanzar la ciudad al impulso del turismo. Esto dio pie a ciertas iniciativas de índole privada a construir hoteles y residencias. La avenida Mancomunidad frente a la playa de El Reducto, proyectada con dos anchas calzadas que bordea la playa de El Reducto y finaliza en el por entonces vertedero público de basuras, pero ya en vías de ser reubicado alejado del casco urbano. Entre la zona del Casino Club Náutico y el hotel se creará una zona verde.
El plan en el que él creía contemplaba la creación de una zona residencial cuyo espacio ocuparía unos 15 mil metros cuadrados, donde se edificarían hoteles, ochenta bungalós, cuatro inmuebles para apartamentos, residencias y viviendas, zona comercial, piscina, zonas verdes y otras para aparcamiento, campo de deportes. Todo ello promocionado por una empresa eminentemente popular, en la que cada ciudadano, con su pequeña aportación económica, se sintiera parte activa e interesada del proyecto. Algo semejante a lo que se hizo con el hotel Mancomunidad. Asimismo, se le solicitó al ministerio de obras públicas la cesión de un lugar céntrico para la creación de un complejo en el que puedan practicarse las diferentes disciplinas náuticas, teniendo en cuenta las favorables condiciones que para ello ofrece la ciudad. Una vez se fueran ejecutando los proyectos era su intención solicitar que Arrecife sea declarada centro de interés turístico, pues de lograrse, se contarían con nuevos medios para seguir adelante y sentar las bases de ese gran y fabuloso Arrecife.
En su proyecto para con los islotes veía una zona playera en la ensenada de Juan Rejón.
En sus palabras queda: luchar sin tibiezas ni desmayo, para llegar a la concepción de un Arrecife grande y próspero al margen de intereses personales y económicos, decía el Mariscal Foch que para triunfar es preciso tener un fin, un plan, un método y perseverar en su aplicación con viva tenacidad. Pues tenemos ya a nuestra disposición el plan, el fin y le método; perseveremos en su aplicación y tendremos ese gran y fabuloso Arrecife soñado y deseado por todos.
Escudo de Arrecife. En 1962, se aprueba el decreto por el que se autoriza al Ayuntamiento de Arrecife, para adoptar su escudo heráldico municipal, que con el dictamen de la Real Academia de la Historia ha quedado ordenado de la manera siguiente: escudo cortado: primero de gules, dos calderas de oro en palo gringoladas de cabezas de sierpe, de sinople, bordura del mismo color, cargada de ocho calderas de sable. Segundo: el azur. El pandión de plata empletando el pez de oro, o sea, haciendo tal presa entre las garras y sobre ella. Al timbre, corona marquesal por la dignidad de los Herrera. Decreto dado en Madrid a 27 de septiembre de 1962.
Una década al frente de la alcaldía: Una década bien cumplida. Cesa el 19 de septiembre de 1970. Una década al frente de los destinos de la ciudad y una ejecutoria no ya plausible, sino brillante, lo han hecho acreedor a la general estimación y su nombre queda consagrado en la lista de los grandes alcaldes del país. No sería posible consignar aquí por su extrema amplitud la labor realizada en el transcurso de su mandato. Pero si hace falta dejar constancia de que don Ginés de la Hoz ha sido el alcalde que hizo de la avenida de Arrecife el más bello paseo capitalino e incorporó el castillo de San Gabriel a la ciudad, sin arredrarle su dilatado perímetro y agasajándolo a la ciudad. Mucho creció la ciudad en esa década, mucho se ha embellecido y ganado en mejoras, urbanizaciones y prestigio, en demografía y potencia comercial, industria y turismo. Este proceso natural en una ciudad como la nuestra que ya estaba en fase de expansión supo ser aprovechado y promovido y estimulado por don Ginés de la Hoz. Que supo ver el aderezamiento de zonas verdes en espacios yermos, la atención dispensada a vetustos monumentos, la dispensa al quehacer cultural y artístico. Los desvelos por lograr sustanciales beneficios para la ciudad de Arrecife, a través de programaciones audaces; las preocupaciones por los pequeños problemas ciudadanos; la atención dispensada a cuántos arrecifeños y arrecifeñas humildes acercaronse a él, su talante altivo y vehemente en cuestiones difíciles para con el devenir de la capital y otras tantas más son símbolo de una actividad entusiasta y amor sin prerrogativas a su terruño. Es por ello que don Ginés de La Hoz se incorpora con mayúsculas e ígneas letras al cuadro de honor de los hijos predilectos de esta tierra en homenaje público, cálido y fervoroso.
Lanzarote; un solo municipio. Una de sus ideas fue la concentración de los municipios. Hoy se escucha sobremanera la cuestión de la España vaciada, referida al abandono de los pueblos. Don Ginés de la Hoz ya había planteado en su momento. Plantear el fraccionamiento de la población, dispersa en núcleos urbanos donde será imposible la subsistencia y acudir con necesidad imperiosa a una agregación de entidades locales en las que unos núcleos de población adecuada tengan medios económicos para establecer los servicios mínimos para la vida. Pensaba que era preciso empezar cambiando la mentalidad de la mayor parte de las gentes del campo, labor que se podía realizar intensamente a través de los medios de comunicación de masas. Muchos de los pueblos de la isla tienen una tasa demográfica muy baja. La emigración hace estragos, en unos por su excesiva pobreza, y más aún, por la soledad de los que quedan; otros por la atracción que ejerce el marchar a las capitales por su esplendor, huyendo a las capitales gente con vidas acomodadas para acabar trabajando en las labores más viles de la escala social. La ordenación rural puede ser una panacea para los que se quedan; por un lado, crea nuevas fuentes de riqueza, concentra tierras y estimula a la fusión de municipios: por otro contribuye a la formación profesional del agricultor, y por consiguiente, al cambio de mentalidades en el ámbito rural. Pero esto traslado a otras partes del país podría traducirse en que, al ser los efectos de la ordenación lentos, es bastante posible que cuando lleguen a algunas zonas, los pueblos estén ya desiertos.
La Potabilizadora: un hito histórico. Arrecife 1961. Se adjudica el servicio de abastecimiento de aguas a Termoeléctrica de Lanzarote. En ese año hubo una gran crisis hídrica, no había agua ni para beber.
La isla va experimentando múltiples progresos, puertos, viviendas, construcciones escolares, obras sanitarias, hidráulicas y de urbanismo en las que se han invertido cerca de doscientos millones de pesetas. Y tras estas considerables mejoras oficiales, la iniciativa privada con el establecimiento de nuevas industrias y empresas comerciales y turísticas. Sin embargo, en 1961 se produjo una aguda crisis en la isla por una sequía extrema, por lo cual, se trasladan a Madrid a fin de buscar una solución, el alcalde de Arrecife don Ginés de la Hoz, el delegado del gobierno don Santiago Alemán y el presidente del cabildo don José Ramírez. Acuden a varios ministerios donde encuentran las puertas abiertas y tras varias gestiones, el Gobierno asigna 12 millones de pesetas para la contratación del servicio del buque cisterna “Condecister”, buque que durante bastante tiempo depositaba en el viejo mulle su valioso cargamento. No obstante, conscientes de que esto era solo un parcheo de la situación y debido al crecimiento que experimentaba la ciudad hubo que cambiar de estrategia. En Madrid se encuentran con los hermanos Diaz Rijo y tras exponerles la situación insular dichos hermanos les comentan que tienen en sus mientes la idea de montar una planta potabilizadora de agua de mar en Arrecife. Hecho que gratifica enormemente a los desplazados a la capital de España. Tras hablar don Gines in extenso con sendos hermanos el 8 de abril de 1961 presentaron un escrito formal al ayuntamiento en solicitud de que se otorgase la concesión de suministro domiciliario de agua potable y electricidad a una social que se constituiría a tal efecto. Ante la enorme y favorable repercusión que la propuesta significaba para resolver el gravísimo problema, don Ginés nombró una comisión de peritos en distintas materias para que se efectuase un exhaustivo estudio económico, técnico, jurídico y financiero sobre el asunto. A la postre se nombró una comisión de concejales del ayuntamiento y de consejeros del cabildo insular, para que se emitiera le correspondiente informe sobre dicha petición. El informe se publicó en el BOP del 25 del 5 de 1961. En el boletín oficial del estado nº 130 de 1 de junio de 1961 se publica el decreto de constitución de la sociedad Termoeléctrica de Lanzarote S.A. para su inscripción en el registro mercantil siendo sus promotores: don Francisco Javier Pinachos Bolaños, don Manuel Díaz Rijo y don José Díaz Rijo, poniéndose las acciones a la venta en distintas ciudades españolas, Arrecife entre ellas. Al no cubrirse todas las acciones, se procedió a una constitución de la sociedad con la participación del 90 por ciento de capital extranjero, aportado por don Rudy Meyer, mediante autorización de la presidencia del gobierno, pero eso ya sería en el año de 1962.
Derivado de este desarrollo se declaró de urgencia el servicio de abastecimiento de agua a la ciudad en pleno celebrado el día 16 de junio de 1961; por lo que tras concurso se adjudicó el proyecto a la empresa madrileña Termoeléctrica de Lanzarote S.A. en sesión extraordinaria del 15 de noviembre de dicho año. proyecto harto ambicioso consistente en una instalación potabilizadora de agua del mar, la primera del Archipiélago. Produciendo diariamente dos mil toneladas de agua potable, cuestión que no acabaría con el mal endémico de las sequías, sino que favorecería el porvenir insular en sus facetas industrial, agrícola y turística. El precio se estipuló en 15 pesetas la tonelada para uso doméstico y 25 para uso industrial; aprobadas las tarifas en pleno extraordinario de la corporación capitalina.
Epílogo.
La patria no es la tierra de los padres, sino la de los hijos. F. Nietzsche.
Dijo un escritor que, a todo hombre célebre por ingente, por importante, por reformadora que haya sido la labor realizada en el transcurso de su vida, las generaciones subsiguientes le reprocharán siempre el no haber hecho el doble de lo que hizo y mucho mejor.
En la tarde de lunes 17 de julio de 1972 se produce su deceso con 53 años de edad. Coincidió su inhumación con la festividad del 18 de julio.
El ayuntamiento de Arrecife en pleno celebrado con carácter de urgencia y a propuesta de su presidente don Rogelio Tenorio de Paiz, acordó declarar tres días de luto oficial en la capital por cuya razón ondearon las banderas a media asta en los edificios oficiales.
12 años regentando la alcaldía de Arrecife y procurador en Cortes por los municipios menores de nuestra provincia, consejero de la corporación insular y de la mancomunidad provincial de Cabildos. Estaba en posesión de diez condecoraciones en orden a los relevantes méritos contraídos. También fue presidente del Casino y del Círculo Mercantil. La banda de música, que él había creado, entonaba marchas fúnebres, el féretro colmado de floresta y las autoridades civiles miliares y eclesiásticas completaban el cortejo hasta culminar en el cementerio de San Román.
El arquitecto Enrique Spínola recordaría de él que le conoció en las postrimerías de 1962, cuando en lo que hoy es la avenida Mancomunidad sólo había piedras y charcos bordeados por una pequeña barbacana sobre la cual solía echar sus buenos “sorrascos”, después de almorzar señor Fortunato, mientras abajo en la marea varaban sus barquillos Gregorio Sosa y maestro Miguel y los demás pescadores del barrio tendían al sol los chinchorros. Juntos con el maestro de obras del ayuntamiento muchas vueltas le dimos a toda aquella zona antes de efectuar el actual relleno que culminó en la desaparición de las antiguas casas baratas por debajo de la Destila, que era el confín de Arrecife, y la formación del primer alcantarillado que tuvo la ciudad y que se extendía desde el Reducto hasta las proximidades del actual Club Náutico.
A instancia suya se realizó el Plan General de Ordenación de Arrecife, que con todos sus errores intentaba encauzar el ensanche de la ciudad y evitar su crecimiento anárquico. Ginés de la Hoz fue el hombre que generosamente echó los robustos cimientos del nuevo Arrecife con verdadera visión de futuro, creando barriadas dignas y en resumen poniendo a punto los engranajes de la maquinaria que la expansión turística había de poner en marcha inmediatamente. Según sus palabras los hombres que nacen para el mando y la política deben poseer varias condiciones innatas: talento, intuición, agudeza, fino espíritu, arrogancia, buena planta física y hasta buen timbre de voz y algo de poder hipnótico sobre la masa. Ginés que no había cursado estudios superiores poseía la mayoría de estos dones y además era extraordinariamente humano. Que, en palabras que suscribo, ya es demasiado.
El escritor Agustín de la Hoz dijo de don Ginés que un hombre puede cambiar una ciudad, y Ginés de la Hoz fue el corregidor acertado que advirtió a tiempo y con claridad lo que debía hacerse para cambiar la ciudad de Arrecife, nuestra ciudad y darle asimismo confianza en su futuro. Su paso por el Ayuntamiento de Arrecife quedaría como uno de los más brillantes y efectivos de la historia de la capital. Supo ver con perspectiva de futuro el devenir de la ciudad para los próximos treinta años. Un nombre incorporado ya con letras de oro al cuadro de honor de los mejores hijos de Lanzarote.
Su más urgente necesidad. Arrecife necesitaba crecer cuanto le fuera posible, desde el momento mismo en que comienza su vida municipal, porque no podía menos de experimentar ese impulso para ponerse a tono con su nueva condición. Pues ¿qué era anteriormente el puerto? Lo dicho, una pobre y solitaria aldea, cuya existencia típicamente marinera apenas si contaba para nada ante el Consejo Insular. Arrecife, tenía que extenderse por necesidad y por lo mismo debía absorber en seguida cuanta población arribara a su costa desierta, esto es, creando nuevos medios de trabajo e inspirando a la vez ese espíritu de ciudadanía que, justo es decirlo, fue la base de su singular distinción, algo que después se transmitiría admirablemente a la masa popular.
Arrecife dio este nuevo salto con don Manuel José Álvarez, padre del historiador José A. Álvarez Rixo, que, nacido en La Orotava, había llegado al Puerto en 1796 como comerciante y exportador de barrilla. La eficacia de su administración municipal sólo es comparable a la que alcanzó el alcalde don Ginés de la Hoz, puesto que ambos coinciden en criterio y acción, pese al siglo y medio que los separa, haciendo desaparecer la sensación de apatía, cuando no de reticencia, que tanto ha perjudicado a la ciudad. Ambos, para mayor fortuna de Arrecife, iniciaron su mandato en momentos decisivos, que fueron asimismo los más transcendentales en las dos últimas centurias. También convienen estos dos grandes alcaldes en este punto harto importante: la serena, pero sagaz comprensión de que Arrecife tenía que creárselo todo por su propia mano y a sus expensas.
De él comentó Facundo Perdomo el 9 de noviembre de 1967: “lo que sí quiero es dejar indeleble en este diario, de que muy pocos alcaldes tendrán ya jamás la ciudad de Arrecife, ni otros miles de pueblos y ciudades de España, que hayan reunido tantos y tantos cumplimientos de su deber como usted al servicio de sus administrados".