Alfonso Licata
- Presidente Sociedad Dante Alighieri-Comitè de Canarias
- Presidente Comitè VII Centenario del redescubrimiento de Canarias por el navegante italiano Lanzarotto Malocello
- Corresponsal Consular de Italia en Lanzarote
El descubrimiento de el archipiélago Canario, de origen volcánico, se debe probablemente a los navegantes fenicio-púnicos que llegaron hasta el lejano poblado de Cerne, correspondiente al actual islote de Mogador, en la costa atlántica de Marruecos, a una distancia de unas 400 millas del Estrecho de Gibraltar. Este es el asentamiento más austral documentado por la arqueología, cuyos inicios se remontan al siglo VII a.C.
Algunas pistas, tanto históricas como arqueológicas, apuntan a que los primeros en llegar a ellas fueron navegantes de Cádiz, la colonia más antigua fundada por los fenicios más allá de las Columnas de Hércules, donde vivían los marineros con más experiencia en la navegación oceánica. Sin embargo, los primeros datos ciertos y fidedignos sobre el archipiélago se remontan a la época romana y se deben a la expedición exploratoria solicitada por el rey de Mauritania Juba II a finales del siglo I a.C. (La antigua Mauritania correspondía al territorio actual entre Argelia y el norte de Marruecos, dentro de la franja que casi llegaba al desierto desde la costa).
El primer acercamiento real con el Archipiélago Canario, se produjo recién en la Baja Edad Media, mientras se atravesaba el período prerrenacentista, es decir, la transición al Renacimiento. Los primeros viajes a Canarias se iniciaron recién a finales del siglo XIII, y se hicieron cada vez más frecuentes en el siglo XIV siguiente. Se trataba de viajes en su mayoría con fines utilitarios comerciales, con origen en la zona del mar Mediterráneo, que vio a los genoveses como protagonistas absolutos, seguidos de catalanes y mallorquines y luego, de portugueses y castellanos. Para el período que llamamos "redescubrimiento" del Archipiélago canarío, se pueden distinguir dos etapas. La primera abarcaría la totalidad del siglo XIV y los viajes serían esporádicos a la búsqueda de esclavos.
Y en la segunda época, durante el siglo XV, se iniciaría la conquista y ocupación de las islas, incorporándose finalmente a la corona de Castilla.
Como antecedentes de estas arribadas, podemos señalar que en el siglo XIII se produce una revalorización de las vias comerciales que costeaban África en la búsqueda de una nueva ruta oceánica hacia las Indias Oríentales. Con tal motivo se suceden distintas expediciones desde finales del siglo XIll y a lo largo del siglo XIV, aunque algunas no estén del todo confirmadas.
En el año 1291, los hermanos Ugolino y Vadino Vivaldí partieron de Genova con la intención de llegar a la India por via marítima. La expedición estaba auspiciada por Tedisio D'Oria. Tras costear el litoral marroquí, jamás se volvió a tener noticias de ellos.
El redescubrimiento de las Islas Afortunadas, sin embargo, tuvo lugar en el año 1312 por el navegante italiano Lanzarotto Malocello, y este evento marcó el final de un mito milenario, iniciando el período de los grandes descubrimientos geográficos. El Malocello desembarcó en Lanzarote, hoy la más septentrional de las Islas Canarias, y dio nombre a esta isla. Allí permaneciò durante casi dos décadas.
La prolongada ocupación de la isla por el navegante genovés de que habla la carta del abate Paulmier, escrita en Paris el 19 de abril de 1659 y dirigida a Francoes Du Chesne , historiografo del rey, el antecedente de la memoria dada a la luz por sus antepasados, parece quedar refrendada por Le Canarien y El Libro del conocimiento al confirmar que Malocello había construido un castillo en la isla.
Hasta tanto no se disponga de nuevos datos modificativos de la fecha de llegada a la isla del año 1312, el viaje se puede dar como iniciado, tal como parece lo más probable fundamentándose en lo que se declara en el documento Paulmier, en ese año 1312, mientras que la finalización de su estancia en la isla puede fijarse, tal como lo dice también el mismo documento, en unos veinte y pico años más tarde, o sea, hacia la década de los treinta del mismo siglo.
La construcción de la torre o castillo por Malocello lleva implícita una estancia bastante prolongada de su ocupante en la isla. Está claro que un edificio de tal magnitud y características no se levanta para cubrir las necesidades de un corto periodo de tiempo. Y la existencia del castillo es innegable: está garantizada por la cita de ‘Le Canarien’ o crónica de la conquista francesa, en la que se habla de “un viejo castillo que Lancelot Maloisel había hecho construir hacía tiempo cuando conquistó el país.
Lamentablemente el viaje de Malocello no tuvo implicación literaria ni abrió un debate cultural con reflexiones de carácter histórico, geografico o antropologico.
La siguiente expedición había salido de Lisboa, organizada por italianos y portugueses en el aῆo 1341 y resulta de sumo interés por ser la primera descripción que se hace del Archipiélago y sus aborígenes, debida a uno de sus jefes. El rey de Portugal es quien abastece la flota y este patronazgo es lo que argumentará Alfonso IV de Portugal al reclamar sus derechos sobre las islas. La empresa estuvo bajo la dirección técnica de los italianos, entre quienes destacan Niccoloso da Recco y Angiolino de Teggia dei Corbezzi, capitán de la misma.
Esta expedición se relata en un fragmento de un diario de Giovanni Boccaccio, el “De Canaria et insulis reliquis ultra hispaniam noviter repertis”, que transcribe una carta de ciertos mercaderes florentinos, que informaban sobre una expedición organizada por Alfonso IV de Portugal, el piloto era Niccoloso da Recco. Respecto a la información sobre la Prehistoria de Canarias, aporta los siguientes datos:
- Algunas islas estaban deshabitadas y otras diferentemente pobladas. Canaria era la más poblada.
- Había hermosos árboles, aprovechaban las condiciones climáticas porque cultivaban mejor el Norte que el Sur, abundaban las cabras, carneros y cerdos.
- Sus vestidos eran cosidos habilidosamente, éste diferenciaba su status social y el estado social de las mujeres, usaban pinturas para colorear sus vestidos.
- Eran respetuosos entre ellos, obedecían y respetaban a sus jefes, se repartían los alimentos, eran alegres y risueños, cantaban y bailaban.
- Eran excelentes nadadores, no tenían embarcaciones, pero en el relato se les posibilita la comunicación con otras islas a nado.
- El hablar era rápida y usaban diferentes lenguajes.
- Tenían casas de piedra con cubiertas de madera, realizaban otros edificios diferentes a casas.
- Estaban acostumbrados a comerciar, lo hacían con pieles y sebo;
- No conocían el uso de monedas, perfumes, alhajas, espadas o sables.
-Conocían un sistema de numeración.
Respecto a la información que obtenemos sobre la cultura medieval europea en el momento en que se realiza la expedición, obtenemos los siguientes datos:
- Los reyes de entonces, como Alfonso IV de Portugal, encargaban expediciones como ésta, con un objetivo claro, de posesionarse del territorio, por lo que llevaban armas de guerra y caballos, pero al no tener las Islas elementos de su interés abandonaron el objetivo.
En estas empresas se empleaban personas de diferentes países, florentinos, genoveses, castellanos; importaba que conociesen el arte de la navegación.
- Lisboa y Sevilla eran dos ciudades importantes, que acogían a mercaderes interesados en negocios de la navegación.
- Los marineros conocían perfectamente la localización del Archipiélago, apreciaban el buen calado de sus puertos para anclar y abastecerse de agua en sus calas.
- Aprecian que los aborígenes canarios eran menos salvajes que muchos españoles.
Niccoloso da Recco entendió la diversidad étnica y cultural que existía entre las islas visitadas, al constatar la existencia de diferentes lenguas, atribuyéndolo a la falta de comunicaciones y a la ausencia de tráfico marítimo entre ellos. El texto de Boccaccio sólo proporciona información sobre la población de las dos primeras islas visitadas por la expedición.
Desde el inicio los habitantes de las Islas Canarias fueron identificados como salvajes e infieles, y tras ser negados como Otros, debían ser combatidos, civilizados y cristianizados y a ser sometidos a la pérdida de su libertad, de sus bienes y de su legítima autoridad para gobernarse a sí mismos. Esta situación ayuda a comprender las primeras expediciones de la Europa cristiana, que dieron lugar a incursiones y correrías contra las poblaciones indígenas de las Islas Canarias.
Desde un principio, las islas no ofrecían grandes riquezas y sus posibilidades se reducen al posible abastecimiento de buques y la obtención de plantas tintóreas como la orchilla, siendo la única fuente de ingreso rentable la captura de esclavos. Por parte de la Iglesia la conquista misional de las Islas estuvo encomendada desde los primeros momentos a los frailes, pertenecientes en su mayoría a las órdenes religiosas de franciscanos y dominicos. Los misioneros, igual que ocurrirá en América, acompañaban a los conquistadores en su misión de convertir y catequizar a los canarios, considerados infieles. En muchos casos las misiones se adelantaban a la acción militar, toda vez que preparaba a los nativos para facilitar el sometimiento. También eran las órdenes religiosas las únicas instituciones que se ocuparon de la enseñanza.
Esta conquista espiritual reviste en las Islas una especial importancia, pues, según las normas canónicas de la época, los ‘infieles’ que aceptasen de buen grado la fe misionera estarían a salvo de cualquier tipo de esclavitud. Mientras que aquéllos que rechazaran la fe o soberanía del conquistador, una vez capturados, serían vendidos como esclavos.
La acción evangelizadora comenzó tempranamente en la segunda mitad del siglo XIV. Y fueron frailes mallorquines y catalanes los que fundaron las primeras misiones en la isla de Gran Canaria. Fruto de esta labor fue la erección de un primer obispado
El 15 de noviembre de 1344 el papa Clemente VI proclamó a don Luis de la Cerda “Príncipe de la Fortuna”, por la bula Tuae devotionis sinceritas. Esta bula otorgaba al Príncipe plena jurisdicción en las islas Afortunadas y derecho de patronato, le imponía la obligación de predicar el evangelio entre los infieles y le autorizaba a fundar iglesias y monasterios. Para el futuro proveía el nombramiento de obispos, sacerdotes y religiosos. El proyecto fracasó por el poco apoyo recibido de los reyes cristianos, a pesar de las cartas de recomendación del Pontífice, y por el fallecimiento de don Luis en junio de 1348.
En 1351 con la Bula Caelestis rex regum el papado erige el obispado misionero de Fortuna, nombrando Clemente VI al carmelita fray Bernardo como titular del mismo.
El Papa aprobaba el primer proyecto exclusivamente evangelizador de las Islas Afortunadas, mediante la concesión de especiales gracias espirituales a los promotores de la empresa. Estos eran los mercaderes mallorquines Juan Doria y Jaime Segarra, acompañados de treinta fieles y devotos de Dios.
Este obispado será el primero creado en las islas. Primeramente se llamó de La Fortuna y luego de Telde. Será un obispado misionero por su objetivo de procurar la conversión de los habitantes de las islas desconocedores de Jesucristo y perdurará más de cuarenta años. Este obispado tuvo una existencia corta y convulsa porque, después de ser revitalizado por la llegada de frailes carmelitas y agustinos en 1386, acabó con la matanza de los religiosos en 1391. Acorde con las Crónicas, estos misioneros fueron odiados por los canarios, bien porque los asociaban con los esclavistas que saqueaban las costas de aborígenes para venderlos como esclavos, bien por motivos de otra índole.
La última expedición, fechada en 1391, coincide con la pérdida de interés por Canarias al crecer las dificultades para los mercaderes catalano-mallorquines en la ruta atlántica.
La verdadera evangelización del Archipiélago empezó con la conquista de Juan de Bethencourt, a cargo de los frailes normandos Bontier y Le Verrier, los cuales fundan en 1404 la diócesis de San Marcial de Rubicón (Lanzarote) .Quince o veinte años más tarde, ya habían sido cristianizada la mayor parte de la población de las islas de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, al mismo tiempo que se había iniciado la predicación del Evangelio en La Gomera y Gran Canaria.
Los frailes en este tiempo habían preparado un catecismo para uso de los canarios.
Al final del periodo de Señorío, las Canarias tenían misiones en todas las islas y se habían levantado eremitorios en todas ellas. En Santa María de Betancuria (Fuerteventura) llegó a crearse otro obispado, pero éste sólo existió en el papel, ya que ni siquiera el obispo nombrado tomó posesión de su cargo.
El Papa Eugenio IV, en la Bula Regimini gregis (1434), proclamó la libertad de los aborígenes en los territorios en los que se evangelizaba. Juan II de Castilla respaldó con su autoridad el mandato pontificio.
La Reina Isabel la Católica en su reinado respaldó la labor misionera en defensa de los indígenas canarios, declarando la libertad de los infieles convertidos; y, cuando a sus oídos llegaban denuncias de ventas improcedentes de esclavos guanches, obligaba a que los isleños fuesen devueltos a su tierra natal. Debemos hacer constar que, generalmente, estas denuncias partían de frailes u obispos. El 29 de septiembre de 1477, conociendo que se traían esclavos de Canarias, mandó que se liberaran y prohibió su venta y reparto. La Reina, con esto, se acogía la doctrina pontificia sobre la libertad de los indígenas.
Esta actitud liberadora de la Corona en las islas Canarias prosiguió en América, como muestra la Real Cédula de 2 de diciembre de 1501, hasta tal punto que los Reyes Católicos mandaron encarcelar al mercader Cristóbal Guerra por haber maltratado y vendido en Andalucía a indios que había traído como esclavos. El mercader también tuvo que devolver el dinero recibido por la venta. Los indios fueron puestos en libertad y devueltos a sus comunidades.
A finales del siglo XV el riesgo de que las Indias se convirtiesen en un inmenso mercado de esclavos con destino al Viejo Continente era muy elevado por el fracaso económico de la factoría colombina. Desde luego hubiese sido la solución más rápida al problema de inviabilidad económica al que se estaban enfrentando las colonias.
Por fortuna la Soberana Isabel, inauguró una política de protección del indio que a medio o largo plazo evitó la trata masiva de indios. Así, pues, la Reina Católica, lejos de aceptar este proyecto, determinó por una Real Provisión, fechada en Sevilla, el 20 de junio de 1500, que los indios que se encontraban en Andalucía, enviados por Colón, se pusiesen en libertad y se devolviesen a sus «naturalezas» en el Continente americano. Sin duda este Real Cédula supuso un auténtico hito en la historia social de Hispanoamérica
La experiencia que se tuvo en la colonización y cristianización de las islas Canarias sirvió de fundamento al principio rector formulado por la Reina Isabel en su testamento, al mandar que en las Indias y Tierra firme del Mar Océano, descubiertas y por descubrir, fuesen cristianizados sus habitantes y que no se consintiese que los indios «vecinos y moradores» recibiesen «agravio alguno en sus personas ni bienes», y que fuesen «bien y justamente tratados».
¿Qué conclusión podemos extraer de el redescubrimiento de Canarias por Malocello?
Principalmente, la evidencia de que las islas han dejado de ser un mito, un lugar remoto y desconocido para convertirse en un paraje frecuentado y codiciado por los mercaderes y aventureros y para incorporarse al conocimiento geografico de la época. El redescubrimiento del archipiélago marca un avance de la cartografía hacia el sur del mundo conocido.
El viaje de Malocello, por tanto tiene sobre todo el mérito de haber abierto el camino a futuros descubrimientos geográficos por parte de otros valientes exploradores hasta llegar a Cristóforo Colombo.
Con los primeros viajes de Lanzarotto Malocello y de Niccoloso da Recco los europeos llegaron a territorios habitados y deshabitados que anteriormente no conocían. La mayoría de los territorios ya estaban habitadas. Los navegantes catalano-mallorquines patrocinaron diversas expediciones a las islas Canarias, que tuvieron por finalidad el establecimiento de relaciones comerciales, la creación de bases de apoyo mercantil a la navegación en esa parte del océano, el dominio territorial y de la soberanía exterior, y el control político auxiliado por el proselitismo religioso, la evangelización y la conversión de las poblaciones indígenas de Canarias. Pero, en ocasiones, también tuvieron como consecuencia el desarrollo del tráfico humano. En mi libro "Lanzarotto Malocello, de Italia a Canarias " (segundo tomo, Editor Presidenza Nazionale Lega Navale Italiana,2018 ), se encuentra, en forma integral, el primero acto notarial de venta de la primera esclava Canaria de la historia, llamata Tamanizazen, con fecha 26 de octubre de 1342 ( Archivo Capitular de Mallorca en Palma de Mallorca -protocolos notariales n.14561, ff 44 v-45 r). En cierto sentido, este documento marca históricamente el inicio de la esclavitud del pueblo canario. Por tanto podemos considerar que comenzó la esclavitud del pueblo canario.
Se inició un proceso en las islas aún libres de presencia cristiana por parte del Papa Clemente VI quien, después de haber creado el Reino de la Fortuna, siete años más tarde estableció y dio el mismo nombre a la primera Diócesis para intentar poner fin a la depredación y actividad sobre hombres indefensos e ingenuos ejercida por corsarios, así como para realizar actividad misionera en las islas. Los datos etnohistóricos sobre el mundo nativo canario más relevantes de este amplio periodo del siglo XIV refieren la presencia de la idolatría y de un culto astral en las comunidades prehispánicas, sus actividades productivas, costumbres alimenticias y culinarias, vestimenta, hábitos socioculturales, dificultades y proezas para su conversión al cristianismo, así como el sutil proceso de transculturación operado a partir de sus primeros contactos con los europeos. Sobre este particular resultan llamativas la evangelización de los canarios en su lengua vernácula, empleándose intérpretes y/o cautivos bautizados de expediciones precedentes instruidos en la lengua catalana, así como el avituallamiento de productos realizado por los mallorquines para su viaje de 1352. Entre ellos destacamos la presencia de cereales (trigo y cebada) para el consumo y, como simiente, vino, aceite, instrumentos de hierro, pez negra, brea, aperos y animales de labranza. Si aceptamos las afirmaciones presentes en Le Canarien, algunos de estos elementos importados contribuyeron al establecimiento de relaciones comerciales entre los navegantes y las sociedades indígenas por espacio de más de cuarenta años. Pero si, además, complementamos estas noticias con los registros documentales oficiales citados, relativos al asentamiento de mallorquines en Gran Canaria, es obvio que la introducción de instrumentos metálicos, especies comestibles, productos foráneos, animales y aperos de labranza, trajo consigo una sustancial y progresiva transformación tecnológica y productiva de consecuencias muy amplias aún por precisar.
Analizando el testimonio posterior de los cronistas e historiadores de las Islas, parece evidente que las innovaciones presuntamente operadas en las bases infraestructurales indígenas (uso de instrumentos de metal, construcción y ornamentación de edificios, obras de regadío, alteración de cultivos, explotación de materias primas...) y, consecuentemente, las que implicaron otros niveles de las sociedades autóctonas (organización socio-política, ideología religiosa...), pudieron contribuir a importantes modificaciones socioculturales en el mundo insular más de un siglo antes de que se produjese su conquista efectiva por los castellanos a fines del siglo XV.
El informe del viaje de Niccoloso da Recco a Canarias resulta de alto valor científico y sociopolítico ya que contiene rica información de gran importancia histórica, geográfica y etnográfica. Con los ojos de la realidad y la maestría de Boccaccio, se describen los fenómenos volcánicos de Tenerife, se anotan las distancias del continente, la fauna y la flora de las famosas Islas Afortunadas. Boccaccio lee estas leyendas no con los ojos del historiador sino con los ojos del narrador, despojando las maravillas del Mediterráneo y de Oriente de ese manto de monstruosidad usado en la Edad Media para convertirlas en un «espacio social», identificable con «una actitud al intercambio y a la convivencia entre diferentes personas". La información recibida de Boccaccio a través del relato del viaje de Niccoloso da Recco contribuyó ciertamente a dotar a Boccaccio de una interpretación antropocéntrica (que sitúa al hombre en el centro de toda consideración, clasificación o esquema) ya no ligada a la construcción teocrática y bíblica del mundo medieval, ahora destinada a ser suplantada y reemplazada por la geografía de los "sabeadores de mar" genoveses y los comerciantes. En efecto, la Tierra seguía inmóvil en el centro del Universo hasta Galileo y Copérnico, pero ya no tenía su conformación cosmológica teocrático y bíblica medieval; más allá de las Columnas de Hércules, ya no existía el "mundo sin gente" que Dante menciona en su Divina Comedia (Infierno, canto XXVI, v. 117), sino ya un mundo nuevo. Y esto ciertamente condujo a un cambio de mentalidad, un siglo y medio antes de Colombo.
Finalmente podemos afirmar que en poco tiempo la adaptación entre las culturas que se encontraron en Canarias marcó el predominio de la de origen externo (europea) sobre la autóctona que en parte desapareció, en parte se adaptó, en parte se confundió con la europea. Nacía así una nueva cultura mestiza y original, en la que también influyeron los elementos de la insularidad y el buen clima que nutrieron a un nuevo ejemplar humano: el hombre canario, acostumbrado a las aportaciones de culturas de diversos orígenes.
Tradicionalmente, siempre se ha considerado el arribo de Cristóbal Colón al Caribe en 1492 como génesis del sistema Mundo moderno/colonial marcando el comienzo de la Edad Moderna. Esto sistema se ha caracterizado por el establecimiento de relaciones de poder colonial direccionadas desde Europa y Occidente hacia las otras regiones y culturas del planeta. Esto se llevó a cabo desde la autopercepción y autodefinición del mundo occidental como civilizado y moderno a partir de la confrontación con sus alteridades coloniales que fueron pensadas como primitivas y salvajes , siendo estas relegadas a un estado de naturaleza diferenciado de la esfera de la cultura propia de los seres humanos.
Se considera (erroneamente) que los indígenas americanos , sometidos a un proceso de racialización, fueron los primeros en ser clasificados, jerarquizados y gobernados bajo la identidad colonial del “indio” con la que fueron articulados a la producción de mercancías y el mercado mundial, dentro de dicho sistema. El proceso se basó en la“idea de que se extendió como operación epistémica de control capaz de establecer diferencias irreconciliables entre colonizador y colonizado. De esta forma, se estructuró el fenómeno de la colonialidad como patrón colonial de poder permeado por una lógica de control, dominación y explotación.
En este modelo se describe y legitima el poder que se ocultó tras los discursos de salvación, progreso, modernización o bien común proclamados por las narrativas históricas de la modernidad europea cuya dirección tiene como objetivo y modelo a la propia Europa y a Occidente. Dicho lo anterior, el proceso de racialización que dio origen al “canario” bajo la hipótesis de que aquella identidad colonial fue configurada por la cristiandad como una alteridad salvaje y primitiva, tuvo lugar con más de un siglo y medio de anticipación al primer arribo de Cristóbal Colón al Caribe. Esto se entrevéen el marco de un proceso de conquista y colonización bajo el estandarte del cristianismo, como religión pero también como cultura e ideología de la modernidad europea y diseño global proyectado sobre Canarias y sus indígenas. Los viajes de redescubrimiento han ampliado entonces enormemente no sólo los horizontes geográficos sino también los culturales de los europeos que descubrieron que las Islas Canarias (primero) y las tierras americanas (después) no conocían la predicación evangélica como erróneamente afirmaban las Sagradas Escrituras.
En este punto se desarrolla un debate a nivel religioso y cultural: los descubrimientos pusieron en duda lo que hasta el siglo XV había sido una creencia unánime de los teólogos medievales: es decir, que no había país en el mundo en el que el Evangelio no hubiera sido predicado y que la fe de Cristo había penetrado en todo el mundo por boca de los Apóstoles. Se trataba en este punto de establecer qué posibilidades de salvación tenía el hombre virtuoso que permanecía ignorante de la religión.
La pregunta era la siguiente: ? Para obtener la salvación, según la teología medieval, era necesario el conocimiento directo de las Sagradas Escrituras, o el pueblo, sin culpa ni voluntad, que permanecía ajeno a la Iglesia, podría haberlo logrado, incluso mediante una intervención directa del ¿Todopoderoso?
Sin embargo, a través de la multiplicidad de tesis debatidas, a lo largo de todo el siglo hemos llegado esencialmente a admitir que las condiciones indispensables para la salvación son alcanzables en todas partes del mundo, aunque no con los únicos medios naturales del hombre, sino mediante la divina asistencia. Así en la Edad Media se llegò a una concepción más universalmente humana, más capaz de acoger en la fraternidad cristiana incluso a los pueblos de las nuevas tierras y de todo el mundo. Lo que significaba afirmar la igualdad fundamental de todos los hombres y de todas las naciones como lo habría apoyado el fraile y obispo católico español Bartolomé de Las Casas quien, al defender al nativo americano, defendía al hombre como tal. Entonces, si el hombre “canario” precedió al hombre “indio” del “Nuevo Mundo” como identidad colonial primitiva y salvaje, alteridad de un mundo occidental “moderno” y “civilizado”, es esencial preguntarse si realmente la modernidad, la colonialidad y, por tanto, el mundo moderno/colonial tuvieron su nacimiento o no en 1492.
En mi opinion la llamada Era de los Descubrimientos (o Era de la Exploración) se inicia con el redescubrimiento de las Islas Canarias por Lanzarotto Malocello, que constituyeron el primer trozo del Nuevo Mundo. Siempre he sostenido que hay que rescribir la historia sobre el inicio de la Edad Moderna y del Nuevo Mundo.
Ademas debe tenerse en cuenta que el recién redescubrimiento de un antiguo manuscrito llamado “Cronica Universalis” escrito por el fraile dominico italiano Galvano Fiamma anticipa el descubrimiento de America en unos 150 anos, haciendolo coincidir sustancialmente con la época del redescubrimiento de Canarias que, en mi opinión, debe tomarse en lugar del ano 1492, como referencia convencional para designar, históricamente, el final de la Edad Media , el comienzo de la Edad Moderna y el descubrimiento del llamado “Nuevo Mundo”.
Como se destacó y argumentó anteriormente, sobre la base de datos y elementos históricos, políticos y religiosos incontrovertibles, deberíamos hablar del modelo "canario" (y no del modelo "indio") como la primera identidad colonial primitiva y salvaje de la historia moderna.
Por lo tanto personalmente creo que hay que remontar el inicio de la Edad Moderna al redescubrimiento de Canarias 1312 , es decir hasta 180 anos antes del viaje de Colon en 1492 .