GRUPO DE OPINIÓN SECUNDINO DELGADO
En un rincón perdido del Atlántico unas islas surgieron del fondo del mar entre el inmenso caos volcánico, la semilla de la vida nació y convirtió un mar desolado de fuego en un espacio de luz y colores, donde pueblos migrantes atravesaron el océano hace más de tres mil años en busca de buenas tierras y aguas cristalinas, adaptándose a un nuevo territorio, generando una cultura, un universo espiritual en medio de una naturaleza que rozaba la magia.
Unas islas que sufrieron un colonialismo brutal donde los invasores masacraron a su pueblo, intentanto acabar aun con una cultura ancestral, con una lengua, con unos rasgos étnicos que aún hoy en día se reflejan en muchos ojos tristes, los restos de ese naufragio provocado por un pueblo bruta y deshumanizado.
Con el tiempo se fraguó en este desgraciado archipiélago una historia de colonialismo, abusos de poder, derecho de pernada y enriquecimiento exclusivo de los herederos del holocausto de nuestros antepasados, los mismos que en el 36 tras el golpe fascista español asesinaron a miles de canarios/as, a toda persona que fuera sospechosa de luchar por la libertad.
Apellidos criollos de esta nobleza inundan en pleno 2016 las instituciones públicas canarias, cargos públicos, jurídicos, empresariales, son en su mayoría descendientes de los verdugos, de quienes han ido masacrando a este pueblo durante más de 500 años.
Hoy esta siniestra oligarquía criolla celebra el 30 de mayo, incita a la ciudadanía a disfrazarse con ropas típicas, salir a las calles, bailar y cantar en romerías de la tristeza, conmemorando el genocidio, la esclavitud, tantos años de hambre y miseria, que siempre inundaron cada rincón de Canarias, con uno/a de cada tres niños/as sufriendo malnutrición y empobrecimiento extremo, cientos de miles de familias sin ningún tipo de ingresos, un desempleo que supera el 30% de la población, junto a un largo etcétera de casos de suicidios por motivos económicos, enfermedades mentales asociadas a la crisis-estafa y una desesperanza generalizada, sin futuro, sin horizontes de cambios sociales y de sistema.
Leyendo cualquier periódico se puede observar como alcaldes testaferros de la alta suciedad, de una nobleza caduca y en muchos casos con las manos manchadas, aprueban planes de construcción de más hoteles para empresas donantes, se fotografían juntos como si hicieran una gran cosa por este pueblo, celebrando la ocupación turística de casi un 100%, mientras familias enteras pasan hambre, mientras sigue aumentando el desempleo, mientras se siguen enriqueciendo los de siempre, los culpables de que este pueblo esté al borde del colapso, sufriendo la catástrofe planificada de un genocidio etnico sin precedentes en su historia.
Este espacio del planeta donde aún florece la belleza natural, a pesar del generalizado destrozo ecológico, donde paisajes míticos evocan entre grúas y excavadoras la riqueza de la madre tierra, donde un pueblo entero sufre la depravación y la corrupción de gran parte de la banda política, los “regalos” en forma de licencias de obras ilegales, prebendas, favores, maletines y sobres repletos de billetes de 500 euros.
Nuestro pueblo observa cómo no va quedando casi nada, a los niños y niñas de las islas les pueden quedar un futuro de una Canarias destrozada, inundada de cemento y hormigón, de esclavitud, de mafias internacionales, de más abusos, de vulneración de los derechos humanos. Un futuro negro que de no producirse un cambio radical se convertirá, si ya no lo es, en el prostíbulo de una Europa corrupta, gobernada a sueldo de la delincuencia financiera-.
Los restos de una brisa pura atraviesan las montañas donde habitaron nuestros ancestros, ese valiente pueblo Amazigh, cuya cultura aún pervive en un espacio remoto de la conciencia, las ansias de liberación, romper las cadenas que nos imponen todo tipo de corruptos/as, de coche oficial y tramas, aferrados al poder al precio que sea, caiga quien caiga, muera quien muera.
¿Será inevitable sufrir más? ¿Seguir cayendo en un abismo de barbarie y degradación? La que marca una oligatquia colonial que presume de “democracia”, mientras inunda sus cuentas corrientes del dinero de los saqueos, impregnado del dolor de gente desesperada por una masacre premeditada, que se inició en el momento del desembarco, cuando asesinaron al primer hombre de aquel pueblo originario, cuando violaron salvajemente a la primera mujer.