El aceite de palma se ha convertido en una materia prima muy utilizada en la industria alimentaria.
Ha ido sustituyendo a las grasas hidrogenadas, ya que se ha demostrado que son perjudiciales para la salud, pero este nuevo sustituto tampoco se puede considerar beneficioso, aunque sí menos pernicioso que las anteriores.
Llevamos años consumiendo esta grasa en los alimentos pero antes no era obligatorio declararlo en el etiquetado. Bastaba con poner en la lista de ingredientes “aceites vegetales”, y como siempre hemos tenido la idea de que todo lo vegetal es bueno...., pues no nos hemos preocupado. Desde que se modificó la ley ahora sí es obligatorio especificar qué tipos de aceites vegetales contienen los alimentos.
Pero ¿qué es el aceite de palma?. Se trata de una grasa de origen vegetal que se encuentra en el fruto de la palma. Está formada por ácidos grasos saturados que elevan los niveles plasmáticos de colesterol asociado a las lipoproteínas LDL (lo que popularmente denominamos "colesterol malo").
Los ciudadanos se preguntarán ¿si es malo para nosotros por qué lo añaden en los alimentos?. Porque se trata de una grasa que es difícil que se enrancie y se oxide. Además es sólida a temperatura ambiente y le aporta al alimento que lo contiene una textura untuosa. Asimismo, su cultivo es más rentable que el de otros.
Ya que en la actualidad y debido al poder de la industria alimentaria lo seguiremos encontrando en los etiquetados, sobre todo en el de los productos procesados (helados, galletas, salsas, bollería, aperitivos, margarinas,...) mi recomendación es no abusar de ellos... y volver a cocinar en casa, ya que con la vida tan estresada que llevamos es más fácil acudir a estos alimentos ya elaborados.
Si consumimos un poco de todo (y sólo casualmente alimentos procesados) y hacemos ejercicio minimizaremos los efectos de las grasas saturadas sobre nuestra salud.
(*) Bióloga. Tecnobióloga Alimentaria