El barroco español fue una época chirriante: desde el poder se predicaba la grandeza del Imperio, se gastaba el oro americano en la construcción de iglesias y palacios, en fiestas y celebraciones, se vendía el propio como el mejor de los mundos. Mientras, la emigración a Las Indias sangraba la tierra de las dos orillas, las calles se llenaban de mendigos, de pícaros, truhanes, desarrapados, hidalgos empobrecidos, campesinos sin tierra ni pan…
El equipo de gobierno (¡) del Ayuntamiento de Gáldar edita un programa de Fiestas , de 30 páginas más portada y contraportada, a todo color y en papel couché. Cada buzón recibió el suyo. Todo está bien en Gáldar, al menos en el programa. Actos, artistas, fotos de procesiones (“bajo mazas”), curas y romeros, guayarminas y bentejuís (¿nadie va a decir jamás que este nombre no merece que se lo use para tamaña cursilada?). Desde los estamentos político, eclesial (este –hay que decirlo- más sobrio y serio) e intelectual elevan ditirambos a este mundo feliz en el que no es incompatible la exaltación de lo antiguo y lo moderno, lo canario y lo colonial. Se reconoce a Hijos como predilectos (3), se adopta a otros (4), se dan medallas de oro (4) y plata (4), y pintaderas de oro (21), y se colocan lazos de honor (3); los Caballitos de Fuego vuelven para quedarse y se recupera otra rama…
(Esto de los reconocimientos. Es un clamor. Algunos se lo merecen, y más. Son ellos los que dan prestigio a unos premios que deberían prestigiarlos. Los usan para justificar el resto de concesiones que no responden más que a satisfacciones clientelares).
Y no digamos nada, o sí, de que en el folleto couché, se nos informa también del nuevo emblema o imagen corporativa de la Ciudad de los Caballeros de Gáldar, en cuyo escudo aparece de forma destacada el símbolo barroco de la Cruz de Santiago, lo demás son pictogramas, como una premonición de la idea de plantar en lo alto de la montaña de Gáldar la Cruz de Santiago, urbi et orbi fuera de fecha y lugar, como si de un término o municipio de Galicia se tratara.
Mientras, la calle Larga (mutatis mutandis) es la Triana barroca: desocupados, los que miran y dejan, jubilados al cobro de la pensión, pobres busconcillas alrededor de la pensión de los jubilados. Mientras con una mano este equipo de gobierno manda a los trabajadores a repartir los programas, con la otra firma Eres y despidos. ¿Necesarios? Qué bien le vino a algunos la crisis. Ni siquiera las formas: el miedo, la amenaza, la humillación. Y los escombros a la orilla de caminos y carreteras, y la tala de árboles para colocar casparros en forma de árboles. Gáldar –al menos en su zona de costa- es el pueblo peor cuidado de toda la isla –yo diría de todo el archipiélago (Véase tramo San Isidro-Cementerio).
Sigamos con el símil de la Gáldar barroca. Romería y Fiestas dice el programa, fotos del alcalde y autoridades en traje de lo propio, lucimiento de palmito y bien que me doy el pisto ante visitantes y lugareños. Pero el concejal del ramo obliga a las limpiadoras de colegios, a los de mantenimiento, a limpiar la basura que genera, y los saca de su casa a las cuatro de la mañana. “O lo hacen voluntariamente, o lo sacamos por Decreto”. También el Absolutismo es seña de aquel periodo infame con el que establecemos la analogía. Pero algo los diferencia: en España, aquella decadencia moral y económica se vio acompañada por el florecimiento de las artes. A Gáldar le falta esto: apenas encontramos alguna imitatio exCelsi, varias continuatio Padroni …
¿Cuánto costaron estos programas, depositados EN CADA BUZÓN?
Algunos, si no los sacan en el papel couché, pues publican uno propio. Con el dinero de todos. Podrán justificarlo como alabanzas al patrono, pero no son más que alabanzas al patrón. AUTOBOMBO. Y cuando el que manda se cree Dios, lo que debía ser DEMOcracia se convierte el TEOcracia.
Alcalde, Concejal de Cultura…Este año también el Consejero de Cultura del Cabildo…Todos del mismo partido. BOMBO MUTUO. Pero me extrañó ver entre ellos a don Antonio Morales Méndez, presidente del Cabildo y antes alcalde de Agüimes, pues, aunque navegan bajo la misma bandera por conveniencia, yo esperaba algo más de coherencia.