Nadie habla de la candidatura de Coalición (CC) para las elecciones al Senado y Parlamento español, porque está claro que en esta organización las primarias son las personas que encabezan las listas, sin otra opción.
La lagunera destacada actualmente de Coalición es la que fue alcaldesa de su municipio a partir de 1999. En ese año el partido más votado en La Laguna fue el PSOE, pero Oramas se hizo con la alcaldía gracias a un pacto con el Partido Popular español (PP). A trancas y barrancas mantuvo esa alcaldía hasta 2008, cuando renunció “por motivos familiares” según argumentaba la ya entonces conocida como “la menina”.
Fue una época gloriosa para las familias que representa CC en La Laguna, sin duda. Pero la realidad es que hace muy poco aflora una deuda del municipio, dejada por Ana Oramas y Fernando Clavijo, de 70 millones de euros. La cantidad no es moco de pavo y la estamos pagando toda la vecindad, con recortes presupuestales y cargas en los impuestos que destacan siempre entre las cifras del Archipiélago. Ahora sabemos que a 31 de diciembre de 2015 ya eran más de 94 millones.
Por su lado, Oramas saltó el charco –se entiende que “por (no sé qué) motivos familiares- en 2007 y, desde que dejó el ayuntamiento lagunero (en 2008) es portavoz de Coalición Canaria en la Cámara Baja española. Se ve que sus “asuntos familiares” siguen estando allí, donde tienen una hora más y sus dominios aquí, en CC.
El asalto a la Catedral tuvo lugar en pleno mandato de Oramas, en 2002 y, como ahora se sabe, no se terminó hasta 2014. No fue solo un dineral público empleado en cuestiones religiosas, sino que además tardó más la reforma que su construcción original (entre 1904 y 1915).
Y, al final, aquella obra en pleno centro, cercada por gigantescos andamiajes y grúas que sobresalían por encima de la altura permitida en el casco histórico, no parece terminada del todo. La catedral de La Laguna y su plaza que son cosas distintas cuando conviene. Esa plaza que esconde una riqueza arqueológica que, por acuerdo, se ha tapiado con parches burdos que rompen el entorno; con un estanque de patos que tuvieron que emigrar, “por insalubridad” decían, y ahora vemos con cuatro peces y más sucios que nunca, es una moderna vergüenza para los patrimonios de la Unesco.
Una plaza, y una Catedral, donde da lo mismo una Oramas que una hora menos. Hasta que llegue alguien y, más que poner en hora ese reloj que marca las siete menos veinte no sé sabe desde cuándo, nos ponga un bonito reloj digital.
Los laguneros, de tan buenos que somos, seguimos esperando. Total, Oramas hora menos…