El cabildo se está riendo de los cuatro pastores que quedan. No saben qué hacer para hacerles la pelota y engañar así a la gente, a la par que les matan las Cabras libres que se les escapan al Macizo del Noroeste. Y dado que lo bucólico vende, andan con pastores arriba, pastores abajo y pastores a todos lados, y repito quedan cuatro mal contados, si nos apuramos en definirlos como Dios manda.
Lo de las trashumancia es algo de película cuando es de lo más normal y corriente; pero, lo ensalzan como si una procesión del Santísimo fuera. Nos hablan de noventa pastores, y se pregunta uno dónde aprendieron a contar, y dónde están escondidos tantos pastores, pues das la vuelta a la isla y no ves uno, ni por casualidad.
Y dice el cabildo que les ayudan a evitar los incendios, con las cabras en explotaciones encerradas, ¡ya se me enriscó la perra! De modo que no los dejan pastar, les han robado las tierras de pastoreo, y las cabras que ellos matan van a evitar los incendios. Vamos es de risa, ¡cómo nos toman el pelo!
Encima los engañan con la falsa promesa de remunerarles, cuando los muelen a multas, si la oveja daña un arbolito, pongamos que un pino, porque según los sabios naturalistas del cabildo las cabras comen pinos. ¡No te digo! Es decir, las cuatro cabras que quedan van a evitar los incendios, pero, ¿quién se cree ese cuento? Antes cuando habían ganados y pastores y se veía la tierra llena de ovejas y de cabras, se evitaban algún que otro incendio, Pero ahora la isla como está, todo protegido y sin cabras ni ovejas, sino residual y testimonial y a menos, ¿cómo se van a evitar los incendios, si encima no paran de plantar pinos y quieren doblar el número de los existentes?
Pero es que si se es ingeniero, si se es técnico forestal, si se es director de apagar fuegos, ahora se han dado cuenta –no antes- que los rebaños que no existen pudieran evitar algún que otro incendio, pero toda vez no hay cabras que cubran la isla, vacía de ganados, ¿dé que me hablan? Matan las cabras, desaparecen el pastoreo, y ahora vienen con el cuento que los pastores –que no existen-, con las cabras –que no tienen- van a evitar los incendios. Pues, ¡apañados andamos!
Menos mal, la verdad es que los pastores-pastores, no se dejan engañar del cabildo y siguen a su bola sin creer en falsas promesas y sin esperar milagros profanos. Y ahora resulta que un pastor que tiene limpio sus alrededores gracias a sus cuatro ovejas, el fuego no pasó por su corral y finca, y tienen el reconocimiento de héroe, dado por el cabildo, porque gracias a él, el fuego cambió de rumbo al no encontrar materia que ardiera, ¡vamos como el burro flautista, por casualidad!, pues tenemos –según el cabildo- un par de héroes. Y no, no sigo...
El Padre Báez, Pbro. 04-04-1