¡Quite usted sus cabras, y ponga perros en su vida! Las primeras te dan leche, un baifo, carne, beletén, suero, queso, estiércol, etc., al perro, límpiele la mierda, aguante su jadeo, que te huela la bragueta, que te ensucie la ropa, que te llene de pelos la casa, etc. Por tener una jauría nada le pasa a usted, aunque no deje dormir al vecino, pero si tiene una cabra, no la tenga en un terreno que no sea de uso agrícola. Sí señor, sacaron el mapa, y comenzaron a decir aquí sí, allí no, y ahora a cumplir, sepa usted lo de las rayas en los mapas o no, que después hay que echar abajo el negocio y si están las cabras dentro, ¡qué importa!, primero es la ley, la norma, la justicia.
El terreno, te lo han clasificado, y aquí sí, y allí no, cuando hasta hace poco las cabras estaban al fondo de la vivienda, y cuando no en las azoteas de las casas; ahora restringido el terreno, el perro por todas partes, las cabra en terrenos de uso agrícola, porque esa es otra, ya la tierra no vale para cultivar, sino donde ellos te dicen, y te quitan la posibilidad de plantar un saco de papas, aún en lo tuyo, ¡y menos poner una cabra! Ponga usted perros y tome leche de perras, ¡no te digo! Y ello, sepa usted de mapas o no, porque es que te lo tienen todo de colores, y clasificado, cuando la tierra es toda para cultivo y ganadería, pero ahora no, ahora las cabras a escombros sobre ellas, o a tiros hay que desaparecerlas, y si libres, ¡hay que matarlas!
La intención es más que clara: nuestra dependencia sea total y exclusivamente del exterior, y si tiene usted un rebaño de cabras, a pedradas o a escombros te las matan, porque debe ponerlas donde ellos digan, que para eso son técnicos, expertos, ingenieros, etc. Políticos que no fueron criados con leche de cabras, sino con mala leche, leche de polvo, y leche de fuera, por eso a matar nuestras cabras, a pesar de su genética, la mejor del mundo. Lamentable lo de La Oliva, a 600 cabras les caen encima los escombros del derribo de su corral; pero igual o peor suerte las de Gran Canaria si se escapan desde Agaete, La Aldea, Tejeda, Artenara, Mogán, que cualquier aficionado a la caza les puede pegar un tiro y comérsela, sin más,
Es la que nos está cayendo: muerte a la ganadería, y a ese reducto y cada vez menor de cabras, las van a acabar, porque te dicen dónde puedes llevarlas o tenerlas y de lo contrario, inmisericordes, cumplidores de la ley a raja tabla, te las matan o te las echan fuera del corral, aunque no tengas donde llevarlas o ponerlas, que a ellos, eso les trae sin cuidado. Solo quieren ver el terreno libre de cabras, y ello por más que encerradas, que la sentencia es de muerte, y solo pretenden acaba con ellas. Y pensar, que el puerto de Fuerteventura, se llamó “Puerto Cabras”, por los conejos y perros que había. Cabras que se reducen en número, hasta llegar a desaparecerlas en lugar de protegerlas y defenderlas.
Triste lo de esas 600 cabras sin techo, que fariseos cumplidores de la Ley, destrozan corrales, sueños, esperanzas, futuro (y presente). Lo cual tiene una sola lectura: acabar con la ganadería, como ya ha sucedido con la agricultura. Te clasifican el terrenos según antojos e intereses urbanísticos u otros, y, ¡palos al agricultor, y muerte al pastor! Y a depender del exterior. Aquí, a tiro limpio, y en Fuerteventura, tractores sobre ellas, en definitivas, acabar con la profesión más antigua y con la que nos sacaría del paro y del hambre, pero toda vez las cagarrutas apestan, ¡muerte a las cabras!, y toda vez la mierda de perro es perfume, ¡perros por cabras!, que las perras, también dan leche, y hasta se puede hacer queso con ella, ¡no te digo!
El Padre Báez, que ve con sorpresa, cómo se alían todos contra las cabras, y donde la cabra fue señas de identidad, y en cualquier otra isla, van a la par, ¡a por ellas!, que la leche de fuera, y el queso de fuera, y la carne de fuera, y todo de fuera, es lo mejor, sobre todo para ellos por las divisas que les entra por la importación, que nada les importa el paro de los pobres canaritos.