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Padre Báez

Los cabildeos que padecemos o soportamos

Sacerdote y escritor

Padre Báez | 12 de septiembre de 2017

Está claro, y es evidente y a los datos me remito: los cabilderos que padecemos o soportamos, están cambiado de tal forma todo, que solo consiguen un desastre total, y cuentan para ello –lo vengo repitiendo un día sí y el otro también- con la colaboración de los distintos medios de Comunicación (pues ni uno solo se oponen a sus planes), cuyas técnicas de propaganda es eficacísima, como es por todos sabido, y ello consiguiendo una revolución sin precedente: acabar con las cabras, acabar con la tierra de cultivo y llenar todo de pinos, ¡y a más pinos!, consiguiendo con ello la destrucción de aquellos cercados en otros tiempos de trigo. Toda una conspiración, para recabar dineros de Europa para sus arcas y bolsillos, y disgregando con ello a la población joven a la que se la ha mantenido alejada de la agricultura y de la ganadería, dándoles solo opio y perros, como suplentes o sustitutivos; controlando así las mentes juveniles con música y botellones, y cambiando el día por noches, y con ello lo que ha sido una Historia ejemplar de entrega y sacrificio, volcándolos en la diversión y entretenimiento. Y, apoyándose para sus estrategias, en “ingenieros” expertos, afines sacados de no sabemos qué universidades, ni formación para ello, venidos casi todos de fuera (de españa); provocando además una retirada de los mismos jóvenes de las Iglesias, y capturando para el materialismo a las mentes juveniles, destrozando sus vidas, ya sin esperanzas, ni salidas, y curiosamente utilizando fórmulas falsamente religiosas, de forma maquiavélicas. Ahora –en Fuerteventura, imitando a Gran Canaria- al que tenga una cabra suelta, se la mantienen, y luego le multan y hacen pagar la paja, pienso, alfalfar, afrecho, rollón, millo, agua, cama, corral, cabresto (o soga), etc., etc., que le hayan dado a la extraviada, y la multa pertinente –¡como para que un joven opte por poner una cabra!- y es que no conforme con lo dicho, los cabilderos –aquí y allí- meten mano en las cabras, para ordeñar a europa, porque allí –en Fuerteventura o fuertedesgracia- se comen y polvean el musgo seco de las piedras y hasta la misma tierra, y aquí los endemismos que no existen (endemismos son las cabras, ¡y las matan!). Así que si usted, pobre desgraciado majorero o grancanarión, si no tiene un corral, no tenga cabras, y si las tiene, téngalas tan lejos de población alguna como pueda o le marca la ley, y que se las puedan robar quien quiera, ¡o se las maten impunemente, alegando estaban sueltas. Pues, ¡esas tenemos! los cabildeados se copian! ¡Y a matar!, a dar vida, no; sino tiros de gracia..., ¡terrorífico, Dios mío (perdón a los ateos, por la cita divina)! Dicen hacen daño –las cabras (ni dan leche, ni se hace de ella queso)-, y yo digo dan leche y crías (carne). Los Morales, pues, van de la mano (aquí y allí). Aquí, para matarlas trajeron a peninsulares andaluces, de buena puntería, que las dejaban sufriendo varios días, cargándose el maltrato animal –castigado por leyes, pero que a ellos no les afectaba, por ser quienes eran (?)-, y ahí, enfrente en la fuerte-Ventura, ¿qué ventura correrán las caprarias? Y pensar en 1980 –fui testigo de ello, lo leí en la prensa local entonces- habían cuatro cabras en la Maxorata por cada majorero; ahora una cabra para cuatro  fuerteventureros. ¡Y a menos que van a tocar, matando las que siempre estuvieron libres, sueltas, campando y multiplicando semillas! ¡Ahora sin ellas sueltas, sí que va a ser la isla larga un verdadero desierto. Tiempo al tiempo (¡ya lo verán!). ¿Se imaginan mis amigos a los policías locales corriendo por las montañas de la isla Fuerte, detrás de las cabras para apañarlas sin apañada? Pero, ¡ojo! el dueño de la cabra, pagará la captura policial de su cornúpeta (a no ser que sea mocha, pero igualmente: cabra, ¡y pagará el trabajo policial, y más). Delito: tener cabras como siempre se tuvieron. Pero, además de todo, tendrán también una, u otra sanción más, más el gasto de mantenimiento ya dicho por lo consumido por el animal, comida que rechazará, y hasta se podrá morir antes de que se la maten, ¡se lo digo yo, que de eso sé un rato (la cabra libre acostumbrada a polviar tierra y comer musgo, se niega a comer lo que no sea eso, y ¡se muere!, así vea los ojos de Dios, que ni miento ni les engaño! Y si la cabra o cabrón, lo mismo cabrito o baifo –macho o hembra- si no está marcado (es decir con zarcillos): ¡la guillotinan!, y ya puede ser la raza de cabra mejor del mundo, la muchas veces premiadas por sus quesos, yde genética única y excepcional, ¡las matan (a los perros, ¡no!). Así que a menos cabras, reducidas a cada vez menos espacio, hasta desaparecerlas todas, y después a comprar leche de fuera o a beber leche de ahulaga (aquí, la de tabaibas! ¿Es poco decir manadecabrones (a los machos juntos y sueltos?, ¡ya me entienden! ¿no?). Así que matando cabras, limpian las islas, y aumentan el paro, el hambre, la pobreza, la miseria, el robo, la delincuencia, etc., etc., en lugar de fomentar el pastoreo y multiplicar por cuatro (4), el número de cabras que siempre allí hubo –y aquí- , ¡o más!

El Padre Báez, Pbro. 11-09-17

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