Hemos visto que denigra que le toquen la mano. En recepciones múltiples hasta hace el trueque de darla y quitarla de repente, como en un juego de manos, incluso riéndose irrespetuosamente. Su “falta de amor”, como vamos a ver dirá, supera a su obligado protocolo. El 31 de diciembre (de 2019) dio dos fuertes manotazos, harto agresivos, a mujer china, por haberle cogido su mano para pedirle algo importante: Que intervenga en su otra religión, en la “piadosa” marxista, en China, donde las autoridades derriban iglesias y se cargan obreros católicos. Estoy viendo horrorizado el rostro de este endiosado mandatario tras su agresión. Me recuerda el rostro del cura que dio dos tortas a un niño de 8 años, yo, simplemente porque lloraba. (Me dejaron sordo).
¡Vaya disculpa papal!: «El amor te hace paciente. Y tantas veces perdemos la paciencia… También yo, y pido perdón por el mal ejemplo de ayer.» Su “caridad” le hace compartir con nosotros ese amor que «perdemos» por ser impacientes, como él. En España, tras denuncia, se le habría sentenciado cárcel. Y esa noche la habría pasado en el calabozo.