Que la política crea extraños compañeros de cama no es nada que pueda asombrar a los mingoneados votantes de las distintas formaciones políticas en esta Isla donde la normalidad es el chanchullo. Encontrar principios, ideología o simplemente dignidad es tarea de arqueólogos historiadores y demás investigadores que del pasado a buen seguro encontraran algún ejemplo, porque a los del futuro que intenten encontrar algún vestigio de que existió les va a resultar tremendamente difícil.
Lo que no es tan difícil de encontrar y de probar científicamente es la existencia de la casualidad política, porque para probarlo no se exige ningún acto de fe ni un análisis exhaustivo de detalle, sino que basta con revisar el histórico de casualidades, máxime en tiempos tan convulsos como estos. Bueno, justo es decir que en este Lanzarote de corrupciones y corruptelas la verdad es que siempre son tiempos convulsos.
La casualidad hiso que el pasado viernes 27 de septiembre coincidieran al unísono los consejeros del PP, los del PIL y los tránsfugas de CC Sergio Machín y Mónica Álvarez en levantarse del pleno de Cabildo, al que habíamos sido invitados los concejales del Ayuntamiento de Haría, cuando se trataba monográficamente del asunto de los CATS, o lo que es lo mismo del acoso y derribo de Pepe Torres a su “compañero” de partido Pedro San Ginés. Algunos, en los que me incluyo, por nuestra insana costumbre de malpensados, afirmamos que las casualidades no existen y que este hecho formaba parte de una misma estrategia.
Pero las casualidades siguen teniendo coincidencias en las propuestas de la oposición en el cabildo, incluyendo en esta al demostradamente hombre de principios Sergio Machín y su nueva compañera de batallas, una propuesta de resolución conjunta PP y PIL + tránsfugas por la que pretendían que se eliminaran los principales cargos del grupo de gobierno y otras posteriores en las que parece que la disciplina de partido a la que estos personajes se comprometieron ante su ejecutiva insular y ante los habitantes de esta isla mediante nota de prensa, forma parte de sus principios, principios que son los suyos y que si no les gusta al resto pues, como dijera Groucho Marx, Tienen otros.
Según explicó Sergio Machín en este proceso de casual coincidencia en promover la desestabilización de las instituciones, actúan a conciencia y sin presiones externas de ningún tipo, no vayan a pensar las malas lenguas, entre las que me sigo incluyendo porque lo mío no tiene remedio, que tiene algo que ver con el cacique del norte y su desmedida ambición.
Pero para que vean que las casualidades existen, esta misma mañana el presidente del PIL, D. Fabián Martin pasaba por Haría, por casualidad, a tomarse un cafecito y por casualidad se encontró con D. Pepe Torres. Es de suponer que en ese casual e inocente encuentro no se habló ni de estrategias para acabar con su enemigo común, ni mucho menos para garantizar que el que fuera presidente nacional de CC y hoy capitán de un barco proa al marisco al que ya han abandonado los más sensatos siga aferrado patéticamente al sillón de la alcaldía, porque de haberlo hecho dejaría en una posición francamente delicada a sus compañeros en este municipio, compañeros que por el momento y hasta que no se demuestre lo contrario merecen mi respeto. Espero que también tengan el respeto de su partido.
Las casualidades en el PP sorprenden quizá más, porque muchos considerábamos a Astrid Pérez, al margen de las diferencias ideológicas, una persona seria, que padeció lo suyo con Stinga cuando llevaba la gestión de los Centros de Arte y nadie en su sano juicio esperaba que en esas casualidades políticas, hoy se encontraran en el mismo frente, eso sí, parece que el PP cuida un poco más las casualidades, y de momento no se toma el cafecito en ningún casual e inocente encuentro.
Menos cuida las casualidades el mandamás en la sombra del partido socialista D. Carlos Espino que no tiene pudor, ni debería tenerlo por eso de que dios los cría…, en coincidir muy amigablemente y por casualidad con el decadente regidor norteño en algún que otro acto.
En fin, que en esta isla donde la normalidad es el chanchullo, no debemos extrañarnos de nada, porque eso sí por casualidad, la política crea extraños compañeros de cama.