El pasado 12 de septiembre en la sede de la prestigiosa empresa FORCAEM en Las Palmas de Gran Canaria, a sala llena, el profesor universitario e investigador en neurociencias, Miguel Ángel Gago Martínez, impartió el novedoso curso “La Empresa Neuro Inteligente, Eficaz ante Entornos Exigentes".
El ponente, con amplio recorrido gerencial en empresas relacionadas con marcas como Volkswagen, Oakley, MRV y Montblanc, quien ha publicado tres obras en Amazon sobre Neurociencias aplicadas a temas claves empresariales, como los del liderazgo, el marketing off/on y las ventas, se refirió al tema de vanguardia: “Modelo de Gestión Empresarial fundamentado en Redes Cerebrales y Equipos Auto Gestionados”
Dicho modelo de gestión, que considera a las empresas como organismos vivos y sistemas, no como máquinas, que se tienen que adaptar constantemente a ecosistemas altamente inestables y variables, para competir exitosamente y sobrevivir, usando un nivel de pensamiento diferente al tradicional, trata de imitar al cerebro humano en su diseño, estructura, funcionamiento y comportamiento.
Así como el sistema cerebral en función del éxito adaptativo, se desempeña sobre la base de funciones distribuidas en redes altamente integradas, compuestas por partes (células, áreas y estructuras), totalmente interconectadas, interrelacionadas, integradas y cohesionadas, que trabajan cooperativa y colaborativamente, igualmente deben hacerlo las empresas.
El ponente, que parte del principio de la inteligencia colaborativa es superior a la individual, sostiene que se debe fortalecer la integración y mejorar la comunicación de cada uno de los integrantes, en función del principio físico del “Efecto Mariposa”, según el cual “un pequeño cambio en las partes puede generar efectos insospechados”
Sobre la base de la tesis de eminente profesor Dan Siegel, de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA), el relator afirma que, ya las personas al comunicarse se transmiten mentalmente energía e información, estas se deben potenciar, para que el cerebro organize, como sistema vivo, pueda funcionar a plenitud, y se genere el valor que diferencie frente al cliente.
La energía, no entendida como algo mágico-misterioso, sino como la fuerza que permite hacer las cosas y alcanzar el éxito, tal como lo postula la física, funciona en tres campos: actividad, relaciones y propósito.
El Campo de la Actividad, es el del cuerpo del negocio, y la parte visible de la metáfora del iceberg.
El cuerpo, se corresponde con la energía cinética o del movimiento, con foco en metas, planificación, procesos y prioridades, y, con herramientas relacionadas con el control, la supervisión y la medición. Generalmente, es al que se le presta mayor atención, pero que no basta para lograr resultados satisfactorios.
El Campo de las Relaciones se corresponde con la parte media del iceberg.
Las relaciones se enfocan en la energía comunicativa y la transmisión de la información para integrar a la gente, a través de lo corporal, lo verbal y la entonación, sobre la base del diálogo colaborativo, la solución de conflictos, y el encuentro de significados compartidos. Lo que repercute, de forma determinante, sobre la actividad.
Aunque si bien, y sin duda, la más importante y generalmente descuidada, sea la del Propósito, la parte más profunda del iceberg, que influye poderosamente sobre las anteriores, porque se construye sobre valores éticos y fines que benefician a la sociedad.
El propósito, impacta sobre la pasión, el entusiasmo y la inspiración de los colaboradores de la Empresa. Algo sumamente vital ante las generaciones millennials y Z, que lo demandan más que las anteriores, y un ecosistema competitivo que exige creatividad e innovación para generar valor.
Así como las células neuronales trabajan como pequeños pero grandes líderes, en equipos auto organizados y autogestionados colaborativos que toman sus decisiones democrática y consultivamente entre ellos, sin egos, resulta conveniente que las empresas se planteen y reflexionen sobre la necesidad de rediseñarse, potenciando este aspecto, focalizándose en la acción y no en la jerarquía para dar respuestas ágiles a un ecosistema que lo exige so pena de perecer.
Tal como Darwin lo afirmaba: “No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, ni la más inteligente, es la más adaptable al cambio.
El ponente, con amplio recorrido gerencial en empresas relacionadas con marcas como Volkswagen, Oakley, MRV y Montblanc, quien ha publicado tres obras en Amazon sobre Neurociencias aplicadas a temas claves empresariales, como los del liderazgo, el marketing off/on y las ventas, se refirió al tema de vanguardia: “Modelo de Gestión Empresarial fundamentado en Redes Cerebrales y Equipos Auto Gestionados”
Dicho modelo de gestión, que considera a las empresas como organismos vivos y sistemas, no como máquinas, que se tienen que adaptar constantemente a ecosistemas altamente inestables y variables, para competir exitosamente y sobrevivir, usando un nivel de pensamiento diferente al tradicional, trata de imitar al cerebro humano en su diseño, estructura, funcionamiento y comportamiento.
Así como el sistema cerebral en función del éxito adaptativo, se desempeña sobre la base de funciones distribuidas en redes altamente integradas, compuestas por partes (células, áreas y estructuras), totalmente interconectadas, interrelacionadas, integradas y cohesionadas, que trabajan cooperativa y colaborativamente, igualmente deben hacerlo las empresas.
El ponente, que parte del principio de la inteligencia colaborativa es superior a la individual, sostiene que se debe fortalecer la integración y mejorar la comunicación de cada uno de los integrantes, en función del principio físico del “Efecto Mariposa”, según el cual “un pequeño cambio en las partes puede generar efectos insospechados”
Sobre la base de la tesis de eminente profesor Dan Siegel, de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA), el relator afirma que, ya las personas al comunicarse se transmiten mentalmente energía e información, estas se deben potenciar, para que el cerebro organize, como sistema vivo, pueda funcionar a plenitud, y se genere el valor que diferencie frente al cliente.
La energía, no entendida como algo mágico-misterioso, sino como la fuerza que permite hacer las cosas y alcanzar el éxito, tal como lo postula la física, funciona en tres campos: actividad, relaciones y propósito.
El Campo de la Actividad, es el del cuerpo del negocio, y la parte visible de la metáfora del iceberg.
El cuerpo, se corresponde con la energía cinética o del movimiento, con foco en metas, planificación, procesos y prioridades, y, con herramientas relacionadas con el control, la supervisión y la medición. Generalmente, es al que se le presta mayor atención, pero que no basta para lograr resultados satisfactorios.
El Campo de las Relaciones se corresponde con la parte media del iceberg.
Las relaciones se enfocan en la energía comunicativa y la transmisión de la información para integrar a la gente, a través de lo corporal, lo verbal y la entonación, sobre la base del diálogo colaborativo, la solución de conflictos, y el encuentro de significados compartidos. Lo que repercute, de forma determinante, sobre la actividad.
Aunque si bien, y sin duda, la más importante y generalmente descuidada, sea la del Propósito, la parte más profunda del iceberg, que influye poderosamente sobre las anteriores, porque se construye sobre valores éticos y fines que benefician a la sociedad.
El propósito, impacta sobre la pasión, el entusiasmo y la inspiración de los colaboradores de la Empresa. Algo sumamente vital ante las generaciones millennials y Z, que lo demandan más que las anteriores, y un ecosistema competitivo que exige creatividad e innovación para generar valor.
Así como las células neuronales trabajan como pequeños pero grandes líderes, en equipos auto organizados y autogestionados colaborativos que toman sus decisiones democrática y consultivamente entre ellos, sin egos, resulta conveniente que las empresas se planteen y reflexionen sobre la necesidad de rediseñarse, potenciando este aspecto, focalizándose en la acción y no en la jerarquía para dar respuestas ágiles a un ecosistema que lo exige so pena de perecer.
Tal como Darwin lo afirmaba: “No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, ni la más inteligente, es la más adaptable al cambio.