Precisamente hoy que salgo de Gomera me asalta una cierta nostalgia. Nunca suele ser cierto que cualquier tiempo pasado fue mejor pero, al menos visto solo para este limitado horizonte temporal de la víspera y el día de San Juanito, fecha a la que la influencia cristiana trasladó la muy cercana –y más “pagana”- del solsticio de verano que, desde siempre, han celebrado los humanos del hemisferio Norte de este planeta, la nostalgia me trae el recuerdo de un pasado diferente y, en este caso, más íntimo y mejor.
El San Juan que me vuelve, redivivo y vigoroso, a la memoria es el que, siendo novio de Juanita y los primeros años ya unidos, a los inicios de los 60, se celebraba en Gomera. Toda la noche estaban en la calle las parrandas de tocadores, sobre todo las “de los Mora” y la “de los barberos”. Las fogaleras ardían por todos los rincones de la Villa y el olor de los chocos y las sardinas asadas inundaban las calles. Las sociedades del Junonia y Los Leones prolongaban los bailes hasta el amanecer en que, bailando por la calle, se acercaba la gente a la playa “pa’ver bailar el sol”. Tras eso, en la mañanita, muchas personas se acercaban al Pozo de la Aguada ya que ese día podía ver en su fondo, reflejado a sus difuntos, mientras que pastores como Ambrosio Hdez de Guahedum iban hasta Puntallana a recoger la •”piedra pa’la yesca del chisquero” y los yerberos recogían las hierbas sanjuanera que ese día tenían un poder especial.
Ese es el San Juan, el Solsticio de Verano que, afortunadamente, guardo en mi memoria. Imaginariamente llevo el Ramo de San Juan hasta la playa y el sol baila de contento en el horizonte tras Tenerife. Empieza el Acano
11:06 h.
viernes, 22 de noviembre de 2024