Cuando de pibe, recién terminado el “Preuniversitario”, tuve que decidirme por los estudios a escoger, elegir lo que intentaría ser “de mayor”, no lo tenía claro –sigo sin tenerlo solo que ya es un poco tarde- en el dilema de la opción “Ciencias” o “Letras”. Me matricule en el Selectivo de Ciencias, único para todas las ciencias e ingenierías, pero asistía a clases de 1º de Derecho y a algunas de Letras, en La Laguna entonces solo Románicas, que tenían el aliciente añadido de la mayor presencia femenina en la Universidad franquista de entonces. Aprender no aprendí mucho, pero, al menos me entró la afición a temas diversos que aún conservo.
De las pocas clases de Derecho Romano a las que asistí con el catedrático José Ortego Costales, un penalista enamorado del derecho del III Reich, entendí por qué se usaba el latín para expresar los “brocardos”, nombre que los profesionales dan a un aforismo jurídico para uso de la “Curia”, fuera del alcance de los profanos. Los brocardos, como todos los aforismos, pretenden ser verdades inamovibles, pero que realmente son de posible interpretación variada, cuando no rebatidos por otro brocardo igual de contundente.
Viene todo esto a cuento de la sentencia del Tribunal Supremo español en el caso contra Quim Torra, President de la Generalitat de Catalunya, por negarse a quitar del balcón de la Institución una pancarta solicitando “Llibertat Presos Politics” en período electoral. Su abogado, Sr Boye, expuso que el President obraba, en uso de su Libertad de Expresión, ratificando unas palabras y posiciones estrictamente políticas, como “Libertad de Expresión” y “Libertad Presos políticos” que, no solo figuraban en su discurso de toma de posesión como President, sino que habían sido ratificadas por el apoyo, formal y mayoritariamente expresado, de los parlamentarios electos al Parlament, expresión política por tanto de un sentimiento ciudadano más allá de las organizaciones que se presentaban en la campaña electoral.
Aquí encaja uno de los más recurridos brocardos: “Da mihi factum ego dabo tibi ius” que, en castellano viene a decir “Tu dame los hechos que yo te daré el derecho” donde el T.S supremo español entiende ese “DARÉ” por “FABRICARÉ” el Derecho, cosa que, desgraciadamente, este Tribunal viene entendiendo con demasiada frecuencia. Los juristas suelen acompañar a ese latinajo con otro brocardo: “Iura novi Curia” que suelen traducir por “El Juez conoce el Derecho”, pero que literalmente nos dice que la “Curia”, esto es, jueces, fiscales, abogados, procuradores y hasta los bedeles de los Palacios de Justicia que son los que forman la Curia y, cómo no, los propios interesados, conocen el derecho. No es papel de la “Administración de Justicia” FABRICAR la Ley. Lo suyo es la interpretación de la misma y, por ende, subjetiva, apelable y repudiable en su aplicación. El papel de “crear” leyes es del Poder Judicial que reside solo en las Cámaras, aunque en el caso español está, a su vez, supeditado al Derecho Europeo, que el Sr. Boye pidió que se tuviera en cuenta.
Resultado: Año y medio de inhabilitación que, no solo expulsa al President del gobierno, sino que le impide cualquier intento de ser reelegido. La inhabilitación es una pena contemplada solo para delitos GRAVES. ¿Habrá que considerar la Libertad de Expresión en tiempo electoral un “delito grave”? ¿“Iura novi” Tribunal Supremo?
¿Prevaricación? Puede ser, pero como simple interesado y no profesional de la Curia, mi opinión es irrelevante. Lo que si tengo claro es que el agudo sentido de nuestros magos, los amusnaus de este pueblo han creado un aforismo que, si fuera en latín, sería un verdadero brocardo.
Me lo enseñó mi amigo Ignacio Gaspar en un artículo en “La Sorriba”: EL DERECHO DE LA HOCE ES CAMBADO.
Francisco Javier González
Gomera a 28 de septiembre de 2020