En el corazón de Arrecife, el Puente de Las Bolas se erige como un testigo silencioso de la historia y la cultura de Lanzarote. Con sus casi 250 años de antigüedad, este emblemático puente no solo es una joya arquitectónica, sino también un símbolo de identidad para los lanzaroteños. Sin embargo, su estado de deterioro es alarmante y, a pesar de los numerosos llamados a la acción que he hecho, parece que su futuro pende de un hilo.
A lo largo de unos 25 años, he tenido la oportunidad de escribir varios artículos sobre la importancia de este puente, que conecta no solo dos orillas, sino también generaciones de recuerdos y tradiciones. Las dos torres que lo flanquean, una vez majestuosas, ahora presentan desvío de unos dos grados, grietas y quebraduras en sus bases que amenazan su integridad. Uno de sus arcos, que debería ser un símbolo de fortaleza, carece de una piedra vital, y la cimentación de su estructura general, tanto en sus bases como así en sus arcos, se encuentra casi vacía, como si el tiempo estuviera reclamando lo que una vez fue un orgullo para nuestra comunidad. Y para más INRI casi no se puede caminar a través del mismo y su pasillo de madera está corroído por la carcoma, que da lugar a que sea un peligro potencial para turistas y locales.
El actual alcalde de Arrecife ha expresado su impotencia, señalando que la responsabilidad de la restauración recae en el Departamento de Costas de Canarias. Sin embargo, esta situación no puede ser una excusa para la inacción.
El Puente de Las Bolas no es solo una estructura; es un patrimonio que atrae a turistas y locales por igual, un lugar donde se entrelazan historias y se forjan recuerdos. Su deterioro no solo afecta su belleza, sino que también pone en riesgo la seguridad de quienes lo transitan.
Es imperativo que los políticos y las autoridades competentes tomen cartas en el asunto lo antes posible. La restauración del Puente de Las Bolas no solo es una cuestión de conservación histórica, sino también de desarrollo turístico y económico para Arrecife. Un puente en buen estado puede convertirse en un atractivo turístico aún mayor, fomentando la visita de aquellos que buscan conocer la esencia de nuestra isla.
Hago un llamado a la acción a todos los ciudadanos, a los amantes de la historia y la cultura canaria, y a aquellos que creen en la importancia de preservar nuestro patrimonio. Es hora de unir nuestras voces y exigir que se priorice la restauración del Puente de Las Bolas. No dejemos que este símbolo de Arrecife se convierta en un recuerdo borroso del pasado. La historia de nuestra isla merece ser preservada y celebrada, y el Puente de Las Bolas es una parte fundamental de ella.
Espero que los políticos que están gobernando actualmente la isla de Lanzarote, en el Cabildo y los 7 ayuntamientos se dignen en levantarse de sus sillones y tomen cartas en el asunto lo antes posible porque el puente es como un anciano longevo que está pidiendo ayuda desde hace más de 50 años.
Por favor, basta ya de echarle la culpa al Departamento de Costas. Si se quiere se puede presionar al Departamento de Costas para que dé el permiso de restauración lo antes posible.
Espero que el puente no cumpla más años sin que los Reyes Magos le traigan como regalo su restauración total y sin chapuzas.