Me imagino que como todos, en estos días hemos comprobado lo frágil que es el modelo económico del que TODOS dependemos de manera exclusiva (turismo, sector servicios y construcción) en este país y, más concretamente, en Canarias, LANZAROTE.
El “virus biológico” finalmente será vencido pero, posteriormente, tendremos que afrontar otro virus aún más devastador y virulento que el actual, el virus de la “incertidumbre socio-laboral”, sombra de la precariedad. Costará (será duro y lo conseguiremos) que nos vuelvan a ver como un sitio turístico convincente y atractivo. Hay ciertas circunstancias que se quedan grabadas en la mente de los ciudadanos y una de éstas en la que estamos padeciendo.
Espero que el actual gobierno esté a la altura de lo que se espera de ellos. PERO NO SÓLO ELLOS, tenemos como COMUNIDAD la obligación de participar de las decisiones y los cambios que necesitamos. NUESTRA OBLIGACIÓN no sólo es incidir en lo que se puede mejorar, DEBEMOS PROPONER SOLUCIONES. Nada cambiará si empezamos a echar la culpa a los de siempre, porque entonces NOSOTROS seremos los que siempre se quejan, sin más.
Esta situación ha sido un duro AVISO. Debemos tomárnoslo en serio. NO podemos dejar todo en manos de los gestores públicos. UN CAMBIO TAN PROFUNDO en las estructuras del modelo productivo requiere de una concienciación COLECTIVA ACTIVA. No vale lamentarse ahora, no vale recordar lo que hubiese podido ser.... Todos hemos contribuido a alentar esta dependencia FEROZ del actual modelo, una de las claves que impedirá recuperarnos con cierta solvencia a medio plazo.
No obstante, debemos mantener la premisa de priorizar a los más vulnerables, pero, a la vez promover nuevas alternativas productivas. Sería importante empezar a montar unas bases sólidas tendentes a complementar y diversificar un futuro modelo económico, fortaleciéndolo desde la involucración de la sociedad civil y dotándolo de una mayor flexibilidad burocrática, con incentivos reales (fiscales, financieros, sociales, etc.) que precipiten la apertura hacia nuevos espacios económicos donde primen la innovación, el fortalecimiento social, la conservación del entorno y el talento. En definitiva, una apuesta decidida por un cambio socioeconómico REAL.
A pesar del fastidio que supone estar todo el tiempo en casa, la verdad es que en mi caso, se están dando cosas positivas. NO quiero poner el acento en las cosas tenebrosas (la venta de mascarillas y otros productos higiénico-sanitarios en la búsqueda del lucro ilícito que proporciona el miedo, las reiteradas conductas incívicas de algunos, la locura que significa ir al supermercado por la avalancha de gente comprando como si tuviéramos fecha de caducidad, etc.) que han sucedido. Mejor nos quedamos con lo bueno.
Como decía, me ha encantado (emocionado) comprobar que cuando se quiere y unen sale lo mejor de las personas y de las administraciones, particularmente de las locales y de los servicios que están en primera línea ante situaciones de crisis severas como la actual. Se han activado en tiempo récord servicios de atención específicos para los colectivos más vulnerables (reparto de alimentos y comida a las familias necesitadas, atención domiciliaria personas dependientes; se han habilitado espacios alojativos para las personas que viven en la calle; la solidaridad e interacción vecinal – eso sí, en los balcones - ha vuelto; muchos empresarios han puesto sus recursos y medios a disposición de las administraciones; las fuerzas de seguridad, sanitarios, personal de servicios sociales, protección civil, etc. dando lo mejor de sí mismos a pesar del azote del miedo,…).
Por otro lado, no quiero cerrar este artículo de opinión sin dejar de decir que para un auténtico dinosauro en el uso de las nuevas tecnologías, esta crisis ha supuesto todo un reto para explorar algunas posibilidades telemáticas, conocer aplicaciones de gran utilidad. Gracias a estos avances hemos podido comunicarnos con nuestras familias y conocidos de manera ágil y eficaz. Y también han jugado una gran labor en el entretenimiento (sobre todo me entenderán los que tienen niños pequeños) y en labores de concienciación (las demonizadas redes sociales).
Presidente de Hay Proyecto en Tías