La Alcaldesa de San Bartolomé, María Dolores Corujo Berriel, en nombre de la Corporación Municipal y vecinos muestra sus condolencias ante el fallecimiento, de Don Felipe Martín Rocío, distinguido con el Premio Ajey a la labor deportiva en la XI Edición del Solemne Acto de Honores y Distinciones de San Bartolomé, por ser uno de los máximos exponentes en el deporte vernáculo, no sólo en nuestro municipio, sino a nivel insular y autonómico. Falleció ayer, a los 62 años de edad, tras una dura enfermedad, rodeado por familiares y amigos.
Las más sinceras muestras de condolencia a su familia, amigos y vecindad por la pérdida de este ilustre vecino. Esta tarde San Bartolomé le dará el último adiós a las 16.30 horas.
RESEÑA
FELIPE MARTÍN ROCÍO, desde muy joven tuvo una tendencia natural a la práctica de varias disciplinas deportivas. Se inició desde muy temprano en la lucha canaria, una modalidad que ha ocupado un lugar privilegiado en su trayectoria deportiva, primero como luchador y más tarde como árbitro con una reconocida proyección en toda la comunidad canaria, siendo uno de los nombres propios, vinculado a la historia uno de los estandartes de Canarias: la lucha canaria. No en vano, ha sido merecedor en varias ocasiones de las máximas distinciones otorgadas por la Federación de Lucha Canaria por su carrera arbitral.
Su intervención y protagonismo también se proyectaron en otros deportes como el fútbol, destacando también su papel en los anales del Club de Fútbol de San Bartolomé, entidad de la que fue cofundador, convirtiéndose en el socio número 3. Su presencia, primero como jugador, se vio secundada posteriormente por su dedicación como directivo.
Sin embargo, su personalidad humilde y bondadosa, no le impidió reconocer que la directiva actual de este club es “la mejor directiva de todos los tiempos”, sintiendo los logros del club, como propios. Esta ha sido su grandeza.
Don Felipe se ha convertido por mérito propio en una figura imprescindible del deporte municipal. Recordemos que es él mismo quien se traslada hasta Las Palmas a comprar personalmente el primer equipaje del San Bartolomé Club de Fútbol, gracias a la aportación de todos aquellos que hicieron un esfuerzo, contribuyendo con su propio dinero. De esta manera, don Felipe, se convierte en el artífice de la elección de los colores que hoy son referente del fútbol en San Bartolomé casco: el blanco y el rojo. Anécdotas que justifican una a una este merecidísimo honor y es que el señor Felipe Martín Rocío ha imprimado su huella en cada uno de las familias deportivas a las que ha dedicado su vida.
Su presencia ha destacado tanto en el campo de fútbol, como en el terrero y en el campo de juego de otro nuestros clubes municipales, el Club de Petanca Plaza del Carmen, organización que también nace con la participación de este gran personaje de la cultura deportiva municipal.
En esta ocasión, su paso por la petanca, eleva al club a nivel nacional, participando como jugador en los Campeonatos de Petanca de España, en 1994.
La Corporación Municipal de San Bartolomé, no dudó en rescatar de la historia de este municipio, a quien ha sido protagonista y actor en estos tres deportes, en estas tres familias deportivas: la lucha canaria, el fútbol y la petanca. Escribir el perfil etnográfico de San Bartolomé es escribir la historia de nuestro querido don Felipe. Ambas historias están entrecruzadas y son absolutamente indisolubles.
Felipe Martín Rocío nació el 15 de diciembre de 1950, en el seno de una familia numerosa, hijo de don Marcial Martín Rodríguez y doña María Rocío Pino. Casado con doña Carmen Hernández Morales, su esposa, con la que tiene dos hijos: Lorena y Óscar de los que como él mismo aseveró, “sentirse muy orgulloso”. El espíritu de este Premio Ajey, impregnó en su familia, puesto que su propio hijo, tras iniciarse en las categorías base del San Bartolomé Club de Fútbol ha despuntado y hoy en día dibuja su propia carrera deportiva con éxito. La enseñanza de su padre se ha centrado sobre todo en la importancia de la rectitud del jugador y en el respeto a los entrenadores. Sin duda, valores muy valiosos.
Conocido como “Pito”, término entrañable con el que se le identifica familiarmente y que proviene del diminutivo Felipito, como cariñosamente lo llamaba su madre, doña María Rocío, popularizándose posteriormente en otros ámbitos este apodo, ya característico: “Pito”.
Pues bien, Felipe Martín Rocío, emigró en 1964 a Las Palmas de Gran Canaria con su familia, en una época en la que el avance económico era una utopía. La pasión por el deporte le hizo participar en el equipo juvenil del C. F. Osorio de La Isleta. Aquel que lo conoció como futbolista, siempre con su número siete a la espalda, destaca su veloz carrera, ocupando la posición de extremo derecha y sobresaliendo por su rápido sprint.
Vuelve a San Bartolomé dos años más tarde , dedicándose a la práctica de la lucha canaria en el equipo de su pueblo hasta el 24 de septiembre de 1973, fecha en la que ficha en el “Unión de Luchadores de Lanzarote”. Guardaba gratos recuerdos de sus compañeros de brega. Con cierta nostalgia le venían a la memoria muchos nombres como los de: Sebastián Lemes Elvira, Rafael Paz Gil, Juan Pérez Tejera “Pérez V” y un largo etcétera en el que se encuentran otros grandes mitos de esta disciplina deportiva.
En 1974 comenzó su labor de arbitraje de esta modalidad, ejerciendo la profesión no solamente en la isla, sino también fuera de sus fronteras. Según contó don Felipe, en aquella época, “siendo Juan Pérez el responsable de los equipos de la base de Lanzarote, le solicitó de forma imprevista que arbitrara a los niños, tras la salida de misa. Este momento dio un vuelco a su andadura y descubrió la vocación que ha mantenido durante tantos años. En aquellos momentos, los terreros eran improvisados y con humor recordaba como los propios directivos del Unión Deportiva de Lanzarote, el día de San Ginés, se quitaban las chaqueta para palear ellos mismos la arena, que debía ser introducida y retirada el mismo día del encuentro, en el “Instituto viejo” de Arrecife”.
Don Felipe destacó la afición de los años en los que los terreros se llenaban de seguidores de la lucha canaria, aquellos que siempre han sabido respetar su labor, puesto que ha logrado desempeñarla con justa equidad. Como árbitro sobresalía por su movimiento en la arena, desplazándose con destreza. Curiosamente, antes de que existieran los cronómetros él contaba el tiempo con sus propios pasos. En él, se ha aunado lo tradicional y la innovación, puesto que no ha dudado en proveerse de las nuevas tecnologías para lograr un fallo equilibrado, llegando a usar en un encuentro decisivo en el Pancho Camurria de Tenerife, el monitor para visionar la brega previamente grabada. Esto no sólo dejó boquiabiertos a toda la mesa y al público asistente, sino que también mereció la gratificación del mandador del Santa Cruz, en aquel entonces, Juan I.
Su legado abre la senda al porvenir del gremio de los futuros árbitros, siendo un gran conocedor del reglamento, por lo que se convirtió en muchas ocasiones en el responsable de dirimir grandes finales a nivel autonómico, arbitrando a grandes puntales y viajando por todas las islas.
Su labor personal y su labor deportiva, con su abnegada dedicación, lo convirtieron en un prócer del deporte de San Bartolomé y junto a otras figuras han ubicado a San Bartolomé en un lugar privilegiado a nivel deportivo.
También fue incansable su participación en la vida social del municipio, formando parte de la banda municipal y ofreciéndose a transmitir a los niños y niñas de San Bartolomé las costumbres y tradiciones de nuestro pueblo.
Y es que para don Felipe el futuro de la lucha y del fútbol “está en el fomento de la base, en generar un ambiente familiar que trascienda al terreno de juego, que el deporte se convierta en una forma de vida, dotada de valores que trasciendan lo estrictamente deportivo”. Su andadura es un ejemplo a seguir, inspirador para lograr una implicación absoluta en cualquier proyecto que emprendamos en nuestras vidas. Esta amplia trayectoria, fue la que lo hizo merecedor del Premio Ajey a la labor deportiva, en el que la Corporación Municipal de San Bartolomé reconoció la dedicación que “Pito” ha regalado generosamente al municipio de San Bartolomé, el pasado 22 de diciembre de 2012, en un entrañable acto, en el que el patio de butacas con aplausos y en pie agradeció su dedicación.