Hoy levantamos la voz y el corazón para rendir homenaje a un hombre ejemplar, Don Domingo Curbelo Fernández, cuya vida estuvo dedicada a la defensa incansable de nuestra tierra y a la lucha por un equilibrio justo entre el desarrollo y la preservación de lo que nos hace únicos. Su legado resplandece como un faro que guía a quienes aún creemos que el respeto por nuestro territorio no es negociable y que el amor por nuestras raíces es nuestra mayor fortaleza.

En el 2000, cuando pocos se atrevían a alzar la voz contra intereses disfrazados de progreso, Don Domingo lideró un movimiento valiente en pro del control poblacional y la defensa del territorio. Sus propuestas, aunque malinterpretadas por algunos y calumniadas por otros, nunca buscaron otra cosa que el bien común, una visión clara de sostenibilidad y respeto por esta tierra que tanto amamos. Enfrentó las críticas con serenidad y principios, demostrando que sus convicciones eran inquebrantables.

Mientras algunos partidos, instituciones y figuras que decían defender nuestra tierra se perdían en el juego de intereses ocultos, otorgando licencias para proyectos que atentaban contra nuestro patrimonio natural y cultural, Don Domingo mantuvo viva la esencia de lo que significa ser canario: luchar por la verdad, la justicia y el respeto por nuestra historia. La mezquindad y la mediocridad jamás lo doblegaron, porque su amor por esta tierra siempre fue más fuerte que cualquier adversidad.

Hoy, años después de aquellas batallas, sabemos que su legado es más relevante que nunca. Aunque los tentáculos de esos oscuros intereses sigan intentando arraigarse, seguimos trabajando en su nombre y en el de tantos otros que han entregado su vida por el bien de nuestras islas. Don Domingo nos enseñó que no basta con amar nuestra tierra; es necesario defenderla con hechos y con una visión clara de futuro.

Agradecemos profundamente su ejemplo y su dedicación. Mientras haya un canario con amor por estas islas, su lucha no habrá sido en vano. Seguiremos enfrentando a quienes intentan desvirtuar lo que somos y trabajando por la verdad, con el orgullo y la fuerza que nos legó Don Domingo Curbelo Fernández.

Hoy y siempre, gracias, Don Domingo. Su memoria será nuestro aliento en cada paso hacia la justicia y el respeto por nuestra tierra.