“La historia, considerada desde dos puntos de vista, puede dividirse en la historia de la naturaleza y la historia de los hombres. Ambos aspectos, con todo, no son separables: mientras existan hombres, la historia de la naturaleza y la historia de los hombres se condicionarán recíprocamente”
Si miramos nuestro panorama actual, veremos que nuestra historia insular y del archipiélago en general; en relación al desarrollo de nuestra historia más reciente, no es difícil comprobar el más que mal trato que se le ha dado a nuestro entorno natural, a raíz de la planificación del ¿boom? turístico (que fue planificado y datado en pleno franquismo), como se depredó toda la franja costera: costa, accesible o no, para montar a destajo y cuasi siempre “al trancazo”, alojamientos para recepción de turismo europeo. Que con las condiciones de nuestro clima, opuesto en temporada a la fría Europa, se montó un mercado especulativo enorme y casi sin miramientos del entorno, que hizo que se abandonaran las penosas y duras condiciones de trabajo en los campos y en la pesca de bajura; por el aquello de “cambiar el sacho por la bandeja” … y fuimos a servir copas, y comidas, y hacer camas y a vender bronceadores… a miles de turistas (aquellas suecas que encandilaban con su blancura a nativos, y suecos a nativas, que todo era tal cual… a pesar de la carga “matriarcal” de la etapa histórica). Marcando con ello un modelo de crecimiento: la depredación del territorio y los recursos naturales a mansalva.
Si, hizo que Canarias se “desarrollara”, y se sacrificó su territorio (repito con cartografía y proyecto) costero a más no poder, en nombre del trabajo se destruyo la vida… porque la condición arriba mencionada, no es ninguna adivinanza, es simplemente y llanamente una ley natural: “tierra/hombres-inseparables y condicionados”.
De las frías suecas (y suecos) pasamos a tener de entradas hoteleras y “apartamenteras” hasta 16 MILLONES de turistas año. No hay lugar en el mundo en que, con un territorio tan dividido o fragmentado, escaso de recurso, que tenga tal índice, que es cuasi una barbaridad. Es tal que así lo ve la OMT.
Lógicamente; no se correspondió nunca con beneficios sociales acordes. Eso sí, generó incalculables réditos a las patronales turísticas relacionadas, ese monocultivo (engañoso el término) que llamamos “turismo de sol y playa”. Y precisamente, se recurrió a personal sin formación y a bajo coste (años 50), y fue apañando el tema hasta la situación más reciente, y que, de unos 20 años en adelante, la antigua mano de obra en precario, pasa a ser para los trabajadores inmigrantes, procedentes del sur de las américas y del norte del Magreb. Si bien es cierto, que anteriormente y por cuestión del idioma se recurrió a “nativos” de origen para solucionar esta desventaja. Y claro, no pocos los asentamientos de: alemanes, ingleses y otros, en concreto cara al turismo.
El “engañino” monocultivo, nos dejó sin producción de alimentos, quedó todo a nivel de importación. Salvo algunas que permanecieron, pero que igual han ido sucumbiendo, o bien permanecen a modo de autoconsumo. Cierto es que, el tomate, el plátano, las flores y poco más, fue creciendo hasta agotarse. Igual algo residual y próspero artesanal de ganadería. Las exportaciones de frutas a continuación de la cochinilla y azúcar, dejó de existir o quedó algo testimonial. Hasta el punto de que el ron, se hace mayoritariamente de pasta importada de República Dominicana y otros… o la propia pesca de bajura que pereció, pero el problema de las aguas y la pesca de altura quedó en propósito de enmienda. Llegados los 80 las tabaqueras salieron a escape en busca de mano de obra más barata, para procesar el tabaco, cuya hoja importaban, salvo unos pizcos en La Palma.
Es que eso de tener un “monocultivo” deja un rango cognitivo condicional, como que no hemos abandonado la tierra, en nuestro corazoncito verde y campestre.
Igual nos hace sentirnos como seguros, eso de tener una “industria” … pero una industria sin humo. Cosas…
Luego a eso le llamaron “caricias condicionadas” en ramas de la psicología.
Lo cierto es que, y aunque venía gestándose ya; con la nueva coletilla de que tenemos que apostar por un “turismo de calidad”; pues igual nos hace sentir hasta como superiormente competitivos. Tendríamos que hablar largo y tendido de que se significa estos nuevos “mensajes refuerzo” y en base a que se lanzan.
Para explicarme, es como eso de escribir, pintar en los muros: aquello de “libertad”, “amnistía” (en dictaduras), perseguido por los cuerpos de policía, ahora nos lo han trasladado a los “muros” de las redes y hasta nos sentimos fetén escribiendo en ellos, cuando antes terminó por parecernos una cosa incívica.
La más significativa: redes sociales, a lo que son redes virtuales. Más cosas…
Ahora, y tras esa brevísima introducción de nuestro pasado más reciente, han llegado nuevos conceptos, que en Canarias siguen con la costumbre de convertirlos en una especie de “vasos dilatadores”; el más amplio y a mano es el de sostenibilidad. Si nos fijamos, es como una especie de oración religiosa, que nos hace encontrar con nosotros mismos, porque “si está sostenido” todo es seguro, ¿y su materialización? Parece que es lo de menos, a pesar de acuerdos internacionales con plazos, premios y sanciones.
Y de entre esos vocablos “chaches” de última generación podemos dar color, entre otros muchos a: paradigma, ponerse de perfil, o la construcción del relato. Que como ven, son cosas de siempre, ahora llevándolo a la máxima potencia.
De los últimos apareció, no sin antes “pintarlo todo de verde”, esta otra “machacona” denominada “ecoisla”.
Y es aquí, por su insistencia y tesón, es donde concluye esta mi visión; pero comienza, según todos los indicadores, el gran golpe de la confusión. ¿Cómo se puede estar hablando de ecología, de verde, de sostenibilidad, ya no sólo de una isla, sino de todo el archipiélago canario?... ¿es un nuevo amago a la razón esta terminología? Si bien es cierto, que algunas cosas se han logrado y hecho en favor de las energías no contaminantes, no menos cierto que, mucho falta por labrar. Pero lo que derrumba cualquier concepto es tratar de “llevar adelante un macroproyecto sin aval ni sentido científico, no ya favorable, sino razonablemente debatido”, como es el denominado Chira-Soria/Barranco de Arguineguín. Algo que no sólo opaca, sino deja sin ningún valor lo poco que se ha logrado, con la prevista realización de este proyecto que muchos califican de ecocidio.
Y lo peor, es que hay más…
La construcción de dos trenes (de unos recorridos de vértigo…); una en Gran Canaria (60 Kms.), y otro en Tenerife (90 Kms). Con un presupuesto inicial de 3.800 Millones de Euros; con el machaque nuevamente de la tierra y de la naturaleza próxima y en casi paralelo con las vías de autopistas, ambas ida y vuelta al sur de estas dos islas.
Y es que la solución aporta el problema, y eso es precisamente dejación.
Trabajar para cambiar un modelo dentro del sistema capitalista, es como “tirar agua a la marea”; pero cambiar de sistema será irreversible, salvo que no lleva fecha de caducidad y se está a la expectativa de las evoluciones, involuciones, pandemias o posible y continuadas guerras. Lo cierto es, que las condiciones de cambio no se dan. Por tanto, y siguiendo algo tan entendible como que “poner la mano sobre la llama quema”.
Y es que, la vida de los hombres, de la humanidad y de las especies que nos acompañan, está ligada a la tierra. Y eso si que es una realidad que no se puede derivar.
Hasta hace poquito se frenó un muelle en Agaete, se perfora “la cola del dragón” para llegar a la Aldea, se intenta poner un radiotelescopio en el lugar peor señalado. Cada poco va y se nos quema la isla. Todas nuestras costas urbanizadas en su aplastante mayoría, generan ni se sabe cuantos vertidos a la marea. Si bien el transporte público ha avanzado, se trata de mejorarlo y acabar con contaminantes, sobre todo la plaga de carreteras, y carreteras y carreteras.
En definitiva y bajo lo que puede percibir; llegó la palabra adecuada para no decir nada “ecoisla” y ahí es nada.
De ti depende, tú eliges.
Y que conste, que nunca es tarde para rectificar. Pero se está haciendo la hora a toda velocidad.
Definamos modelos concretos, lo más consensuados posible, con los máximos expertos en temas tan decisivos. Hacerlo con la transparencia pública y el conocimiento de la población.
Y es cierto que vamos un poco tarde, pero podremos aún rectificar.
Entonces es posible que tiremos los verdaderos escombros que retrasan la prosperidad adecuada. Los escombros de un pensamiento supremacista sobre la tierra, sobre otras especies, sobre el dios mercado…
Y tapemos con ellos nuestras deficiencias para emprender el nuevo camino en estas islas, la más maltratada con diferencia Gran Canaria… que dependerá de cambios reales y la necesidad de decrecer en unas áreas, para fomentar otras que armonicen la existencia en la medida de lo posible en el sistema económico que aún vivimos.
Lo dudas…
En un Barranco al sur de la Gran Canaria a 22 de enero de 2021.-
Ramón Francisco González Hernández – Portavoz de los VERDES.