FRANCISCO JAVIER GONZÁLEZ
En agosto de 2003 el entonces coronel D. Juan Arencibia Torres, escritor, periodista y fundador del Museo Militar de Almeida en 1988, publicaba en “Diario de Avisos” una serie de interesantes artículos sobre el acontecer isleño y sobre todo lo humano y divino que se relacionara con Canarias, sobre todo Tenerife, y el Ejército Español. Acababa de publicar el libro “Pinceladas Canarias” en el que cabían desde el chicharrero Monumento a los Caídos –a los suyos, supuestamente por Dios y por España- hasta “María La Chivata”, aquella furgoneta policial, negra y gris, que metía el miedo en el cuerpo a los descarriados callejeros y a los adoradores de Baco pasados de rosca, cuando sacó en el Diario de Avisos –su periódico de culto- del día 17, una loa al general fascista español Millán Astray, donde aparte de glosar la repugnante figura del generalote se permitía pontificar acerca de la maldad intrínseca de la “izquierda” que, según él, “falsificaba la brillante historia de la España inmortal” construida, eso sí, por Paco La Culona y sus adláteres como el tal Millán Astray.
Efectivamente, de raza le viene al gallo, En su libro “Canarias y los Militares” D. Juan Arencibia nos acerca familiarmente a la figura del mayor carnicero que dejó el Ejército español al mando de esta colonia. El General Dolla, asesino nato, del de nos dice D. Juan que “El General Dolla al que recuerdo perfectamente por haber estado en casa de mis Padres en más de una ocasión en Icod, ciudad de la que mi padre fue Alcalde hasta Febrero de 1937”, pleno fascismo represor, añado yo. Lógicas visitas del carnicero dado que el padre de D. Juan fue el Jefe y fundador de la golpista “Acción Ciudadana” en Icod y su hermano, Julio Arencibia, fue también alcalde fascista de Icod desde 1947 hasta su muerte en 1963.
Envié entonces la siguiente contestación a “Diario de Avisos” y a “El Día” que, desde luego, no vio la luz porque……¡con el Ejército habíamos topado! Pero, como nunca es tarde para cantar algunas verdades que pueden olvidarse en este pueblo sometido e ignorantado, la reproduzco a continuación
D. JUAN ARENCIBIA, MILLÁN ASTRAY Y LA IZQUIERDA
Con frecuencia coincidía con D. Juan Arencibia en “Gráficas Tenerife” cuando él estaba a cargo de la revista “Hespérides” de la Capitanía General de Canarias y yo de la revista “La Sorriba” del Centro “Amílcar Cabral”. El propietario de la imprenta –y buen amigo que ya no está con nosotros- D. Juan Benítez, me comentaba que el Sr. Arencibia, al que sabía ideológicamente en mis antípodas, era sin embargo un ejemplo de rara avis, un “militar inteligente, culto y liberal”, pero a estas alturas y leyendo el artículo que dedica el Sr. Arencibia a “La Figura de Millán Astray” (Diario de Avisos. 17-8-03), me da la impresión que D. Juan Benítez utilizó conmigo aquella sorna herreña que popularizara periodísticamente otro piñero, el recordado Machín.
Hasta me parece coherente que la figura del manquituerto fundador de la Legión Española la incluya el Sr. Arencibia en uno de sus “paisajes canarios” aunque solo sea por el tiempo que adornaron con sus verdes uniformes las calles de Puerto Cabras, aunque no creo que el asesinado alcalde pedáneo de Guisguey, Pedro Espinel (27-4-76) sintiera el mismo aprecio por los criminales que lo ametrallaron. No quiero recordar quién fue el Presidente autonómico canario que les concedió la Medalla de Oro, pero debió de haber sido como incentivo para que se fueran de Fuerteventura para Bosnia.
D. Juan Arencibia nos dice que el “culto” Astray fue “un buen conferenciante y escritor y fundador a principios de 1937 de Radio Nacional de España”, justificando con ese intelectual currículum la parida que le espetó ese ínclito ejemplar de gallego a Unamuno con aquel “Muera la inteligencia”. Al Sr. Arencibia le faltó clarificar que la Radio Nacional de España fue fundada como herramienta de propaganda de los generales fascistas españoles alzados en armas contra su legítimo gobierno, así como algunas otras facetas “intelectuales” del Sr. Astray, como por ejemplo su papel de carcelero como Director de la Cárcel Modelo de Madrid –en la que estuvo anteriormente como inquilino por complicidad en asesinato- cuando estuvo preso en ella Secundino Delgado (1902) y del que los representantes canarios que visitaban a Secundino, como el Marqués de Villasegura, afirmaban que amenazaba a las visitas y espiaba a los presos políticos y del que Pedro Vallina comentó “El carcelero Millán Astray fue uno de los hombres más viles que he conocido”. Quedaría aún en el tintero el papel de los “novios de la muerte” del Sr. Millán Astray en la Guerra del Rif, en la que por cierto Abd el Krim ridiculizó a un buen montón de generales españoles, pero bastaría para probar la intelectualidad de estos señores la fotografía de los soldados españoles mostrando orgullosos las cabezas cortadas a los amazigh rifeños publicadas por el periodista francés Roger-Mathieu en 1927. ¡Eso si que es bonhomía y cultura!
De todas formas se puede entender, por espíritu corporativo, la defensa que le hace el Sr. Arencibia, pero leo en el citado artículo que “nuestra historia reciente tan falseada desde hace unos años por las publicaciones afines a la izquierda” y me acuerdo de los despeñados en la Sima Jinamar, los enterramientos clandestinos en La Gomera, La Palma, el Barranco de El Hierro, los barcos prisión italianos de Jagua y todo el largo etcétera de tumbas innominadas e ignominiosas que día a día se descubren en España y que hay que cargar en la cuenta del fascismo español, y es que los Astray & Cía, no solo gritaban “Muera la inteligencia” sino que procuraban eliminar a los que hicieran gala de ella, solo que la historia la escribieron los vencedores de la incivil contienda.
Recuerdo que en esa época en que coincidíamos en Gráficas Tenerife publicábamos en el Centro Amílcar Cabral algunos de los primeros libros sobre las repercusiones en Canarias de la Guerra de España, como fueron “La Represión Franquista en el Hierro” (M.A.Cabrera) y “Vallehermoso, el Fogueo” (R.García Luis y J.M.Torres) y numerosos artículos al respecto en la revista La Sorriba que me valieron algunos procesos a los que no era ajena la Capitanía General ni el Sr. Arencibia, que de raza le viene al galgo. He terminado convencido de que D. Juan Benítez era un herreño socarrón y vacilonista que se estaba quedando conmigo. Queda demostrado con el artículo del Sr. Arencibia
Aguere 21 de agosto de 2003
Francisco Javier González
Recuperado en Gomera el 8 de mayo de 2016.