El idioma caracteriza nuestra forma de pensar es decir, que el pensamiento está influido por el idioma materno. En consonancia con este descubrimiento, las personas que son bilingües tienen una percepción del mundo distinta dependiendo del idioma en el que se estén expresando en cada momento. En el caso de nuestra patria, Canarias, ello se traduce en que cuando nos comunicamos en español pensamos como un español, incluso sosteniendo los más despistados que esto es España, mientras que si nos expresamos en nuestro idioma materno, el wanche, pensamos como lo que somos, habitantes de una posesión colonial española en el noroeste africano o habitantes de un país libre una vez liberados del yugo colonial. Dado que existe una estrecha relación entre cultura e idioma la primera decisión del colonialismo es cercenar el idioma a los pueblos que somete para así destruir también su cultura y facilitar el aherrojamiento.
Desde los años treinta del siglo xx, la idea de que algunas capacidades cognitivas quizá dependan del idioma que hablamos se ha asociado a los lingüistas Edward Sapir y Benjamin Lee Whorf (Sapir 1921, Whorf 1956), que estudiaron la variación de las lenguas, comprendieron la relación existente entre el idioma y el pensamientos humano: cómo el idioma puede moldear nuestros pensamientos más íntimos, proponiendo la tesis de que nuestra percepción del mundo y nuestra forma de pensar acerca de él están profundamente influenciadas por la estructura de los idiomas que hablamos, de donde surgió la hipótesis de que los hablantes de idiomas diferentes se distinguiesen en su forma de pensar.
Si bien en un principio la hipótesis recibió gran atención, adolecía de un serio inconveniente: una carencia casi total de pruebas empíricas que la respaldasen. Cuarenta años después, el desencanto era casi general y la hipótesis de Sapir y Whorf quedó solapada por otras teorías que proclamaban la universalidad del lenguaje y el pensamiento, por ejemplo Noam Chomsky sostenía, erróneamente, que todas las personas se hallan unidas por una misma estructura mental universal.
Décadas después, ha aparecido una cantidad considerable de pruebas empíricas sólidas que demuestran que los idiomas determinan el pensamiento. Estos descubrimientos contradicen el dogma de la universalidad y aportan fascinantes pruebas para comprender los orígenes del conocimiento y los mecanismos de construcción de la realidad. Los resultados entrañan consecuencias importantes para la jurisprudencia, la política y, sobre todo, la educación (Boroditsky 2011). “Solo la elección de las palabras”, según Bodoritsky, “ya varía el modo en que reflexionamos sobre un suceso”.
De ahí que la psicóloga se pregunte si la sutil diferencia entre las lenguas (si describen o no los sucesos con un protagonista) influye en el proceso cognitivo del hablante. ¿ Interpreta un juez español “la escopeta de disparo” de modo distinto que un juez inglés? (Wilhelm K, 2012). Desconocemos la respuesta a la pregunta realizada por Wilhelm pero lo que si sabemos es que la interpretación que han hecho de la sedición y rebelión, en relación a los presos políticos (que llevan más de un año encarcelados) y exiliados catalanas difiere profundamente de la interpretación que han hecho tanto los jueces belgas como los alemanes. Como afirma John Carlin: “Debo confesar que me cuesta ver cómo estos términos se pueden aplicar a gente que en ningún caso recurrió a las armas”.
Los investigadores Danzinger y Ward realizaron un estudio sobre la evaluación del bilingüismo entre jóvenes bilingües árabes residentes en Israel, para lo que realizaron dos sesiones, una en árabe, idioma mediante el que los participantes se expresan en su casa, mientras que la otra sesión se realizó en hebreo, idioma que utilizan en la universidad y en los colegios, mediante dos cuestionarios: en el primero se evaluaba la reacción ante nombres tanto árabes (Ahmed, Samir, Abas, Rafik, Alian) como israelíes (Yair, Ronen, Yuval, Dany, Avi), así como la actitud ante palabras positivas (bueno, listo, limpio, maravilloso, fuerte) y negativas (tacaño, estúpido, sucio, cruel, flojo), mientras que en el segundo cuestionario se evaluaba la reacción sobre nombres de armas (pistola, rifle, tanque, cuchillo, bomba), instrumentos musicales (tambor, guitarra, saxofón, piano, flauta), así como sobre palabras positivas diferentes a las anteriores (libertad, felicidad, sonrisa, regalos, amor) y negativas (asesino, accidente, enfermedad, muerte, veneno).
Cuando la prueba se realizó en árabe los estudiantes manifestaban una actitud positiva tanto sobre los nombres árabes como sobre los instrumentos musicales, mientras que cuando la prueba se realizó en hebreo el rechazo hacia los nombres israelíes era menor que cuando se realizó en árabe, sin embargo la actitud positiva hacia los instrumentos musicales y sobre el armamento no se vió afectada en ninguno de los dos idiomas (Dazinger & Ward, 2010).
En conclusión, para culminar el proceso de liberación nacional de Canarias, la descolonización e independencia, resulta imprescindible rescatar nuestro ancestral idioma, el que hablaron los wanches, awaras, gomeros, bimbaches, majos y canarios, de las fauces del fascista régimen monárquico y colonial español, por lo que es urgente el estudio de nuestro ancestral idioma en colegios y universidades, tanto públicos como privados, así como mediante iniciativas individuales, políticas, sociales, culturales, deportivas, sindicales y profesionales.
Borodisky L 2011. Lenguaje y pensamiento. El idioma que hablamos afecta a nuestra percepción del mundo. Investigación y Ciencia, 415: 40-43.
Dazinger S, Ward R 2010. Language changes implicit associations between ethnic groups and evaluation in bilingual. Psichological Science, 21: 6799-6780.
Sapir E 1921. Language: An introduction to the study of speech. New York: Harcourt Brace.
Whorf B L 1956. Language, thought and reality: Selected writings of Benjamin Lee Whorf. Cambridge, MA: MIT Press.
Wilhelm K, 2012. Así hablo, así pienso. Mente y cerebro, 52: 26-31.
Ministerio de Ciencias Sociales de la República Democrática Federal Canaria