Urge tomar consciencia y compromiso social

Aquellas luchas que hicieron historia quedan muy lejos. Demasiado lejos. Se consiguieron derechos a base de firmeza y sacrificios. De unidad popular. Los resultados estaban ahí. Lo siguen estando, en los libros de historia.

Entonces, la sociedad obrera se vio acorralada y abocada a cambiar la situación. La reacción unitaria y coordinada localmente consiguió importantes victorias que se fueron calcando por todo el planeta. Cada logro se extendía como las llamas y en el mapa global aparecía un fuego tras otro, que depuraba y generaba nuevas expectativas, evolucionando y revolucionando una y otra vez. Eso se puede calificar como progresismo, progresismo real.

Hoy se idealizan aquellas luchas, y aquellos hombres y mujeres que tuvieron fuerza para hacer girar la Tierra hasta conseguir mejores condiciones de vida para mayorías trabajadoras, para inventadas minorías discriminadas… tan solo con exponer una visión de la igualdad que se opone a visiones explotadoras… capitalistas.

Deberíamos considerar, por ejemplo, que la revolución de 1848, que se extendió por gran parte de Europa, además de su significado político tuvo un marcado carácter social. En Francia, Austria, Alemania, Suiza, al igual que en otros estados, se constituyeron escenarios en los que la clase trabajadora intervino en forma de protestas y motines junto a una pequeña burguesía local, más bien liberal, frente a los intereses de la alta burguesía y quienes manejaban los resortes del poder. Se asentaban fuertes movimientos nacionalistas, pero los logros en derechos y libertades traspasaban fronteras.

Ahora, pretendemos que cada una de aquellas personas, involucradas a veces de pura casualidad, era un sabio y tenía bajo el brazo el manifiesto comunista (1848). No fue exactamente así. Lo que pasó es que las condiciones, el contexto de aquel entonces –en cuanto a opresión social- adquirió niveles de similitud en diferentes poblaciones y la reacción se racionalizó sin más.

Hoy tenemos otro escenario. La organización contrainsurgente se ha superado y el control de las personas es aplastante. Un solo libro no va a conseguir otra primavera de los pueblos. Pero muchos libros, muchos obreros, muchas mujeres y hombres juntos, es seguro que multiplicaremos nuestro poder.

La historia no acaba aquí. Creo que es imposible “desconectar” del entorno, imposible, sin que la apatía y el inmovilismo nos convierta en cómplice de robos, de explotaciones y abusos, de asesinatos que se pueden parar. Pero las revoluciones se hacen en la calle, debajo de casa. Las redes sociales son solo una caja de fósforos; no valen ni lo que un buen libro ¿O sí?

Hay que ser consciente de que nada es regalado. Todo tiene costes y tenemos que afrontar los nuestros. Pero teniendo claro que la sociedad canaria hay que cambiarla urgentemente. Una sociedad que ha fracasado y que dejarla como herencia es un delito, porque sigue muriendo poco a poco y estrangulando familias, personas… Hace ya demasiado que es necesario sustituir a quién ostenta poder político y administra esta tierra. Pero eso tiene que asumirlo este Pueblo que es quién debe actuar, madurar para autogestionarse y evolucionar hacia la igualdad social que marque camino hacia un futuro digno. No intentes “desconectar”; es imposible: solo hay dos bandos.