La brecha colonialista
Dicen que la abolición de la esclavitud en España se hace efectiva en 1888, tras la transición del patronato al trabajo libre, por la ley de 13 de febrero de 1880. Muchas de las personas que trabajan hoy a tiempo parcial o trabajo temporal podrían mostrar cierta disconformidad con esto. Pero la fecha no deja de ser digna de mención y celebración para las colonias que sufrimos en carne propia los crueles abusos de la metrópoli.
Por otro lado, está ese argumento liberal que habla de que ahora debe primar el individualismo; que todo el mundo tiene las mismas oportunidades de enriquecerse; que, como hay una «clase media» ya no tiene sentido la lucha de clases (aunque en realidad sea un sector de la clase obrera un poco más favorecida, que amortigua el choque de clases para que no salten chispas); y, por supuesto, que ya no hay esclavitud en los países «desarrollados».
Sin embargo, la antigua colonia de Canarias sigue perteneciendo al reino de España. Solo que ahora se llama «Comunidad autónoma de Canarias» y tiene un estatus internacional, en el continente de origen del colonialismo, de RUP (Región ultraperiférica). Aun así, el cambio de denominación no influye en la condición de colonia española y la prueba son esa política fiscal diferenciada de la que tanto alardean los colaboradores del colonialismo, las limitaciones en competencias y la política laboral diferenciada al antojo de la metrópoli que soportamos los trabajadores del Archipiélago.
Según los datos del Ministerio de Trabajo de España, los salarios en Canarias aumentan un 0,2% menos que los de España, mientras que en el Archipiélago se trabaja una media de 40 horas más al año y se padecen los salarios más bajos. En el caso de las mujeres se mantiene una brecha salarial con los hombres, lo que destaca su caso al considerar la realidad de una brecha salarial que es un auténtico precipicio gigante entre trabajadores del archipiélago y cualquiera de la Comunidad Europea, incluido el español.
Sin duda, la explotación obrera que favorece el sistema neoliberal y capitalista de la Unión Europea se acerca mucho a ser una esclavitud encubierta. Pero en el caso de sufrir una explotación colonialista esto se agrava hasta no encontrar parangón. Lo peor es que la corriente capitalista es -como la colonialista- un sunami que hay que afrontar en el origen del mal y éste no se encuentra en la metrópoli (donde solo se aprecian beneficios). El mal es el que padecemos en Canarias los que no nos beneficiamos de la situación colonial, y esas somos la mayoría de las personas de esta tierra.
Solo hace falta un poquito de cultura política para verlo y otro poquito de compromiso, por lo menos, para no dejar esta herencia. Sin duda, entre todas las personas que habitamos Canarias, podemos conseguir un futuro mejor y acabar con la actual explotación foránea y forjar una sociedad más justa en el aspecto local. Hay que empezar por exigir que se acabe con la brecha salarial que hay entre trabajadores españoles y canarios. Porque la esclavitud se acabó en el siglo XIX, ¿no?