El día que produzcamos, dejaremos de depender del exterior
El día que produzcamos, dejaremos de depender del exterior, del mundo entero, de donde nos viene la comida –si no, perecemos- y ello porque con siete (7) llaves, con siete (7) candados, tienen cerrado el campo; lo han emboscado de solo y todo de pinos, y salvo pinocha –que no se come- nada cosechamos. Y es que ni te la dejan tocar –pues quitaríamos materia a previsibles y posibles incendios –¡Dios nos libre!- pero, es lo que hay o tenemos, y cual complemento –toda vez matan las cabras y ponen trabas mil a todo aquel que intente tener ganadería- nos protegen las tabaibas, para que tomemos leche de ellas.
Y no es secreto alguno, que se va a llenar –duplicando su número actual- la isla de solo y toda de pinos, cual si en los Pirineos estuviéramos o esto fuera Canadá, y no territorio africano que no permite se plante solo y todo de pinos, y se mantienen lánguidos, si no es que se secan la inmensa mayoría de lo plantado, pues parece ignoran el cambio climático, y regarlos es más que imposible, salvo algunos pocos, haciendo el paripé.
Nos siguen engañando como a niños, diciendo con ellos volverán las lluvias, cuando es justo todo lo contrario; y en lugar de restringir su plantación y desaparecerla por el resultado de millones de euros, perdidos o enterrados en balde, nos informan de maravillas o nos idiotizan diciéndonos es para que la paloma rabiche se pose en ellos, como antes nos dijeron eran para el pinzón gris (ya desaparecido).
He ahí el secreto de tantos pinos. Sobramos nosotros, y sea ésta, una isla colombófila (de palomas, sin más), y nos vamos. Utilizan los distintos Medios de Comunicación, que comprados, los tienen a sus servicios, doblegados. Y todo se les va en reclutar alumnos, jóvenes con el pretexto de un día de campo con paseo y almuerzo incluido para mejor lavarles el cerebro a favor de la causa, con lo que consiguen defensores miles, desde la ignorancia y por haber plantado un árbol, que ni es frutal, ni ningún provecho se sigue de ellos.
Ya va siendo hora, aparezca quien nos libere de esta masacre de pinos, que destruyen terrenos al esterilizarlos y envenenarlos con la resina más que maligna. Los ex-agricultores y ex-ganaderos, ocultos, defendiendo de los partidos de fútbol si fue o no penalti la jugada y dejando más que pringado al pobre árbitro; y las empresas antes trabajadoras en el campo, paulatinamente desapareciendo y vaciándose el campo, que se llena de maleza.
Una guerra disimulada entre pobres e indefensos canaritos –que cantara José Vélez-, sin otra opción sino perder todo intento de vuelta atrás, pues lo tienen bien planeado, y no hay otra opción: pinos, más pinos, pinos hasta tupirnos de ellos y con ellos, la mejor manera de desestabilizar la isla o a los isleños, a quienes se les suministra todo lo que come venido de, ¡Dios sabe dónde, y cómo ha sido producido!
El Padre Báez, Pbro. ..-10-17