La Memoria, una función del cerebro que nos permite retener, codificar y evocar información del pasado; algo verdaderamente importante si atendemos a lo que supone su pérdida y no hablo desde el punto de vista clínico, sino desde un planteamiento práctico en el desarrollo y devenir de los pueblos y sus gentes. La memoria es la expresión de que ha existido un aprendizaje, con lo que hablamos de que los dos conceptos suelen ir unidos; pero ¿qué pasa si no aprendemos nada o si aprendemos pero, somos incapaces de tenerlo presente en nuestro recuerdo a corto, medio o largo plazo? ; Pues yo diría que entonces estamos perdidos, a la deriva y sin salvavidas a mano, siendo del todo vulnerables y esto me suena mucho. Sin memoria estamos condenados a tropezar una y otra vez y repetir la historia aún sea la experiencia más negativa; facilitando las artes del opresor, del legislador o del saqueador que entiende que tiene toda la libertad de acción sobre aquellos que ni aprenden, ni recuerdan, ni ajustician.
La memoria, a la que apelamos tantas veces ante los que prometen y tan pronto incumplen; la memoria a la que exigimos rigor para saldar viejas deudas; la memoria, por la que luchamos para recuperar nuestro pasado cultural, histórico y social. La memoria tan mancillada, por quienes infamemente nos han hecho daños irreparables.
En Canarias la trabajamos con memoria a corto plazo; pareciérame a mí que en todo el tiempo que hemos vivido expuestos a la voluntad colonialista, experimentando el expolio de nuestras riquezas, la aniquilación de nuestro desarrollo económico y de nuestras señas de identidad, no hemos aprendido nada, no hemos sido capaces de romper cadenas y actuar para dignificar nuestro pasado y trabajar de una vez para nosotros y por nuestro futuro. Nosotros no hemos desarrollado la memoria, sino una parte importante de ella, el olvido. Olvidamos que nunca fuimos acabados, así que nunca reconocimos a nuestros verdaderos héroes ni les pusimos en valor. No recordamos ni reconocemos nuestro origen, no entendemos el gran potencial que suponemos como pueblo, así que nunca hemos sabido hacia dónde ir, por qué luchar y en quién depositar la confianza para salir adelante, para asegurarnos nuestro porvenir. No albergamos en nuestro interior una seña identitaria, lo echamos en el saco del olvido.
No acabamos de entender que nuestros problemas no vienen ni de derechas ni de la izquierdas, que poco importa quién los legisle, gobierne y dicte desde la capital del reino, son igual de nocivos; porque no recordamos que tanto unos como otros nos han robado, ninguneado a Canarias y a los canarios. No nos damos cuenta que es cuestión de un sistema basado en la extracción de rentas, creando desigualdades sociales, económicas y bloqueando y tronchando de cuajo el desarrollo, el auto consumo, la autosuficiencia, que es precisamente lo que acabaría con la bicoca que suponen estas islas, dejaríamos de ser colonia para ser un estado libre y desde luego, muchísimo más próspero.
No tenemos fresco en la memoria qué gobiernos españoles, siempre en connivencia con los gobernantes en Canarias, nos han ido arruinando poco a poco y cada vez con más descaro. Unos nos dejaron fuera y nos arruinaron el sector pesquero y más adelante nos tuvimos que descolgar de la agricultura y la ganadería, entre otras cosas porque se aprobó la confiscación de las galerías, canales y pozos. Otros nos vendieron el cuento barato de que con nuestra entrada en Europa todo eran ventajas para nuestras islas, perdiendo los puertos francos y ganando una retahíla de “des-ventajas fiscales” para los empresarios y productores canarios, siendo presos de sus recursos y su desarrollo. No nos acordamos, porque han sido muchos y a cuál más nefasto, de los acuerdos que se han firmado perjudicando productos clave como el plátano o el tomate, colocándonos a la cola en la lista de los exportadores, sufragando los malos acuerdos con subvenciones creando incompetitividad y estómagos agradecidos dispuestos a venderse al sistema; los machangos palanganeros nos han abocado al mal planteado monocultivo del turismo. No tenemos memoria y hemos echando al olvido los des-gobiernos que se han conformado en el parlamento canario de tercera categoría y que no han renunciado a ninguno de sus privilegios, mientras nuestra gente pierde todas las garantías y malvive mendigando.
Pero a más corto plazo, no retenemos en el activo de la memoria la ley de costas y el derribo de nuestros enclaves poblacionales a la orilla del mar y no recordaremos, salvo alguna movilización, la mala gestión de los incendios o de cualquier otro accidente o incidente ocurrido en los últimos tiempos y olvidaremos que se condena a un joven por ser los ojos de la represión de las fuerzas del orden, sobre la ciudadanía. Y nos olvidaremos del vende patria petrolero y nos olvidaremos del presidente del gobierno inepto que en sus ratos libres, cuando no va a bautizar una cabra, ver nacer una camella, hacer una romería o acudir a fiestas españolas; se dedica a hacerle el trabajo al colonialismo y parece que hasta le sale bien, porque cada vez estamos más asfixiados.
Un PUEBLO sin MEMORIA es un pueblo sin HISTORIA, pero un pueblo que no es capaz de aprender de lo vivido y avanzar con la experiencia, nunca será CAPAZ de escribir una nueva historia.
Yo por si acaso, no me olvidaré que de pequeña cuidaba cabras. Pero, desgraciadamente también me olvidaré de cosas importantes.
Tengo presente que lo que yo aceptaba con resignación porque entendía que era lo que tocaba, en realidad era posible cambiarlo y lo intenté y lo sigo intentando por mí y por los los demás.
00:00 h.
sábado, 23 de noviembre de 2024