¿Vivimos una ilusión colectiva? ¿Por qué triunfan en Canarias siglas políticas venidas de afuera?
Ahora que nos acercamos, una vez más, a unos nuevos comicios electorales; en este caso, se trata de elecciones generales a celebrar el próximo 20 diciembre 2015; convendría reflexionar sobre las causas o los porqués de la falta de acogida, por parte de la sociedad canaria, a favor de partidos políticos oriundos de Canarias; sobre todo, tras los resultados de los últimos comicios autonómicos y locales del pasado 24 de mayo de 2015; en las que, gran parte del electorado canario respaldaría a siglas de viejo y nuevo cuño de ende los mares; sorprende sobremanera la facilidad con la que, una parte del pueblo canario, se adheriría a personajes y siglas externas, cual de dioses venidos del Olimpo se tratarán; fenómeno, tremendamente curioso y llamativo.
Por cierto; ello me trae a la menoría, lo acontecido hace unos cuantos siglos atrás (s. XV), cuando en tierras de América, los indios, tomaron a los conquistadores por dioses; creyendo los nativos de manera ingenua y lacerante, que venían a traerles las regalías divinas; cuando por contra, sería la maldición de la esclavitud y toda clase de males y epidemias. Esperemos, que esto no suceda con las esperanzas puestas en los nuevos dioses políticos, en esta ocasión, que no conquistadores.
Convendría reflexionar, acerca de las causas por las cuales resulta tan difícil que el pueblo canario sea capaz de aunarse entorno a siglas políticas innatas de corte archipelágico, a fin de asumir los intereses de la sociedad canaria en su conjunto “ab intus” (desde dentro). En fin, reza un viejo refrán “Nadie es profeta en su tierra” (Paremia bíblica – San Lucas 4, 24).
Por otro lado, que yo sepa, no existe ninguna propuesta seria, por parte del nuevo bipartidismo, ni tampoco de los partidos clásicos, acerca de proyectos o programas de recuperación del sector primario, y/o de activar la industria en Canarias, más allá de propuestas vacuas o sin contenido de importancia, llenas de propuestas fáciles de asumir por todos, pero sin recorrido práctico.
No quiero extenderme más; resulta incuestionable, que la gente de estas latitudes isleñas está en su mayoría, salvo excepciones, totalmente desinformada sobre los temas de interés político propio; no siendo culpa exclusiva de la ciudadanía, pues gran parte de la situación actual de desconocimiento generalizado podríamos encontrarla en los medios de comunicación tradicionales que, salvo excepciones puntuales, se dedican a orientar siguiendo un guión de costumbres instaladas en la rutina implementada por el poder; casi podría calificarse de sistema copia y pega.
Gracias a los medios digitales alternativos de información, que nos acercan a fuentes de conocimiento mucho más objetivo, de manera más diáfana y libre; pero, por ahora, resultan insuficientes para llegar al gran público; no obstante, itero, hemos de agradecer la valía de estos medios a los que de manera insidiosa tratan de desacreditar cuando no de eliminar, pues al poder, por razones más que evidentes, no le interesan ciudadanos informados y pensantes. De ahí, puede resultar que los venidos de afuera triunfen sobre los de adentro, que ven lo lejano mejor.
Finalmente; cabría preguntarse ¿qué valor tiene el voto? Cada cual podrá dilucidar su propia respuesta, tras reflexionar sobre el modelo político actual. Modelo, en el que poderes no electos (FMI, BM, OMC, etc.), deciden el destino de los pueblos. ¿Vivimos una ilusión colectiva?
Juan Francisco Ramírez (Abogado, Analista Político e Investigador)
Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada por la AG de las NU, Resolución 217 A (III), aprobada el 10 de diciembre de 1948 (París); Art. 19. “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.