S. XXI: Entronización de la estulticia
El mundo occidental pudiera parecer haya evolucionado, mas tan sólo en las formas; sin embargo, apenas estudiemos, con algo de detenimiento, los acontecimientos de los tres últimos siglos, percibiremos como Occidente ha ido sumergiéndose de manera paulatina e imparable en la decadencia más absoluta e irrefutable en todos los ámbitos de la denominada civilización (cultural, político, industrial, comercial, militar, universitario, familiar, religioso, etc.); baste observar la falta de imaginación, cuasi infantiloide, de la cual, actualmente, hacen gala la sociedad occidental en general, salvo escasas y honrosas excepciones, en las obras teatrales, el cine, la comunicación en todas sus variantes, la música, una programación televisiva insulsa e inane, etc.; habiéndose perdido cuasi por completo la areté (excelencia). La presente exposición, deviene oportuna para dar a conocer que la sociedad occidental en general, salvas sean las excepciones, tiene lo que quiere, es decir, lo que es arriba no deja de ser el producto o reflejo de lo que es abajo.
Algunos lectores podrán pensar y/o creer que la sociedad occidental está progresando en las libertades, simplemente por consentir la expresión de ciertos cánones entresacados de un mundo carente de valores que pretende imponerse como pensamiento único sin permitir disidencia alguna por más fundamentada, en ciencia y/o experiencia, la misma pudiese sustentarse. Tal acontece, especialmente, tras la Revolución Francesa y, especialmente, con la Rusa; siendo, que, en las cuatro últimas décadas, ha ido imponiéndose aceleradamente, cual moda inquebrantable, la absurda e insustancial teoría del progresismo sustentado por el socialismo fabiano, el comunismo y las feministas defensoras del control de la natalidad; corriente de pensamiento implantado especialmente por la Escuela de Frankfurt (Teoría Crítica; teoría que cuestionaba la teoría tradicional y a la moral, así como a la cultura occidental; dicha escuela, fue fundada en 1923, por Carl Grünberg influenciado seguidor de las ideas marxistas); dicha ideas, serían adoptadas por diversos intelectuales envanecidos y fomentadores de la denominada revolución cultural.[1]
Centrándonos en el meollo de nuestra exposición; hemos de considerar que la sociedad occidental, en su conjunto, está siendo dirigida por falsas premisas acerca de la maldad intrínseca del viejo Occidente; tal es así, que, incluso, se ha llegado a interiorizar e impulsar, por y desde los diversos y diferentes centros de poder que Europa, cuna de la civilización Occidental, es el origen de todos los males de la Humanidad. Tal conjetura, no sólo es falsa desde su propia base, cuestión que excede de la presente exposición, obviando que la maldad, por desgracia, es algo consustancial al conjunto de los seres humanos, con independencia del momento histórico y zona del planeta que escojamos para su estudio; ya decía el comediógrafo Plauto “El hombre es un lobo para el hombre” (homo homini lupus) [2]. Al respecto, sin que sirva de excusa alguna, todas las civilizaciones, en mayor o menor escala, antropológicamente, han venido ejerciendo poder sobre regiones y poblaciones ajenas, es decir, usando políticas expansionistas; lo que modernamente se ha venido a denominar imperialismo, con sus nefastas consecuencias pero también con sus muchos factores beneficiosos a gran parte de las poblaciones oprimidas por sus congéneres, los cuales preferían aceptar la ayuda del extranjero a fin de evitar el látigo de las otras tribus más poderosas; cuestión nada baladí a la hora de una conquista, por todos, sirva el ejemplo de la conquista de México por parte Hernán Cortes y sus trescientos hombres, cosa imposible de no haber contado con la ayuda de las tribus oprimidas por los mexicas (aztecas); otro ejemplo, el caso de la India, dominada por los británicos, quienes erradicarían la bárbara práctica de quemar a la viuda junto con el cadáver del esposo fallecido. Así mismo, en lo que respecta a la esclavitud africana, igualmente, cabe indicar que fue posible porque las propias tribus guerreaban entre sí, y los vencidos eran capturados como botín (práctica milenaria, por más reprobable que nos resulte hoy, pero usada por todos los pueblos a lo largo de la Historia Universal) de guerra y luego, seleccionados, eran atados e intercambiados con los traficantes árabes y, a su vez, éstos los llevaban desde el interior hasta las costas donde eran vendidos cual mercancía, para que los barcos negreros los llevaran a los puertos determinados de venta. En fin, la esclavitud se asocia con la maldad de los blancos; sin embargo, fueron los blancos quienes promulgaron leyes prohibiendo el tráfico y venta de seres humanos; no obstante, tristemente, es una práctica que a día de hoy continúa existiendo en ciertas zonas del planeta.
Expuesto lo anterior, a modo de síntesis, conviene resaltar que, hoy, gran parte de los ciudadanos occidentales padecen un infundado síndrome de culpabilidad etnomasoquista o endofóbico, por hechos achacables a sus respectivos pasados históricos; tal es el grado de convulsión que, recientemente, en algunas personas ha llegado a producirse el extraño fenómeno de la denominada transracialidad o aculturación. Ante tal, sólo nos queda decir: “Un pescado de mar jamás será un pez de rio y viceversa, por más peces que ambos sean”. No obstante; el humano es la única especie del reino animal capaz de auto transformarse en lo que sus mentes imaginen; sin embargo, la alétheia biológica no miente. En esta estamos, vamos hacia una sociedad transhumanista, amorfa, carente de valores, cual alumbrara la obra de ciencia ficción de Aldous Huxley, novela distópica escrita en 1931, intitulada “Un mundo feliz” (Brave New World); salvas sean las lógicas diferencias, es la famosa Agenda 2030, de la que se habla, pero de la cual pocos conocen sus auténticos fines.
Conclusión: La Humanidad, en pleno siglo XXI, está sufriendo una enorme transformación, de repercusiones desconocidas; tanto es así, que lo que ha no mucho eran pautas o comportamientos repletos de valores admitidos y respetados por la sociedad, hoy, esos mismos valores, son renegados, denostados o desterrados; hasta el punto de tenerse por aceptable lo opuesto, es decir, la estulticia ha sido encumbrada al solio del poder. De no variar el rumbo, la desaparición de la cultura occidental, tal como la conocemos, deviene incontrovertible.
“Se hace una revolución para establecer una dictadura”: pág. 321, del libro 1984 (citado en bibliografía recomendada)
Juan F. Ramírez (Analista Político e Investigador Jurídico)
Aculturación: Proceso por el cual un individuo, o grupo, adquiere y asimila rasgos y elementos de otra cultura diferente a la propia.
Bibliografía remendada:
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SPENGLER, Oswald, “La decadencia de Occidente (T. I y II), Espasa Libros, S.L.U., Barcelona (2013)
Película distópica recomendada: IDIOCRACY (Idiocracia), director: Mike Judge / Elan Cohen; EE.UU. 2006
[1] Vídeo explicativo de la Teoría Crítica: Así nos dominan: La teoría crítica y la cultura de masas
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[2] Frase popularizada por Thomas Hobbes (05/04/1588- 04/12/1679) filosofo inglés, en su obra “El Leviatán” (1651), extraída de la obra dramática Asinaria, del comediógrafo latino Tito Maccio Plauto (¿254? -184 a. de C.); en la cual afirmaba: "lobo es el hombre para el hombre" (lupus est homo homini).