Incendios o fogaleras: Prevención la mejor solución
Recuerdo, que, hace más de cinco décadas, especialmente, la época de estío deviene sinónimo de incendios o fogaleras forestales; plagando los noticieros de todos los colores. Siniestros, que, lastimosa y desafortunadamente, vienen produciéndose, itero, año tras año, a lo largo y ancho de toda la geografía española y, consecuentemente, devastando zonas especialmente boscosas, causando daños irreparables o de muy difícil y costosa recuperación; en algunos casos, quemando moradas de vecinos, cuando no arrebatando la propia vida de personas, fauna y flora. Sin embargo; este tipo de hechos tremendamente dramáticos no resultan aislados; todo lo contrario, desgraciadamente, se producen de manera periódica, véanse las hemerotecas; las fogaleras, se suceden sea por la intervención, intencionada o no, de descuidados y/o desaprensivos, sea por la elevación de las temperaturas, u otras causas; tales fogaleras, ocasionan la desforestación de parajes naturales de incalculable valor para el sostén de la vida sobre el planeta. No olvidemos que los bosques constituyen el pulmón de la esfera terrestre.
Evidentemente; una vez producida la lamentable e indeseada fogalera que prende, expandiendo sus horrorosas consecuencias, algo absolutamente nefando; gestando los lógicos lamentos y el consiguiente despliegue de los medios materiales y humanos, suficientes para combatir la fogalera hasta extinguirla por completo. Sin embargo, curiosamente, denoto que no se habla de algo importantísimo, es decir, la necesidad de anteponer la implementación de los medios preventivos adecuados al objeto de adelantarnos a menguar o paliar la desgracia; a continuación, enumero los siguientes seis puntos; los cuales, humana y sensatamente, considero imprescindibles:
1) Red de torretas de vigilancia; dispuestas, cada cinco o diez kilómetros de distancia, según terreno, con cuadrillas compuestas de tres o más operarios capacitados para la vigilancia; equipados de vehículo todo terreno con los útiles mínimos imprescindibles de primer choque; así como de medios de comunicación. Pudiendo con ello, sofocar el foco o focos inicialmente detectados; hasta tanto, caso necesario, acudiesen servicios de control y extinción de incendios necesarios y fuerzas de seguridad del estado a fin de rodear el perímetro de manera inmediata; al mismo tiempo, facilitando la localización y detención, en su caso, de los posibles responsables.
2) Aprobación de la Proposición de Ley de coordinación de los servicios de prevención, extinción de incendios y salvamento en el marco del Sistema Nacional de Protección Civil (Presentada por el Grupo Parlamentario Confederal de Unidas Podemos-EN Comú Podem-Galicia en Común, con fecha: 10 de marzo de 2020) y publicada en el B. O. de las Cortes Generales – Congreso de los Diputados, data: 13 de marzo de 2020 [1] Dicha proposición de ley lleva algo más de dos años presentada.
3) Aumentar el número de guardas forestales, habilitados y entrenados para la prevención y control de incendios.
4) Recuperación de los peones camineros. Figura existente durante el siglo pasado, con excelentes resultados; consistente en cuadrillas de operarios que iban caminando, a ambos lados de las carreteras, con el objeto de retirar rastrojos, yerbajos, cristales rotos, latas y otros objetos que podrían propiciar la producción espontanea de fogaleras.
5) Promover el pastoreo; el ganado controlado, irrefutablemente, ha sido y continúa siéndolo una de las mejores herramientas para la limpieza de los campos; finalmente, no por ello de menor importancia,
6) Educar en las escuelas a los niños y jóvenes, de manera progresiva y continuada, en la importancia del cuidado del campo y la forma de evitar la producción de fogaleras y modo de actuar caso encontrarse ante un incendio.
CONCLUSIÓN. Obsérvese; la clase dirigente, hasta hoy, así como los pueblos a los que teóricamente se deben (lo que es arriba es abajo) sólo lamentan y activan las medidas cuando ven, ante sí, las consecuencias negativas de las fogaleras; ante lo cual, en ese instante, todos clamamos al cielo por agua y otros por el primer plano; lastima, hayan olvidado la mejor y más eficaz y eficiente forma de evitar las fogaleras; cual, no es otra que la de prevenir para poder controlar y localizar y, en su caso, detener inmediatamente a los presuntos pirómanos; ello pasa, incuestionablemente, por la adopción de las medidas arriba enumeradas; tal reza la paremia: “MÁS VALE PREVENIR QUE LAMENTAR” (variante del refrán: “Más vale prevenir que curar”). Sin embargo, extrañamente, hasta ahora, ha venido prefiriéndose gastar dinero público cuando los incendios o fogaleras hacen su veraniega y voraz aparición; al margen de los coherentes de extinción y de los dineros revertidos en una publicidad cuasi baladí; cual si ello fuese la panacea. Por supuesto; no obviamos, la necesidad de afrontar con el exigible despliegue de los adecuados medios materiales y humanos capaces de atacar y extinguir la concreta fogalera, con la diligencia y eficacia adecuadas; todo ello, insisto, viene produciéndose una vez “Vulcano” ha desplegado su devastador poder sobre los humanos, fauna, flora y otros objetos; obviándose la importancia de la prevención; por consiguiente, sería más que deseable priorizar la inversión en el despliegue de los medios preventivos adecuados a fin de evitar o disminuir, en lo posible, los conatos y los trágicos consecuentes daños lesivos, propios de las indeseables y descontroladas fogaleras.
Juan F. Ramírez (Analista Político e Investigador Jurídico)
Cita utilizada (última consulta realizada el 21 julio 2022):
[1] https://www.congreso.es/public_oficiales/L14/CONG/BOCG/B/BOCG-14-B-71-1.PDF