LA LLAMADA DEL REY

ASSOPRESS

Un gran discurso con mensajes directos, apelando a las fuerzas vivas en estos momentos de incertidumbre, insistiendo en que hay que apreciar  los logros de España, valorar su pluralidad política, todo lo que comparten los españoles sobre el cimiento de la Constitución. 

España está en una nueva legislatura que “requiere todos los  esfuerzos, todas las energías, todas las voluntades democráticas” de las instituciones españolas “para asegurar y consolidar” la posición alcanzada.

Los españoles tienen un conocimiento confuso sobre el papel que desempeña el Rey y tampoco la Constitución aclara las competencias. El artículo 56 atribuye al Rey “arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones”.

A tal principio han recurrido los analistas políticos cuando, con bastante frecuencia, el enfrentamiento partidista se ha tensado o los planteamientos nacionalistas han sobrepasado los límites constitucionales.

No hay información disponible sobre si las invocaciones a la intervención de ese poder han tenido lugar y , en su caso, cuales fueron los resultados. Con tantas reservas no es de extrañar que los españoles tengan un conocimiento confuso sobre el papel que desempeña el Rey.

El recordado Sabino Fernández Campo, refiriéndose al poder moderador del Rey decía : “Un poder neutro no puede ser tan neutro que no se pronuncie nunca, o que nunca se sepa que se pronuncia, para moderar lo que se necesita ser moderado”. No se puede definir mejor. Existe consenso en apreciar que las funciones reales están expresadas en forma vaporosa, generalizada, y que poco, muy poco, están concretadas.

El Rey en su mensaje de Nochebuena ,siguió la línea habitual, conciliadora, muy en consonancia con el espíritu de la Transición, espíritu cada vez más diluido en los últimos años, pero incluyó un impulso reformista y la necesidad de cambios para mejorar la calidad de la democracia, el saneamiento moral, ejemplaridad y transparencia de las instituciones.

 Hay una oferta de “servicios de concordia” como los que excepcionalmente funcionaron aquel 23F, cuando contuvo el golpe de los generales, aunque sus decisiones no estaban refrendadas por el presidente del Gobierno, ni por ningún ministro, como manda la Constitución, y es más, fue el Rey el que nombró un gabinete civil de crisis.

El Rey ha reiterado su compromiso en el desempeño fiel del mandato y las competencias que le atribuye el orden constitucional . Una función arbitral y moderadora para invitar a los partidos políticos a considerar el interés nacional como fundamento de sus decisiones.

Un ofrecimiento de “concordia” para evitar la desestabilización de España, proporcionando una salida de emergencia a la ingobernabilidad que, hoy por hoy,​ parece amenazarnos.

 

​(*) Periodista. Historiador. Profesor Universitario​