Contaminación política
ASSOPRESS
Quienes aún a riesgo de caer en la autoflagelación, hayan seguido, o continúen en la afición, los debates en esta fase de “política espectáculo”,habrán tenido la oportunidad de escuchar versiones totalmente opuestas del estado de la nación, del pasado, del presente y del futuro inmediato. Por un lado el Gobierno y por el otro la variada Oposición, sin el menor punto de coincidencia en las cuestiones debatidas.
Si en la oposición más montaraz, como Podemos, las discrepancias son radicales, se entienden menos en los que pudiéramos llamar partidos constitucionalistas y muy especialmente en el PSOE, que tiene en su haber la experiencia de 22 años de gobierno del país.
En estos días se ha acentuado la discrepancia hasta niveles de crispación generalizada, incluyendo la mentira y los golpes bajos, que dan la pista de cómo transcurrirán los comportamientos políticos después del 20D.
El final del bipartidismo se debe en gran parte a los vicios y “mala praxis”de los dos grandes partidos, hasta ahora, motivando que la intención de voto se dirija a fórmulas sin contrastar. Una de las características del sistema democrático, es su configuración como régimen de opinión pública , mas que de conocimiento. De tal manera que hay que tener muy presente la volatibilidad del electorado, con escenarios cambiantes, su sensibilidad ante hechos cercanos negativos y floja memoria para los logros positivos distante.
Con estas mimbres se hace el cesto político por parte de los contendientes y se muestra en los debates. El ciudadano de a pié que escucha las controversias entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez , podrá comprobarlo el próximo Lunes, se pregunta si están hablando del mismo país. Para el presidente del Gobierno. España está dejando atrás la crisis, con una recuperación segura, crece más que los vecinos, ha mantenido las pensiones, disminuye el paro y va a rebajar el IRPF, además de ganar la partida a los soberanistas.
Para Pedro Sánchez todos los balances positivos son falsos, que el amigo Bárcenas anda suelto, que una Constitución federal lo arregla todo y reiterando que cuando llegue a la Moncloa derogará todas las reformas políticas en sanidad. educación, competencias, energía, financiación y muy especialmente la vigente normativa laboral, que acaba de ser copiada por el socialista Hollande. Mariano Rajoy insiste e insistirá en sus llamadas a la sensatez y a confiar en la experiencia acreditada. Pedro Sanchez acude a todos los recursos dialécticos, incluidos sonoros desbarres, echando a Rajoy habrá empleo para todos.
El espectro político español solamente da la opción de blanco o negro, ni siquiera admite claroscuros o un gris de compromiso que evite la radicalidad cainita y traspasando a los ciudadanos unos daños colaterales inmerecidos ,por lo que debiera ser simple ejercicio democrático ante las diferentes alternativas en las urnas. Uno de ellos es la contaminación política en todos los espacios.
Agobia tanta presencia pública, calles, televisiones, medios, debates etc.
Para combatir la contaminación ambiental se arbitran medidas y se fijan limites de peligrosidad, para la otra quizás convenga reducir tiempos y presupuestos.
(*) Periodista. Historiador. Profesor Universitario