JAVIER DORESTE
Cada vez que el partido socialista (PSOE) recibe un varapalo electoral algunos de sus militantes y voceros echan las culpas a la izquierda real de esa derrota. Desde la famosa mentira de la pinza entre PP e Izquierda Unida (IU) cuando los gobiernos de Felipe González a las últimas elecciones generales, la derrota de la socialdemocracia neoliberal española se justifica no en sus errores y traiciones (a sus programas e ideario) sino en la crítica de lo que se llama la izquierda alternativa y yo prefiero llamar la izquierda real. Curioso mecanismo de defensa que impide la autocrítica y el análisis correcto. Lo que tiene tres efectos: el primero, que el propio PSOE continúe en la noria del neoliberalismo; el segundo, culpabilizar a todos los que se atreven a criticar las reformas laborales o la incapacidad del último gobierno de Zapatero para corregir la Ley Hipotecaria; el tercero, tranquilizar las conciencias de alguna izquierda progresista que prefiere criticar a la izquierda real que analizar y criticar al partido socialista.
Pero si hacemos memoria nos encontramos que Felipe González prefirió pactar con la derecha nacionalista de CIU y PNV antes que pactar con Julio Anguita un programa de gobierno de izquierdas. No podía ser de otra manera. Pactar con IU significaba replantear la entrada en la Europa Comunitaria, corregir Maastricht, desarrollar los aspectos sociales de la Constitución, etc. O reconocer que Zapatero frenó los cambios en la malvada ley hipotecaria junto con el PP y que prefirió pactar con la derecha que nos gobierna un cambio constitucional que impone el pago de la deuda antes que la cobertura de los derechos sociales. Flaca memoria tienen quienes reprochan las críticas que desde IU y otros sectores se hacen a la socialdemocracia neoliberal y echan la responsabilidad de que gobiernen los neo con del PP a los que no estamos de acuerdo con el actual sistema.
Vaya por delante que uno siempre ha preferido que gobierne el PSOE, aunque sea neoliberal, a que gobierne la derecha neocon. Las políticas sociales, tímidas pero sociales, los derechos ciudadanos, etc., siempre lo agradecen. Pero no se puede exigir a cambio que callemos o que prestemos nuestro voto a los que empezaron la política de privatizaciones en este país, los que se lanzaron al desmantelamiento del tejido industrial de España y prefirieron rescatar bancos antes que ciudadanos.
Y es que la visión de la sociedad que defendemos rechaza el capitalismo. Y ahí está la cuestión. ¿Está el PSOE dispuesto a rechazar el capitalismo como forma de vida? ¿Está dispuesto a rechazar la explotación de la clase trabajadora? ¿Está dispuesto a defender una Europa Social, para sus ciudadanos o una Europa del capital? ¿Está dispuesto a defender una política de paz y no agresión a los pueblos? Supongamos que todo esto es utópico e inalcanzable. Pero partamos de la base de que el PSOE está dispuesto a volver a sus raíces socialdemócratas. Fíjense que no exijo que se pronuncie contra el capitalismo, solo que vuelva a sus raíces socialdemócratas. Esto facilitaría un acuerdo de gobierno IU/PSOE con el amplio apoyo de la población. Y en Canarias, donde algunos estamos empeñados en construir un Frente Amplio que agrupe a toda la izquierda, desde la que se reconoce en IU a los que no, significaría un cambio de rumbo que abre las posibilidades de cortar con la dependencia, el paro y la miseria.
Pero ello, solo será posible si somos capaces de construir esa alternativa de poder al bipartidismo. Si somos capaces de construir una alternativa real capaz de ganar unas elecciones y de gobernar con un programa de reformas sociales y económicas. Fíjense bien, no estoy reivindicando una revolución social en toda regla. Me limito a pedir, y a trabajar, por la construcción de una alianza que englobe a todos los que no están de acuerdo con el actual sistema, a todos los que sufren las consecuencias del neoliberalismo europeo, aplicado con fruición por el PSOE y el PP según los resultados electorales.
Ahí radica la responsabilidad de la izquierda canaria. Ahí está la madre del cordero. Si somos capaces de dejar a un lado cainismo y reproches y empezamos desde abajo la construcción de tal alternativa. No se trata solo de programa. Un programa no deja de ser un papel, aunque sea necesario tenerlo para fijar el rumbo y sumar voluntades. Se trata de organizar, movilizar a la población llamando a la esperanza de que es posible cambiar las cosas, cambiar el sistema. Para ello hay que ir más allá de la discusión y el acuerdo sobre un programa de gobierno o de unas candidaturas. Es preciso en primer lugar escuchar a todos. A los sindicatos, a los movimientos sociales, a los colectivos ecologistas, a los que defienden los derechos de gay y lesbianas, a los que trabajan con pobres, dependientes, etc… porque más allá del programa y las candidaturas el problema de la izquierda real en Canarias es sobre todo el monologo, la sordera…
Debemos acercarnos a todos esos activistas sociales no como Moisés con las Tablas de la Ley sino de igual a igual y con el ánimo de aprender. Aprender cuales son los problemas que para ellos son importantes, aprender su manera de comunicar y moverse. Escuchar antes que decir. Implicándolos en el proceso de construcción del Frente Amplio o la Gran Alianza desde abajo y no por acuerdos entre partidos de izquierda. Acuerdos que son necesarios e imprescindibles pero no suficientes.
Si la izquierda no asume la responsabilidad de iniciar el dialogo con los Movimientos Sociales y sus activistas estará haciendo dejadez de su responsabilidad ante la crisis y la salida de ella. Es una oportunidad única esta de empezar a construir esa alternativa desde abajo. Los grandes discursos, el llamamiento a la oportunidad histórica, etc., se quedarán en nada si no rompemos el círculo del ombliguismo y la profecía. Desde la humildad de reconocer al otro su papel y sus aportaciones podremos ejercer esa responsabilidad con visos de futuro. Entonces el propio partido socialista o los militantes que realmente sigan siendo socialistas se verán en la disyuntiva de apoyar y participar en la Gran Alianza contra el capital, lo que significaría un cambio profundo en sus estructuras y visión de la cosas, o continuar en la línea de apoyar al neoliberalismo y sus políticas destructivas.
Esa es nuestra responsabilidad. Construir la alternativa. El resto, que nos culpen de los fracasos del PSOE no es otra cosa sino apoyar, se quiera o no, las políticas que nos han llevado a los 6 millones de parados. Pongámonos en marcha.