Día de Canarias. Entre el surrealismo y el esperpento
Recuerdo que allá por el año 90 le pregunté a un niño que iba, todo ufano, un 30 de mayo en dirección al Colegio “Camino Largo” de Aguere ¿Por qué vas vestido de mago? Me contestó con la seguridad que da a los niños saber la respuesta “porque es el Día de Canarias” Repregunta por mi parte ¿Y por qué es hoy ese Día de Canarias? Respuesta infantil igual de segura “porque me lo dijo el maestro”. Hoy, otra vez 30 de mayo, oyendo por la TV del Gobcan a los participantes en distintas islas de los belingos y romerías con que los municipios canarios celebran ese supuesto “Día de Canarias” me parecía estar de nuevo oyendo la respuesta de aquel niño lagunero. Los niños, porque lo dicen sus maestros y los no tan niños porque se lo han marcado así desde unas instancias de gobierno que, además, confunden interesadamente “nacionalistas” con “nacionaleros”, unido todo ello a la natural propensión canaria a celebrar cualquier cosa con tenderete incluido y que no haya que pagar. Me pregunto ¿No tiene un punto surrealista el celebrar con tal entusiasmo algo que ni siquiera sabemos por que lo celebramos? ¿O tal vez es, en realidad, esperpéntico, decir que “nuestro” Día Nacional es aquél en que media docena de colonos y una jurriada de medianeros políticos se reunieron en asamblea parlamentaria por primera vez?
Desde que el tardofranquismo hispano decidió resolver el problema nacional de determinadas partes del estado, devolviendo un relativo y alicorto Estatuto de Autonomía a las que en la II República española consolidaron uno (Catalunya, Euzkadi y Galiza) se encontraron con la presión popular andaluza a la que el alzamiento fascista de Franco había dejado con un anteproyecto de estatuto aprobado por la Asamblea de Córdoba de 1933 y que, por lo mismo, podría acceder a un estatuto por la vía del art. 151 de la constitución española, previo referéndum que, al no salir en mayoría absoluta en Almería, obligó a adaptarlo mediante sendas leyes orgánicas (12 y 13 de 1980). Todo el resto de provincias, regiones, colonias y ciudades como Ceuta y Melilla, consideradas por tanto como simples partes del territorio español sin características nacionales propias, accedieron al “café para todos” –inventado para desvirtuar las autonomías de las llamadas “nacionalidades históricas”- y en ese saco nos metieron a Canarias en 1982, acelerando luego las competencias a transferir, fundamentalmente para evitar la presión independentista, grande en aquel momento, que exigía un referéndum y la descolonización, y la posible paralela actuación de la OUA que desde julio de 1963 había emitido una declaración solemne según la cual declaraba “que las Islas Canarias forman parte integrante del continente africano y su población tiene derecho a la autodeterminación e independencia como todos los pueblos colonizados de África”. En realidad “nuestra” autonomía es una “autonosuya” impuesta por la extinta derecha española de UCD –heredera directa del franquismo- con el apoyo incondicional del PSOE, en que la E de la sigla se impone sobre las decorativas S y O y del PCE en que sucede lo mismo, la E sobre la C.
Todo ese cardumen de autonomías pegaron a celebrar el Día de Cada una. Las tres “históricas” ya lo tenían de antes. Galiza el día de Santiago que siempre fue, para ellos, el “Día da Patria Galega”, Catalunya la Diada del 11 de septiembre y Euzkadi el Aberri Eguna cada domingo de resurrección desde 1932. En el Euzkadi “autonómico”, el Parlamento Vasco, el 22 de abril de 2010, con los votos a favor del Partido Socialista (PSE), PP y UPyD y la oposición de PNV, Aralar, Eusko Alkartasuna (EA) y Ezker Batua Berdeak, tomo como “Día de Euzkadi” el 25 de octubre conmemorando la concesión del actual Estatuto de Guernika en 1979 por la vía del 151, pero, a pesar de estar como festivo en el calendario laboral de 2014, en noviembre de 2013, por acuerdo entre EH Bildu y PNV se suprimió tal festividad porque, según Bildu “no hay nada que celebrar” y según el portavoz del PNV, Joseba Eguibar, para: “derogar una imposición porque la citada ley no recogió lo que pensaba la mayoría sociedad vasca". Andalucía, la única que accedió por vía del 151-1 eligió el 28 de febrero conmemorando su constitución tras el Referéndum de Autonomía de diez días antes, con un 87,45 de Si aunque con una bajísima participación (del 36,28%) y la oposición del nacionalismo andaluz de izquierdas. El resto del cardumen optó por las vírgenes o santos patronos (Aragón, San Jorge; Cantabria, Virgen Bien Aparecida; Asturias, Virgen de Covadonga; Extremadura, Vírgen de Guadalupe); por conmemorar la fecha de establecimiento del estatuto o de la constitución como comunidad (Murcia, Castilla-La Mancha, Baleares, La Rioja y Ceuta, aunque esta última no lo toma como festivo local cambiándolo por la celebración de la Pascua musulmana) y un pequeño grupo que toma fechas de su propia historia (Castilla y León la batalla de Villalar de los comuneros de 1521; Valencia, la toma de la ciudad por Jaime I en 1238 y Melilla, la toma de la ciudad por Pedro Estupiñán en 1497). Canarias no podía optar por vírgenes porque cada isla tiene la suya y el puñetero pleito se impone, tampoco por fechas históricas porque las de la conquista tipo Melilla (inicio y culminación) se enfrentaría al independentismo y las nacionales, como podrían ser las Batallas de Ajodar o de Acentejo o la Rebelión de los Gomeros, eran impensables para el españolismo ramplón de los parlamentarios de entonces y sigue siéndolo para los de ahora. Solución: El día que nos reunimos todos los españoleros y nos constituimos en Parlamiento ¡ese es el Día de Canarias! ¿Surrealismo? ¿Realismo mágico? No. Simple ESPERPENTO.
Canarias es, desde luego, un país auténticamente surrealista pero con abundantes toques de realismo mágico. No hemos tenido, como en Macondo, ninguna lluvia de gorriones muertos, pero si lluvias y olas de langostas saharaianas que, para deleite y júbilo de los entonces niños, nos sacaban de las escuelas y, armados de cacharros y palos, provocábamos una monumental escandalera mientras pisábamos los marrones cigarrones, y los mayores daban fuego a los cañaverales con más humo que una noche sanjuanera. Estamos, queramos o no, marcados por ese realismo mágico que, en una buena dosis, es consustancial a las gentes que, como nosotros, vivimos en una especie de burbuja atemporal, indefinida, deslocalizada y ageográfica en que todo tiene un trasunto mágico, tanto que en la Cuba colonial –como le relataba a Barnet el esclavo cimarrón, yoruba de nación, Esteban Montejo Mesa- creían que las brujas, noche tras noche, cabalgaban sus escobas desde Canarias a las calles de la Habana y a los campos de Matanzas, Pinar del Rio o Sancti Espiritu y de madrugada regresaban a las islas. Eso es puro realismo mágico, pero no deja de poseer una vena esperpéntica.
Macondiano es también que a la vuelta de Flandes, Amaranta Úrsula y su marido flamenco encollarado en seda, portaran, además del triciclo desarmable del belga, una jaula gigante con medio centenar de pájaros canarios “recordando que su madre le había contado en una carta el exterminio de los pájaros, había retrasado el viaje varios meses hasta encontrar un barco que hiciera escala en las islas Afortunadas, y allí seleccionó las veinticinco parejas de canarios más finos para repoblar el cielo de Macondo. Esa fue la más lamentable de sus numerosas iniciativas frustradas. A medida que los pájaros se reproducían, Amaranta Úrsula los iba soltando por parejas, y más tardaban en sentirse libres que en fugarse del pueblo. En vano procuró encariñarlos con la pajarera que construyó Úrsula en la primera restauración. En vano les falsificó nidos de esparto en los almendros, y regó alpiste en los techos y alborotó a los cautivos para que sus cantos disuadieran a los desertores, porque éstos se remontaban a la primera tentativa y daban una vuelta en el cielo, apenas el tiempo indispensable para encontrar el rumbo de regreso a las islas Afortunadas”
La esperanza, que como a Pedro García Cabrera, nos mantiene a los que queremos unas islas, una patria sin mordazas, es que los canarios, tarde o temprano, como los de Amaranta Úrsula saldremos de esta jaula esperpéntica de la autonomía y celebraremos el auténtico Día de Canarias aún por venir: El DÍA DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL.
Francisco Javier González