No me voy a meter en la cacareada y jaleada minitrifulca de Ani con Pablo Iglesias, ejerciendo este de censurante del plasmático y resbaloso Mariano Rajoy presidente del gobierno colonial. Me recuerda un poco a las peleas que se producían en los patios comunes de aquellas nuestras “ciudadelas” de antaño. Una Ani algo desmelenada lo acusaba de machista –aunque fuera por su“tonito”- y de gustarle solo las “mujeres sumisas”, además de montar “el debate televisivo de propaganda de Podemos” usando el “dinero público” y el podemita contraatacaba sugiriéndole –muy acertadamente- que su destino natural para las próximas elecciones sería presentarse por el PP, y mostraba su “vergüenza” por esa acusación de gasto público cuando “la corrupción del PP supone 48.000 millones de euros al año” y, triste es decirlo, la Ani Oramas y con ella Coalición Canaria, apoyaba al sátrapa que mantiene el tinglado corrupto del PP lo que hizo, por cierto, con un delicado mohín de fémina insumisa, semilevantada de su asiento y, como no le bastaba decir un NO a la censura, gritó un sonoro ¡pues no!. Desde luego que el aplauso a la intervención de Ani Oramas fue unánime en la prensa reaccionaria tipo Libertad Digital y sujetos como Hermann Tertsch la consideran “digna de guardar y recordar”.
Todo eso, como diría mi amigo Eduardo P. García “son cosas de políticos españoles”. De todas formas, le diré a la Sra. Oramas que doy por bien empleado el posible sobrecoste que me imponga el gobierno español pa’pagar la sesión de censura, aunque solo sea por haber oído en directo el resumen de lo que es la corrupción gubernamental que su cipaya Coalición apoya. Es una película de terror en la que no se escapa de la lista de ladrones de cuello duro ni el apuntador.
Nada que reprochar a Ani Oramas. Como representante en las Cortes españolas de su partido Coalición Canaria –tuve que borrar lo de “Canalla” que me etiquetó automáticamente el PC como apellido de la Coalición- porque cumple correctamente su papel de cipayo colonial. Ya lo hizo –como Pedro Quevedo, otro digno representante del “nacionalerismo criollo”- con motivo de la aprobación de los presupuestos metropolitanos, solo que, en el caso de Ani Oramas, ese apoyo al más genuino representante de la corrupción generalizada, debe ser considerado como mérito más que suficiente para que el Sr. Rajoy y su troupe le concedan la Gran Cruz al Mérito Civil carpetovetónico. La Sra. Oramas salió disparada para Madrid el mismo día en que moría su padre ya que su voto “canario” era imprescindible para que Mr. Rajoy sacara adelante sus presupuestos.
El refrán español de “hijo de gato, caza ratones” le viene que ni pintado a Ani. Nieta del cacique lagunero Leoncio Oramas y Díaz Llanos, ingeniero jefe de montes, que fue en su día el máximo representante en Tenerife del aspirante a monarca Juan de Borbón y luego de su hijo el rey español Juan Carlos que, en sus visitas a la isla se hospedaba en su casona de San Diego en Aguere. Entre otras muchas empresas y negocios, fue propietario de aquellas guaguas encarnadas que conocíamos como la “Exclusiva” por el privilegio que le concedió para el transporte en la isla la dictadura española de Primo Rivera. En esa concesión primoriverista tuvo un papel clave su cuñado, el general Ramón Hernández Francés muy relacionado con la muerte en Las Palmas del general gobernador militar Amado Balmes, muerte que propicio el inicio de la sublevación franquista.
La influencia familiar de los Oramas no se queda ahí. El tío de Ani, Leoncio Oramas Tolosa, heredó el control de la Exclusiva y la posición caciquil preponderante de su padre. Alcalde de Santa Cruz, procurador en las Cortes fascistas del 71, que fuera presidente y vicepresidente del Cabildo, consejero de la antigua Caja de Ahorros y que con sus manos metidas en multitud de empresas y sociedades, se jactaba de decir que aquí él mandaba más que el gobierno español porque “el rey es amigo mío y el rey en Tenerife, soy yo”. No es de extrañar que, muerto el dictador español y con Adolfo Suárez en el poder, su sobrina Ani se afiliara a las juventudes de UCD, cuando Javier Arenas era su Secretario General. En la desbandada de UCD, sin dejar de lado su acendrado españolismo monárquico, se afilia a la incipiente ATI que la presenta en su plancha por Santa Cruz en el nº17. La sorpresa es que el insularismo ático logró en Santa Cruz 21 de los 27 concejales a elegir y Ani resultó encargada de la Concejalía de Fiestas y, como no, del Carnaval. Allí tuvo ocasión de profundizar su amistad con el guirre berringallo –ya condenado por su latrocinio multimillonario- de Miguel Zerolo con el que, desde niña, veraneaba en el Médano.
La aspiración de Ani no se limitaba a los buenos disfraces. Su meta era más alta: Primero, la alcaldía de Aguere, y luego el Gobierno de Canarias. Tuvo mucha habilidad para derribar a Paulino Rivero. Le prometió todo su apoyo y luego le hizo la cama para sustituirlo como candidata. La cosa le salió mal por los vetos que le pusieron los escasos coalicioneros de Gran Canaria con Fernando Bañolas y Marimar Julios a la cabeza y, desde Lanzarote, los de Pedro San Ginés. Tuvo entonces que aupar al poder a su pupilo preferido, el afuchado –“genuflexo” Chema Tante dixit- Fernando Clavijo, al que ya había colocado en la alcaldía lagunera.
En su casa madrileña, que fue anteriormente de la fallecida secretaria de Felipe González, Piluca Navarro, se gesto la “Operación Venezuela” con los venezolanos que votaron en el Consejo Político que liquidó a Paulino. Cobraron en forma de cargos y substanciosos sueldos en la oficina caraqueña del Gobierno autonómico canario. No es de extrañar por ello la mención venezolana, muy en la línea escuálida, que hizo Ani en el debate de la moción de censura.
Ani Oramas es un ejemplar genuino que tipifica a Coalición Canaria, una formación político-económica depositaria del franquismo sociológico, del que nunca se han desprendido, que usurpa para su medro el calificativo de “nacionalista” y formada con los materiales de derribo y desecho de la antigua UCD, de la AP reciclados en ATI y ampliados con procedentes del actual PP como el actual presidente del Cabildo tinerfeño, Carlos Alonso, factótum de la ruptura CC-PSOE y gallo tapado del nacionalerismo criollo.
El problema es que a Ani se le acaba la cuerda. Es precisamente el tal Carlos Alonso, que parece ser la actual mente pensante de los coalicioneros, quien la va a dejar colgada de la brocha en su camino presidencial. Ha llegado a su cota máxima como “servidora de librea” que decía Secundino. Ha sido eficaz como cipaya, pero ya hay quien la supera con creces.
¡Ay Ani! Debiste haber citado completa la letra de La Lupe y su “Puro Teatro” y no solo la estrofa"Falsedad bien ensayada/ poderoso simulacro", que aplicaste a Pablo Iglesias. Tiene un final que te queda que ni hecho ex profeso:
“Recuerdo tu simulacro.
Perdona que no te crea
Me parece que es teatro”
Francisco Javier González.
Gomera a 14 de junio de 2017