Todos los que hayan tenido que viajar fuera del Archipiélago, por motivos vacacionales o culturales, cuando menos han comprado una guía (o leído la Enciclopedia) buscando conocer algo de la historia del país a visitar, o sus monumentos más emblemáticos.
Todos los que hayan tenido que viajar fuera del Archipiélago, por motivos vacacionales o culturales, cuando menos han comprado una guía (o leído la Enciclopedia) buscando conocer algo de la historia del país a visitar, o sus monumentos más emblemáticos. De tal manera que los que han estado en Egipto, han visto las Pirámides de Gizeh, el Valle de los Reyes o la Esfinge; los turistas en Creta se han interesado por el Laberinto de Minotauro o el Palacio de Knossos (que son lo mismo); y los que visitan Francia se fotografían en Versalles, el Arco de Triunfo y la Torre Eiffel.
Ya dentro de nuestro Archipiélago, Gran Canaria hace un hueco importante en su oferta turística para propocionar su patrimonio cultural: la Cueva Pintada de Gáldar, el Cenobio de Valerón, Cuatro Puertas o el Museo Canario entre otros; en La Gomera llegan guaguas de turistas a la Cueva de Belmaco, importante yacimiento arqueológico; en El Hierro ocurre lo mismo con el Garoé y las Casas de Guinea; y en Tenerife son visitados por los turistas los museos que albergan las momias guanches.
Sin embargo, ¿cuál es la oferta histórico-cultural de Lanzarote? Playas, campos de golf, mercadillos y unos presuntos "centros turísticos". Eso sí, con el sanbenito de que los visitantes vienen con el "todo incluido", es decir, que ya han pagado el 80% de sus previsibles gastos en sus países de origen... Con lo que vuelvo a la misma pregunta, ¿cuál es la oferta histórico-cultural de Lanzarote?
En el año 1986 me tocó realizar un reportaje sobre el "emblemático" yacimiento de Zonzamas. La zona, y sobre todo sus "casas hondas" estaban protegidas con vallas y plásticos como paso previo a la construcción de un Museo de Sitio en el lugar. Doce años después, en 1998, el entonces consejero de Cultura del Cabildo, Carmelo García Déniz, proclamaba que iban a comenzar las obras del citado edificio, aunque el espacio a proteger no comprendía la importante Cueva del Rey (entullida hasta la boca de desechos). En 2004 vimos que la construcción no se podía acabar "por falta de fondos...". Y hoy en día nos tememos que los muros de lo que iba a ser "Museo Arqueológico", se conviertan precisamente en "vestigios arqueológicos", por el tiempo pasado (y perdido) y el que queda por pasar (y perder).
Pero es que ocurre lo mismo con el resto de los casi dos centenares de yacimientos arqueológicos de la isla: las llamadas "queseras" (supuestas aras de sacrificios incruentos) de Zonzamas y Bravo, completamente abandonadas y llenas de basura; Fiquinineo, desenterrado y vuelto a enterrar; los efequenes, olvidados y destrozados; en Rubicón hicieron recientemente una limpieza de choque, "trás más de 20 años de acumular todo tipo de inmundicias", continuando sepultados los cimientos de la vieja torre de Gadifer; y las decenas de petroglifos (algunos con litófonos) con sus paneles grabados con inscripciones líbico-bereberes o caracteres geométricos, desconocidos a la vez que expuestos a los vándalos de turno. Sin olvidar a las muchas cuevas con restos de nuestros antepasados, completamente entullidas (y algunas saqueadas), exceptuando aquella protegida por la iniciativa privada en Tiagua.
Y la única tentativa de mostrar una especie de museo arqueológico semiclandestino (nos decían que era ilegal), en el Castillo de San Gabriel, gracias al buen hacer del entonces alcalde José Marís Espino, con el tiempo fue borrada de un plumazo. Y hoy en día, miles de restos arqueológicos de nuestros antepasados y de visitantes de nuestro pasado (romanos, fenicios, cartagineses) se amontonan en almacenes bajo la "tutela" del Servicio de Patrimonio del Cabildo, no sabemos si con orden y concierto...
Con estos argumentos, las preguntas obligadas son: ¿Por qué no mostramos de cara al turismo cultural, el gran y rico patrimonio protohistórico e histórico que hay en la isla? ¿por qué no atraemos a un turismo auténticamente cultural, que no busque campos de golf o playas? ¿por qué las instituciones no explotan, o sencillamente dejan que la iniciativa privada explote, a la vez que proteja el preciado legado arqueológico de la isla? La falta de respuestas a estas interrogantes hacen que hagamos una más dura y directa, ¿acaso temen nuestras "autoridades" que los lanzaroteños, al igual que los visitantes, conozcan que tenemos un legado arqueológico con claras referencias a nuestras raíces? El silencio administrativo a esta última cuestión da miedo...
Peor aún, en las guías turísticas ofertadas a los posibles futuros visitantes de la isla, tan sólo se les muestra playas, campos de golf y los llamados "centros turísticos". Y en el pequeño trozo dedicado a la historia, señalan que "la isla fue conquistada por Jean de Béthencourt...". Otra inexactitud histórica, desacreditada hace ya 130 años. Lanzarote fue conquistada, tras casi 2 años de lucha, por el potevino Gadifer de la Salle, verdadero constructor de la torre (sepultada) de Rubicón, como se demuestra claramente en la Crónica (escrita en 1419) guardada en el Museo Británico de Londres... Aunque este es tema para otro artículo, lo reseño para demostrar que ofertamos al turismo "historias" desfasadas, más típicas de libros de texto.
Con tales argumentos, volvemos a las preguntas del principio. ¿dónde está la oferta turístico-cultural de Lanzarote? ¿por qué las instituciones insulares no ponen su granito de arena para que nuestros vestigios arqueológicos formen parte de esa oferta cultural, lo que a su vez redundaría en su protección? ¿acaso no les valen los ejemplos de la Cueva de Belmaco, la Cueva Pintada de Gáldar, el Garoé, y el larguísimo etcétera de yacimientos protegidos "y explotados" del Archipiélago? o es que ¿van a seguir con la manida y cacareada oferta de playas, campos de golf y otros destinos que ya existen la mayor parte del mundo? Y seguir siendo la isla sin historia ni cultura propias...