22 de Octubre: hacia la recuperación de la Identidad Canaria
Hace ya 620 años, la marabunta colonizadora se cebó con el Archipiélago Canario, cuyos habitantes y cultura debieron parecerles "un anacronismo", tanto a los crueles invasores como a la religión que los "sustentaba y animaba". Pero la ocupación no fue nada fácil: 94 largos años de cruenta lucha y varios millares de vidas europeas son claro ejemplo de lo encarnizado de la defensa de los nativos. Y a lo largo de estos siglos, aún perduran en la memoria colectiva (y en los libros de Historia) algunas de aquellas victorias isleñas: Asentejo, Ajódar, Adamacansis, Axerjo, Tihuya, Arguineguín, Tirajana, Tenoya, Rico Roque, La Degollada y una larga lista.
Y durante la sangría, los invasores dieron rienda suelta a su afán depredador, tal y como han perpetuado las Crónicas: en Gomera el cruel Pedro de Vera "condenó a muerte los varones mayores de 15 años procedentes de los distritos de Orone y Agana", y a fin de que la ejecución fuese "más rápida y ejemplar", a los que no ahorcaron, pasaron a cuchillo, o cortaron pies y manos con vida, los colocaron en lanchas con los brazos atados a la espalda y los abandonaron en alta mar; mientras que las mujeres y niños fueron vendidos en España. En Lanzarote, los Mahos aliados fueron vendidos como esclavos, y a los prisioneros los dejaron morir de hambre en la torre de Rubicón; mientras que, con las mujeres, el infame Maciot hizo un harén. En Gran Canaria, el mismo de Vera les prometió a 200 isleños "con una hostia no consagrada", llevarlos en un barco a la conquista de Tenerife; y luego los vendió como esclavos en Castilla. Y otros tantos fueron "desterrados a Sevilla". En El Hierro, 111 Bimbaches fueron engañados por Béthencourt, y apresados durante "las conversaciones de paz"; todos ellos, con su rey a la cabeza, fueron vendidos como esclavos. En la Palma, tras la masacre de Fuente del Pino (a isleños desarmados), 350 Auaritas fueron vendidos como esclavos (150 de ellos eran "de paces"), por el malvado Alonso de Lugo. Millares de Guanches de Tenerife y Mahos de Fuerteventura, acabaron también en los Mercados de esclavos de Sevilla (Castilla) y Valencia (Aragón). Los llamados "lotes blancos"...
Luego, tras la Conquista, comenzó el lento y laborioso proceso de "eliminación de la Identidad" de cada uno de los grupos tribales que todavía habitaban las Islas.
a) Como yugo herrado en fuego, se obligó a todos los supervivientes a aceptar la "religión" cristiana: todos los que no aceptaran, eran amenazados con esclavizaciones o destierros. El ejemplo está en las Crónicas: "ellos y y sus descendientes son muy católicos y cristianos, desde que se convirtieron, sin haberse hallado un tropiezo", añadiendo que "no se tienen por cristianos nuevos, sino por muy católicos y de gran devoción".
b) Matrimonios mixtos: se establecieron lazos familiares, legales o no, entre ambas poblaciones, favorecidos por el escaso número de mujeres entre los repobladores. Sobre ellas relataban que "de fieras, bravas y guerreras se tornaron mansas ovejas, afables y conservadoras".
c) Redistribución de aborígenes: los gomeros fueron sacados de su isla, y distribuidos por las de Realengo; los mahos enviados a Santa Cruz de la Mar Pequeña; y una mezcla de todos a la conquista de América. No interesaba que los nativos estuviesen unidos en sus islas de origen.
d) Participación en actividades económicas comunes: un cierto sector de la población autóctona fue obligado a participar en la repartición de las que habían sido sus tierras, cooperando de mejor o peor grado en empresas agrarias o militares. Según las Crónicas, “cuando van a la ciudad (los varones) van tan bientrajeados como los más pulidos castellanos".
Esta aculturación forzada, se fue perpetuando durante estos siglos de colonización. Excepto en un importante grupo de isleños que prefirió continuar con su tradicional y milenario modo de vida. Sobre ellos decían los conquistadores que "son holgazanes y no aplicados a ningún servicio e industria ni otro trabajo, salvo algunos a andar tras las cabras viviendo en los campos, cuevas y montañas no queriendo vivir en el poblado...".
Estas circunstancias, heredadas de un colonialismo obsesivo, han sido la causa de la tan acentuada división entre isleños a lo largo de los siglos. Peor aún, la desconfianza entre unos y otros ha provocado que, en todo este tiempo, aquellos luchadores en pos de la descolonización, no hayan sido capaces de unirse en una lucha que debía ser común.
Hasta que el 22 de octubre de 1964, el Movimiento para la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC), con diseño de Antonio Cubillo, dio vida a la enseña "blanca, azul y amarilla con siete estrellas verdes": la Bandera Nacional Canaria. Siendo ésta la primera y única vez en la que han estado de acuerdo las diferentes vertientes (y corrientes) del amplio Movimiento Soberanista del Archipiélago.
Por todo ello, cada 22 de octubre es un reto en el que todos los grupos independentistas deben estar UNIDOS sin importar sus ideales. Ya que esta fecha es, sin duda, el símbolo de la Recuperación de la Identidad Canaria. Y no olvidemos que son muchas más las cosas que nos unen, que las que nos separan...