Vallas en el campo
No creo haya ningún escrito sobre este tema, en periódico –u otro medio- alguno. Por eso, éste, puede ser el primero. De entrada es curioso ver toda la isla vallada, a las márgenes de las carreteras; tampoco faltan vallas, en las fincas de los ricos, como en sus casas y jardines. Incluso, en las poblaciones, las ventanas con rejas, y las puertas blindadas, porque todo el mundo se protege de ladrones, visitantes, defensa de animales, etc. Pero, si usted es un pobre desgraciado hombre –o mujer- del campo, y tiene un cachito de tierra, o dentro de su tierra, quiere libra un trozo de la misma, porque ha plantado algo para comer, y lo valla, ¡mejor no lo hubiera hecho! Y ello, porque miedo ambiente le va a visitar, para pedirle si tiene o tuvo permiso, para tal delito; y toda vez que usted, no hizo sino poner unos palos, unas cañas y en el peor de los casos unos tubos o hierros, para rodearlos con una malla de nylon, o con tela metálica de gallinero, de entrada la multa no se la quita ni san Pedro del cielo, pero usted, aparte la multa –que no es una broma, ni nada, sino que aún produciendo algo lo vallado, toda la vida produciendo una buena y gran producción, alcanzará para pagar mínimamente el montante de la multa, por tan enorme y grave delito-, digo, que además de la multa, usted tiene que proceder a retirar la valla, y de no hacerlo se lo harán ellos, y lógicamente, le pasarán la factura que tampoco será una broma, habida cuenta que utilizarán para ello, una maquinaria muy pesada, con una cuadrilla de varios obreros –y todo ello, para deshacer lo que usted hizo en un rato- te van a clavar por segunda vez. Y toda vez, que usted necesita forzosamente y de forma más que justificada el vallado, por más que ellos no lo vean como lo ve usted, va a recibir las siguientes sugerencias, para que valle su canterito de coles o de lechugas, y que son de esta índole: así vea los ojos de Dios, que aunque parezca un chiste, tan cierto como Dios que está en su Gloria, y nos espera, los del miedo ambiente le dan varias opciones: plante alrededor una hilera de árboles, tan pegados unos a los otros, que nadie pueda pasar, y le ponen ejemplos, como que plante usted cipreses, con lo que su cachito de tierra, visto de lejos parecerá un cementerio; también le sugiera, plante una hilera de pinos –u otros árboles estériles-, con lo que envenenada la tierra y chupada por los pinos toda humedad y agua, le desgraciará más aún la tierra que con los cipreses; y todavía le sugiere otras posibilidades –repito: así vea los ojos de Dios- le dicen que ellos, les pone en contacto con gesplán, que vendrá a su tierra y le plantarán árboles –árboles no frutales-de forma gratuita, si usted le cede la propiedad para vallar y proteger lo suyo, cuando usted lo que quería es simple y llanamente que los conejos u otros animales –y personas amigas de lo ajeno y muy necesitadas- le coman lo que usted plantó, para comer usted y los suyos. Y entonces, mientras escribo, miro por la ventana hacia afuera, como buscando nuevas ideas y me topo delante de mis narices, con una valla verde de dos metros de altura, que rodea una gran área comercial de la que soy vecino aquí en Jinámar, en la parte que corresponde a Las Palmas del Gran Tabaibal, y cuya valla, rodea kilómetros y kilómetros el dicho edificio, aparcamiento, propiedad, etc., del cual no hago publicidad, pero que está ahí, aunque ellos no tienen que quitarla, porque los cacos, poco a poco se la van desmontando. Pero da rabia o inri (de irritación), que fincas de distinguidos ladrones y políticos (los nuevos ricos), estén valladas y no se les pueda ni ver el jardín, y ni mucho menos la fachada del chalet, y usted no pueda vallar un trozo de su terreno o todo él, cuando el cabildo valla todo lo suyo (por ejemplo Tirma, y todo lo demás), y las carreteras están todas valladas, al margen de los mallados, que son innecesarios y se están cargando la vegetación que coja por la oxidación o herrumbre de los mismos, dando impresión de isla-cárcel, o isla gallinero, como agravio comparativo: ellos lo vallan todo (con permiso), y usted (nosotros), no puede vallar absolutamente nada con o sin permiso. Claramente, queda al descubierto las intenciones del cabildo, que aburrido el hombre del campo, lo abandone y así ellos, poder apropiarse –comparando lo suyo y dejando desheredados a sus hijos- su propiedad y plantarla de pinos y dejar las tabaibas sigan en su totalitaria expansión. Y pensar, que aquella pastora, de niña, cuidando sus cabras, cada vez que se tropezaba con una de ellas, en proceso de crecimiento tiraba de ella dejándola tirada en el suelo e impidiendo su multiplicación (ahora súper protegida cual si de planta sagrada o divina se tratara, no dando sino daño a quien se roce por ella [mancha, ensucia, pegajosa, ciega, etc.], y sin que ningún bien se saque de ella, porque lo único para lo que sirve es –en decir de Pepito Guedes, pastor él, que cortadas finito, y en agua durante tres días es el mejor producto para erradicar bichos, plagas, gusanos, babosas, etc. de la tierra, pero toda vez ya no hay cultivo, es una actividad innecesaria, y como está prohibida cogerla, pues ni eso). Así que la isla llena de vallas, peor usted, no valle nada (¡o multa que te cae, como las piedras que tratan evitar caigan sobre los coches en todas las carreteras, sin que jamás caiga ni una!).
El Padre Báez.