- ya no se oye nada en el campo: está muerto
- ya la esposa no llama al marido que cuida de la tierra venga a almorzar
- ya no se oyen las cencerras de las ovejas y cabras
- ya no croan las ranas
- ya no se escucha el graznido de los cuervos
- ya no se oyen a los pájaros canarios, ni a los otros
- ya no rebuzna el burro
- ya no relincha el caballo
- ya no muge la vaca
- ya no gruñe el cerdo
- ya no cacarean las gallinas
- ya nadie silva en el campo
- ya nadie canta al sembrar
- ya nadie canta la tabla de multiplicar
- ya nadie canta en al trilla
- ya nadie canta segando
- ya nadie canta pastoreando
- ya nadie canta
- ya no se oye hablar gritando al que está lejos en al faena
- ya nadie canta arando
- ya no se escucha al hacha cortando leña
- ya nadie canta en la trilla
- ya no se oye el crepitar del fuego en el fogal
- ya no se escucha, ni siquiera al viento
- ya no se oye el canto del agua en el riego, por las acequias
- ya las madres no cantan el arrorró mi niño chiquito
- ya no cantan las mujeres en el lavadero
- ya no se oyen los grillos, ni la cigarra
- ya no se escuchan conversaciones del tiempo, ni criticando al vecino
- ya no se oye rezar de tarde / noche en el patio
- ya no se cantan serenatas
- ya nadie canta por los caminos
- ya nadie canta en sus casas
- ya no se oyen el murmullo de nada
- ya ni se escucha el silencio
- ya no se oyen a los niños jugar
- ya no se oye ni estornudar
- ya no se escucha la radio de lejos
- ya no se oye el paso de nadie
- ya no se oye cantar: “¡fuego, fuego...!
- ya no se oye el renguear de los camiones
- ya no se escuchan los motores de los pozos
- ya nadie hace ruido en las escuelas vacías de los pueblos y aldeas
- ya no se escuchan ni las campanas a muerto
- ya no se oye y goza la Misa como antes
- ya no se oye a nadie por las calles
- ya nadie habla y hace cuentos en las guaguas
- ya nadie dice nada
- ya no se oyen canciones mejicanas
- ya no se oye el goteo del agua
- ya no se escucha la Palabra
- ya no se oyen las bocinas de los barcos
- ya no se escucha el coger las hojas de las cañas
- ya no se oyen pasos de nadie
- ya nadie pide agua por las casas para beber de camino
- ya nadie pide un plato de comida a pesar del hambre
- ya nadie escucha a nadie
- ya –creo- ni se escuchan a sí mismos nadie
- ya no se oye ni a la propia conciencia
- ya no se escucha sino gritar, como locos: “¡gol, gol, goooooool...!”
- ya no se atiende a la voz de la experiencia, la de los abuelos
- ya las madres no riñen a su único hijo, ni lo enseña
- ya ni se discute, para luego la reconciliación
- ya es desesperante y ensordecedor el silencio reinante
- ya con tener dos oídos, no se oye nada, a nadie, ni a sí mismo
- ya ningún ruido de nada, de nadie, por ningún lado
- ya los baifitos y corderos no balan
- ya no se oyen tractores arando la tierra
- ya no se escucha ninguna sierra cortando ramas a los árboles
- ya no se escucha el trote de ninguna yegua
- ya no se oye golpear la ropa en la lavadera
- ya no se oye al afilador gallego cada año por esas fechas
- ya no se escucha a nadie recitar romances, poesías, oraciones añejas
- y no se oye a nadie rompiendo piedras
- ya no se oyen a las madres llamar a sus hijos que juegan
- ya no se escucha a nadie tocar para nada a las puertas
- ya no se oyen los timbres de las casas
- ya nadie escucha al anciano y al enfermo solo
- ya no se escucha el parte, como antes
- ya no se oye pregonar pescado fresco de Agaete o de san Cristóbal ya no se escucha ni oye barrer
- ya no se ve a nadie en un cruce de camino hablando con alguien
- ya no se escucha ensañar a las madres oraciones a sus hijos pequeños
- ya no se oyen las halabas del molino
- ya no se oyen los viejos relojes marcar las horas
- ya no se oye periquito alguno o al loro
- ya no se oyen las bocinas de las motos, coches y camiones
- ya no se escuchan los sermones de la novena, quinario o trío
- ya no se oye al cartero, ni al panadero, ni al cochinero de Ingenio
- ya no se escucha u oye barrer
- ya no se escucha lavar y destiñar los calderos y platos
- ya no se oye el maullar de los gatos
- ya no se oye martillear un clavo
- ya no se escucha la explosión de un barreno (no se canta la dinamita)
- ya no escucha el hijo al padre sino éste al hijo, que es el que manda
- ya no se oye el timbre de una bicicleta
- ya ni se oye ni el ruido o vuelo de una mosca
- ya no se oye llorar a un niño
- ya no se oyen cuentos de brujas
- ya no se escuchan mentiras de los cazadores
- ya no se oye el paso de nadie
- ya no se habla de política
- ya no se oye, ni escucha...
- ya, solo, se oyen ladrar, a los perros.
El Padre Báez.