Leyendo un escrito actual del Padre Báez de la isla de Tamarant me vinieron a la memoria viejos recuerdos del bellísimo paisaje del Barranco de Guiniguada, el histórico barranco que desemboca en la ciudad de Las Palmas y la divide en dos, Vegueta y Triana. Aún recuerdo las tres acequias por cuyo cauce circulaba el agua que vertían a diferentes estanques que a su vez almacenaban el agua para el riego de los diferentes cultivos de plataneras que se encontraban a ambas márgenes del barranco y que antaño hasta posterior a la conquista discurría y desembocaba en un palmeral cuyos restos aún se veían en las faldas del barrio de San Nicolás de Bari junto a su desembocadura. Varias familias de plataneros vivían allí. Hoy solo quedan bonitos chalets donde no sé si morarán sus descendientes hoy. Había decenas de fincas que tapizaban de verde ambas márgenes del barranco al cual acudían cientos de pájaros, alpispas, pájaros canarios, mirlos y muchas especies distintas.
Barranco arriba subían camiones antiguos a cargar plátanos para la exportación. Una parte de mi niñez se desarrolló allí, donde pasé tiempos felices, pues mi abuela materna tenía su casa por donde pasaba una enorme acequia y de donde se alimentaban higueras, algarrobos, laureles, etc. No hace tanto tiempo pasé por allí para ver y recordar viejos tiempos y vi que todo había cambiado; ya no estaba la familia La Guardia, ni la tienda de Nicolás y la mayoría de las fincas están desapareciendo y también sus cultivos. Los árboles frutales también y convirtiéndose en un tabaibal. Por eso hoy me gustaría hablar de los plátanos. Sabemos que fueron los portugueses los que introdujeron el plátano antes de la Conquista de Canarias procedente del Golfo de Guinea, dado el control que estos ejercían sobre la costa africana en esa época. La planta es de origen asiático y fue traída a África hacia el 500 d.C.
Tras la decadencia de la vid y la cochinilla los británicos convierten el negocio del plátano en un monopolio y a partir del siglo XIX se convierte en uno de los productos de mayor importancia en la economía canaria. Hoy en día este producto es de superior calidad que el que se produce en América y está siendo relegado y pasa por un mal momento económico. La falta de apoyo acabará con él casi seguro, como el resto de la agricultura en nuestro país. No olvidemos que Marruecos, un país soberano, con un clima muy variado e ideal para este cultivo ya ha empezado su expansión en la zona de Agadir y su cercanía a Europa acabará más pronto o más tarde ya que Marruecos es miembro de las ACP (África-Caribe-Pacífico). ¿Qué veremos aquí? Lo que cuenta el Padre Báez en sus escritos: un tabaibal. Lo que yo vi en los alrededores de la casa de mi abuela materna.
Ahora hace 32 años que el británico Mr. Leacock falleció y su tumba se encuentra en la querida Tamarant. Todos estamos de acuerdo en recordarle como un ciudadano que impulsó el cultivo del plátano en nuestra patria. Fue una figura destacada que tuvo que abandonar la tierra que le acogió tras la Guerra Civil española por ser un hombre simpatizante con la República y estar en contra del fascismo y el atraso.
Otra vez el maldito colonialismo español provoca crisis, frustración y desasosiego a todo aquel que no esté de acuerdo en su brutalidad, atraso e ignorancia. Sí, señores, el tiempo nos da la razón: brutalidad e ignorancia.
Este fue el empresario que introdujo la figura del médico de empresa e impulsó el cooperativismo en la agricultura. Una vez más agradecemos a los británicos su modernidad, su impulso, coraje y amistad con el pueblo canario.
Sí, señores, Londres fue la capital. También Nueva York lo es hoy. ¿Madrid? Lo siento, un villorrio. ¡Vivan las Canarias libres!