Este pasado jueves fue noticia a nivel internacional, que la reina de España entregó uno de los Premios "Hispania Nostra", a la emblemática Cueva Pintada de Gáldar. El importante galardón, que el Presidente del Cabildo de Gran Canaria recogió en el Salón de los Dolores del Palacio de El Pardo, reconocía la "contribución al desarrollo económico y social", que representaba el protohistórico yacimiento arqueológico. Más aún, se premiaban "las buenas prácticas en la conservación del patrimonio cultural".
Bastante razón tienen los organizadores de esta ceremonia en su primera edición, ya que lo que antaño fuera una cueva entullida y abandonada (fue redescubierta en el siglo XIX), por el buen hacer de las instituciones grancanarias se convirtió tras más de dos décadas de dedicación, en el Museo y Parque Arqueológico "Cueva Pintada". Una joya de la cultura canaria que persigue la conservación, catalogación y exhibición de los bienes arqueológicos que custodia, además de la gestión y conservación del yacimiento.
Esta circunstancia nos obliga a retomar, como escribí dos semanas atrás, la situación de "la defenestrada cultura de Lanzarote": mientras que las autoridades insulares y municipales de Gran Canaria (con el apoyo del Gobierno autónomo) se han preocupado de proteger y conservar (para luego explotar turísticamente) su rico Patrimonio Cultural; en Lanzarote nuestra decadente (y muchas veces corrupta) clase política, ha dejado que sus casi dos centenares de yacimientos arqueológicos se hayan convertido en verdaderos vertederos, cuando no son destruidos por los vándalos de turno. Y desde el Servicio de Patrimonio del Cabildo (aún no se qué sentido y misión tiene dicho "servicio"), pregonan a bombo y platillo que todos los vestigios están registrados en la Carta Arqueológica. ¿De qué sirve eso?
Quizá el ejemplo más vergonzoso del mal llamado "patrimonio cultural" de Lanzarote, sea el yacimiento de Zonzamas. Hacia 1987, se inició un tímido intento de proteger las construcciones del poblado (pero no la Cueva del Rey ni la mareta), con grandes "cortinas" de plástico. Decían entonces que la intención era la de amurar el lugar de cara a un futuro Museo Arqueológico... El viento, el sol, y el tiempo en definitiva acabaron con hasta el último resto de la envoltura. Y el lugar continuó siendo expoliado de forma descarada. Incluso algún que otro avispado guía, llevaba a los turistas en guaga a la zona, para que recogieran los restos de cerámica que abundaban por toda la emblemática parcela.
En 1998 (once años después) entrevisté en Televisión al entonces Consejero de Cultura y Patrimonio del Cabildo, Carmelo García Déniz, quién con una sonrisa de oreja a oreja me dijo que "por fin" se iba "a hacer justicia con Zonzamas". Habían comenzado las obras del que iba a ser Museo de Sitio, con una fachada similar a la que hoy muestra el citado Museo Arqueológico de Cueva Pintada. Pero en Lanzarote, las cosas siempre son iguales: la obra se abandonó a medias, y los dineros fueron desviados para otros menesteres. Y al final, la construcción se ha convertido en otro "vestigio arqueológico más"...
En septiembre de 2011 (trece años después) me reuní con el actual Consejero de Patrimonio del Cabildo, Juan Antonio de la Hoz, y le expuse la tremenda problemática (y abandono) que padecían los casi dos centenares de yacimientos arqueológicos de la isla: sin protección, conservación, y mucho menos vigilancia. Incluso le presenté un Proyecto en el que se contemplaba la protección y conservación de, al menos, los más emblemáticos vestigios protohistóricos; a cambio, eso sí, de su explotación a nivel turístico (como ocurre con la Cueva Pintada). Y el propio De la Hoz se mostró satisfecho de la iniciativa. Pero todo lo supeditó al estudio y decisión del Servicio de Patrimonio, que como reseñé antes, todavía no se cual es su misión.
Ha pasado otro año más. Se ha perdido otro año más desde aquel lejano 1987. Y nuestros yacimientos arqueológicos continúan abandonados: algunos como las "queseras" de Zonzamas y el Bravo, llenos de latas de refresco, bolsas de basura, y en algunas ocasiones hasta excrementos humanos; la Cueva del Rey, la de Las Palomas, la de La Mora, la de Muñique (y muchas más), entullidas y sin posibilidad de estudiarlas; Fiquinineo fue por fin estudiado (después de un siglo) por Patrimonio (del Gobierno Canario), y ahora vuelve a estar abandonado, enterrándose poco a poco por el jable reinante en la zona; en Rubicón ha sido peor, pues 25 años después de ser explorado por Tejera y Aznar, los pozos (antiquísimos) se llenaron de compresas, pañales, bolsas y todo tipo de inmundicias,mientras unos carteles (ya herrumbrientos) "advertían" de las penas por destruir el Patrimonio... Recientemente se ha hecho una limpieza de la zona (voluntaria), que ha vuelto a quedar abandonada y sin protección.
Lo escribí hace dos semanas, y lo vuelvo a recalcar: ¿qué mejor turismo podría venir a Lanzarote, que el CULTURAL? Un turismo que visitara los Yacimientos hipotéticamente conservados de Fiquinineo, las "queseras", Rubicón, Las Casillas, Guardilama, Cueva de Muñique, Tiagua, Soo, Las Laderas, y un largo etcétera... aparte del inacabado Museo de Sitio de Zonzamas. Un aliciente económico para nuestra isla, y por supuesrto un atractivo para galardones como el que le acaban de otrogar a la Cueva Pintada de Gáldar,
Pero no, la reina (de ese país llamado España) entrega un merecido galardón a las instituciones que se han preocupado de preservar y proteger la Cueva Pintada (y también a Cuatro Puertas, el Cenobio de Valerón, la Guancha y otros tantos). Mientras que en Lanzarote, algunos polìticos sólo esperan al rey Baltasar, pero no para traer carbón, sino para buscar petróleo...
AURELIANO MONTERO GONZÁLEZ